conoZe.com » Ciencia y Fe » Relativismo y Cultura » Laicismo » Laicismo de baja estofa (PSOE-2006)

Se les entiende todo

La politización absoluta de la vida que propone el manifiesto del PSOE está muy cerca del totalitarismo

La transparencia es selectiva. Los socialistas no sueltan prenda respecto al presunto proceso de paz. Y esto les viene bien, porque tienen siempre a mano una respuesta alternativa ante los reproches de la oposición. Si les dicen que todo el pescado está ya vendido, replican que el proceso se encuentra todavía muy verde y que ellos siguen, como si nada, deteniendo terroristas. Si les acusan de que se han metido en un callejón sin salida y que la tregua se dirige hacia su final, arguyen que todo sigue adelante y que nada de prisas en un asunto tan serio. Pero en lo que se refiere a cuestiones éticas y religiosas, sucede todo lo contrario. En tal materia, que les debe parecer menos seria, lo dejan todo bien claro. Hasta el punto de que, a veces, la vicepresidenta del Gobierno viene a decir a los suyos aquello del viejo humorista argentino: «Cállate, nene, que se te entiende todo».

Y esto es lo que acaba de suceder con el manifiesto titulado Constitución, laicidad y Educación para la ciudadanía. Hasta en medios de opinión muy cercanos al Partido Socialista, se ha calificado este panfleto como un texto meramente reactivo frente a la reciente Instrucción pastoral de la Conferencia Episcopal Española. Realmente, el tosco exabrupto de Álvaro Cuesta no resiste la comparación con la matizada y sutil sistemática de Fernando Sebastián. Si se trata de rigor y finura conceptual, no hay color. No será tan intelectualmente represiva la moral católica cuando, a la hora de dar cuenta de la propia postura y de enjuiciar la que se le opone, no necesita violentar la naturaleza de las cosas ni el estado de la cuestión. Cosa que hace, casi en cada línea, el manifiesto laicista. Porque las tesis que en él se contienen no resisten la prueba de la consistencia interna ni presentan ningún tipo de apoyo teórico o empírico. Estamos ante una pieza doctrinal pura y dura, de un tipo que ya es raro de encontrar.

Uno, la verdad, no sabe qué hacer con frases como ésta: «La laicidad es el espacio de integración». Al parecer, lo que nos une a los españoles es el hecho de que, o bien no creemos en nada, o bien guardamos oculto lo que creemos. Pero no, no es ésta la intención de un alegato por demás tortuoso. Porque resulta —se mantiene en el manifiesto— que hay un «mínimo común ético constitucional». Y no se trata de un núcleo valorativamente neutral ni culturalmente abierto. Hay un intérprete cualificado e inobjetable del trasfondo ético de la Constitución. No es otro que el Estado, siempre —naturalmente— que a su timón se encuentren fuerzas progresistas, decididamente opuestas a que creencia religiosa alguna adquiera relevancia social. Y —por fin llegamos a la conclusión— hay un «ideario educativo constitucional» que resulta fielmente recogido en la asignatura educación para la ciudadanía.

En resumen: sólo hay una moral pública válida, que es radicalmente laicista y que, hoy por hoy, viene definida en España por el Partido Socialista y el Gobierno de Rodríguez Zapatero. Quien no esté de acuerdo con esto es un fundamentalista y no tiene derecho alguno a disentir ni a echar mano de objeciones de conciencia que valgan.

Don Fernando Sebastián, arzobispo de Pamplona, ha realizado una lectura crítica del manifiesto que no tiene desperdicio. Éste es uno de los modos como caracteriza la postura del laicismo extremo que se nos está tratando de imponer: «Descartadas las convicciones religiosas y morales de los ciudadanos como inspiradoras de la convivencia, corresponde al poder político configurar la nueva conciencia de los ciudadanos en sustitución de su conciencia religiosa y moral, por lo menos en lo que concierne a la vida social y política». Aunque —añado por mi cuenta— tampoco se detiene la Administración pública ante el límite de lo privado, ya que se preocupa de impartir una educación sexual naturalista y permisiva, mientras que pone todo tipo de trabas para que se pueda proporcionar a los niños y jóvenes una enseñanza religiosa que, de acuerdo con la Constitución, los padres tienen derecho a demandar.

La politización absoluta de la vida que, en el fondo, propone el manifiesto está muy cerca del totalitarismo. Se trata de un planteamiento unívoco y monotemático, en el que se olvida algo de importancia decisiva: que sólo motivaciones y convicciones prepolíticas pueden impulsar la obediencia de los ciudadanos a las leyes. Si el Estado se convierte en «Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como», el resultado no puede ser otro que la falta de unidad y la disidencia. Y a eso vamos.

No es cierto que, como supone El País, los obispos españoles pretendan ser pastores con privilegios, ni que propugnen una democracia vigilada. A tenor de los textos recientes, su discurso es más abierto y dialogante que el proferido por instancias políticas oficiales, y plasmado implacablemente en leyes unilaterales y polémicas.

Ahora en...

About Us (Quienes somos) | Contacta con nosotros | Site Map | RSS | Buscar | Privacidad | Blogs | Access Keys
última actualización del documento http://www.conoze.com/doc.php?doc=6061 el 2007-01-17 16:54:59