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Las mezquitas que un día fueron iglesias

Mahoma asegura: «No se ha de quitar ningún objeto de una iglesia para utilizarlo en la construcción de una mezquita o de casas de los musulmanes». Sin embargo, un mínimo análisis histórico demuestra que no siempre se ha respetado.

En la carta que remitió al Papa Benedicto XVI a finales de año en la que reclamaba el uso de la catedral de Córdoba para sus oraciones, la Junta Islámica de Almodóvar del Río (Córdoba) justificaba sus intenciones transcribiendo una cita de Mahoma en la que declaraba la prohibición de «arrojar a un obispo de su obispado, a un sacerdote de su iglesia, a un ermitaño de su ermita. No se ha de quitar ningún objeto de una iglesia para utilizarlo en la construcción de una mezquita o de casas de los musulmanes». La realidad, y un mínimo análisis histórico, demuestran que esta afirmación es tan falsa como otras afirmaciones de la carta.

La misma catedral de Córdoba, sobre la que ahora diversas entidades musulmanas reclaman sus supuestos derechos históricos, es un ejemplo paradigmático de esta práctica supuestamente prohibida por el profeta. Con la conquista musulmana de la Península Ibérica, la conversión de las catedrales y las principales iglesias en mezquitas fue la práctica habitual. En Córdoba, como en las poblaciones más importantes, los invasores islámicos se encontraron que la ciudad se organizaba en torno a la basílica de san Vicente mártir y el complejo episcopal visigótico.

Toledo, Zaragoza y Valencia

En un primer momento, el templo cumplió las funciones de mezquita, pero poco más tarde, las necesidades propias de oración de los musulmanes - la orientación hacia La Meca, la ausencia de ornamentos figurativos- llevó a la construcción del templo islámico, para lo que derribó la basílica cristiana y, como todavía se puede comprobar en una visita al lugar -y en contra de cita de Mahoma utilizada por la Junta Islámica-, se utilizaron algunos elementos arquitectónicos (como columnas y capiteles) para la construcción de la mezquita. Al igual que en Córdoba, los musulmanes que conquistaron la España visigoda, repitieron este proceso en ciudades como Toledo, Zaragoza o Valencia.

Sin embargo, las tribus norteafricanas que invadieron la península Ibérica no fueron las únicas empecinadas en contrariar los deseos de su profeta Mahoma recordados ahora por la Junta Islámica. Más al este, en la otra gran incursión dentro del antiguo imperio Romano, los otomanos se aprovecharon de los templos cristianos para dirigir su oración hacia La Meca.

De Estambul a Budapest

En su visita a Turquía hace poco más de un mes, Benedicto XVI, tuvo un minuto de recogimiento en la mezquita Azul de Estambul, pero en ningún momento evidenció dirigirse «al único Señor del cielo y la tierra» en su visita a otro lugar donde hubiera estado más justificada su oración, en la basílica de Santa Sofía. Construida en el siglo VI, la iglesia de Hagia Sofía (la Divina Sabiduría) fue un templo cristiano hasta 1453, cuando Estambul cayó en manos de los otomanos y fue rápidamente convertida en mezquita. Los musulmanes no tuvieron escrúpulos a la hora de destruir y cubrir los mosaicos que adornaban la enorme cúpula por tratarse de representaciones humanas, prohibidas por el Corán. El templo tuvo un uso islámico hasta que el fundador de la actual patria turca, el laicista Mustafá Kemal «Ataturk», lo convirtió en museo en 1935. Otro Papa, Pablo VI, el primero en visitar el lugar en 1967, se arrodilló y rezó durante unos instantes ante un mosaico que representa a la Virgen María en una de las capillas laterales. Su gesto suscitó una crítica tan grande de los musulmanes que ninguno de sus sucesores (Juan Pablo II y Benedicto XVI) que ha vuelto al lugar se han atrevido a repetirlo.

Y en contra de lo que se pudiera argumentar, la práctica de convertir los templos cristianos en mezquitas, prohibida por Mahoma según la Junta Islámica, ha continuado hasta nuestros días. Una de las imágenes que permanece en la retina de primeros momentos de la independencia de Argelia, en los años sesenta, es precisamente la ocupación de los templos cristianos por parte de la mayoría musulmana. Aunque en su vecino Marruecos, su anterior monarca Hassan II llegó a afirmar que en su país no ocurriría igual, y las iglesias no serían convertidas en mezquitas, lo cierto es que en los últimos tiempos, aquella buena intención no ha sido totalmente respetada y en ciudades como Casablanca, la mezquita de Palestina ha sido instalada en una iglesia católica construida en los años veinte del pasado siglo.

En la primera Guerra Mundial, el genocidio que los turcos practicaron contra la población armenia, que costó la vida a un millón de personas en apenas un lustro, también supuso la destrucción de más de quinientos templos cristianos y la conversión de doscientas ochenta y dos iglesias en mezquitas.

El caso de Chipre

Y en otros de los puntos «calientes» de la actual Unión Europea, Chipre, la situación no es mejor. Tras la ocupación turca de parte de la isla en 1974, la minoría musulmana se vio reforzada y reconvirtió para sus rezos setenta y siete iglesias cristianas, según recoge el informe de los observadores internacionales enviados por Naciones Unidas. Otras muchas fueron destruidas o saqueadas. No es de extrañar, que su posición de apoyo a la ocupación de la pequeña isla mediterránea sea una de las principales trabas que aleja a Turquía de su ingreso en la Unión Europea.

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