Lo que la Ministra nos niega, nos lo da gratis la naturaleza
El informe sobre el cambio climático elaborado por 2.500 expertos de todo el mundo, nos pone los pelos de punta y a la vez nos invita a una reflexión: por qué ha ocurrido y qué podemos hacer para contrarrestar sus efectos tan nocivos. Los valencianos, estos días, estamos contentos porque la lluvia nos bendice y nos aporta —a través de métodos naturales—, lo que necesitamos para vivir y ha sido eliminado por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero; pero cómo siempre debe haber un «pero», podemos cuestionarnos qué futuro nos espera si se cumplen las previsiones de grandes sequías combinadas con intensas inundaciones. Y para empezar a encontrar soluciones, un aspecto clave: ¿qué ha hecho el hombre para provocar estos desastres ecológicos?
La acción del hombre ha sido uno de los detonantes más agresivos y perjudiciales: con la tala de árboles para la construcción de urbanizaciones; con la ubicación de polígonos industriales en lugares poco aconsejables y la consiguiente concentración de gases contaminantes para la atmósfera; con el arranque de determinados bosques centenarios para la posterior siembra de otras semillas de árboles de crecimiento rápido; con la ausencia de eficaces políticas forestales que limpien los bosques y eviten los incendios de tantas y tantas hectáreas; con la débil mentalidad ecológica que tienen algunos sectores de la sociedad civil y un largo etcétera de barbaridades cometidas con nuestra naturaleza a nivel nacional e internacional. Y todo ello, ¿por qué? Porque el hombre es egoísta, concentra su ambición en sí mismo y no en la solidaridad ni en el bien común, busca con una actividad desenfrenada y frenética el ánimo de lucro y el poder tiránico sobre los demás y de esta forma, se encuentra con una « autodestrucción personalizada con repercusión global». Eso es lo que hay que analizar, frenar, reconducir hacia otros derroteros «auténticamente ecológicos», convencer con argumentos verdaderos a todos los hombres de buena voluntad que hoy por hoy están confundidos y transmitir a todos los estamentos relacionados con capacidad de poder político, mediático o social, las posibles soluciones para que sean una realidad lo antes posible.
Y por ahí hay que empezar, por el camino de la «buena educación», de la creación de una nuevo estilo de vida diferente denominado «respeto a la verdad sobre uno mismo, a la existencia de los demás, a una naturaleza creada por Dios para el servicio de todos los hombres de todos los tiempos, no para su utilización en provecho propio y en detrimento de los demás, en un momento puntual. Si esta manera de pensar se globaliza, y ojalá se logre, el nefasto cambio climático diagnosticado por los expertos quizá experimente un retroceso y una metamorfosis positiva: ésa será la energía «capitalista solidaria no salvaje» que salve a la Humanidad y prepare un futuro ecológico a las nuevas generaciones.
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