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Conclusion del Acontecimiento

En la conclusión de este acontecimiento sucedió un hecho insólito. Llevaba ya varios días con mi ánimo en la necesidad de ir a dar gracias a la Virgen ante su imagen en la que había experimentado el impulso para escribir estos encuentros y por haberlos podido realizar con Su protección, que me puso a seguro de cualquier posible superioridad del Enemigo. Así es que una tarde fui a la iglesia donde aquella querida imagen es venerada en Roma y arrodillado a sus pies comencé a darle las gracias.

A los pocos minutos, proveniente de la primera fila de los bancos, donde estaba también ella orando, se me acercó la muchacha de la vez pasada. Me impresionaron también ahora sus ojos luminosísimos y dulces y su sonrisa excepcionalmente encantadora.

—Eh, ¿ha quedado contento de haber obedecido?.

—Perdón, señora....

—No, señorita.

—Podría decirme, señorita, ¿quién es Vd.?

—Mi nombre no importa, déjelo así le ruego que no le busque. Le digo que estoy contenta de que Vd. haya obedecido.

—Se ve que está muy interesada en este asunto..

—«Sí, muchísimo. Ahora se lo digo». Entonces cogí una silla que tenía cerca y me senté a su lado, en un ángulo apartado, y ella comenzó a hablar con voz baja y calmadamente me dijo:

—Quería decirle que ha hecho mucho bien al escribir esa entrevista.

Comprendo que pocos le creerán, pero es necesario no callar. El enemigo recurre a todo tipo de argucias para no hacerse descubrir. Quiere trabajar escondido. Y lo logra.

Ustedes, los sacerdotes, deben desenmascararle. El Señor les concedió contra el demonio un poder especial del que no son conscientes El tiene un miedo terrible de ustedes, sacerdotes. Por eso les odia más que a los demás, les rodea, les tienta y les hace caer. Son muchas las víctimas que va haciendo entre ustedes.

Y pensar que son muchos los sacerdotes que no creen en su presencia, ni en sus obras. Hablan de él por diversión, por burla, y no piensan que se trata de su enemigo capital.

¡Es una situación triste! Vd. No se preocupe de lo que digan sobre lo que ha escrito. Déjeles reír. Muchos son instrumentos suyos y no se dan cuenta. Obedecen sus órdenes pero Dios les observa. ¡Si viese qué horror, qué repugnancia dan ciertas almas de sacerdotes, llenos de orgullo, de impureza, de rebeldía y sembradores de escándalos! ¡Si Dios les concediera ver su alma, aunque solo fuese por un instante y mirarse al espejo! ¡Se han dejado arruinar por su enemigo y no creen en él! ¡Dios mío, qué horror!

Vd. confíe su escrito a manos de Ella y no se preocupe. La gracia de Dios podrá servirse de estas páginas para iluminar tantas almas . Y esto tiene un gran mérito. Dios le bendiga.

—Muchos me ridiculizarán.

—No le preocupe.

Aquí la muchacha, con la cara de nuevo sonriente, se levantó, hizo una genuflexión hacia el altar, me saludó y se fue.

Me quedé con la impresión de haberme encontrado con una de aquellas almas escondidas, pero muy queridas por Dios. No es una persona creada por mi fantasía. Está viva y es verdadera.

Ahora en...

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