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Capítulo 12

Prosigue en este primer estado. Dice hasta dónde podemos llegar con el favor de Dios por nosotros mismos, y el daño que es querer, hasta que el Señor lo haga, subir el espíritu a cosas sobrenaturales [1].

1. Lo que he pretendido dar a entender en este capítulo pasado -aunque me he divertido [2] mucho en otras cosas por parecerme muy necesarias- es decir hasta lo que podemos nosotros adquirir, y cómo en esta primera devoción podemos nosotros ayudarnos algo. Porque en pensar y escudriñar lo que el Señor pasó por nosotros, muévenos a compasión, y es sabrosa esta pena y las lágrimas que proceden de aquí. Y de pensar la gloria que esperamos y el amor que el Señor nos tuvo y su resurrección, muévenos a gozo que ni es del todo espiritual ni sensual [3], sino gozo virtuoso y la pena muy meritoria. De esta manera son todas las cosas que causan devoción adquirida con el entendimiento en parte, aunque no podida merecer ni ganar si no la de Dios. Estále muy bien a un alma que no la ha subido de aquí [4], no procurar subir ella; y nótese esto mucho, porque no le aprovechará más de perder [5].

2. Puede en este estado hacer muchos actos para determinarse a hacer mucho por Dios y despertar el amor, otros para ayudar a crecer las virtudes, conforme a lo que dice un libro llamado Arte de servir a Dios, que es muy bueno y apropiado para los que están en este estado, porque obra el entendimiento [6]. Puede representarse delante de Cristo y acostumbrarse a enamorarse mucho de su sagrada Humanidad y traerle siempre consigo y hablar con El, pedirle para sus necesidades y quejársele de sus trabajos, alegrarse con El en sus contentos y no olvidarle por ellos, sin procurar oraciones compuestas, sino palabras conforme a sus deseos y necesidad [7].

Es excelente manera de aprovechar y muy en breve; y quien trabajare a traer consigo esta preciosa compañía y se aprovechare mucho de ella y de veras cobrare amor a este Señor a quien tanto debemos, yo le doy por aprovechado [8].

3. Para esto no se nos ha de dar nada de no tener devoción -como tengo dicho- [9], sino agradecer al Señor que nos deja andar deseosos de contentarle, aunque sean flacas las obras. Este modo de traer a Cristo con nosotros aprovecha en todos estados, y es un medio segurísimo para ir aprovechando en el primero y llegar en breve al segundo grado de oración, y para los postreros andar seguros de los peligros que el demonio puede poner.

4. Pues esto es lo que podemos. Quien quisiere pasar de aquí y levantar el espíritu a sentir gustos que no se los dan [10], es perder lo uno y lo otro, a mi parecer, porque es sobrenatural; [11] y perdido el entendimiento, quédase el alma desierta y con mucha sequedad. Y como este edificio todo va fundado en humildad, mientras más llegados a Dios, más adelante ha de ir esta virtud, y si no, va todo perdido. Y parece algún género de soberbia querer nosotros subir a más, pues Dios hace demasiado, según somos, en allegarnos cerca de Sí.

No se ha de entender que digo esto por el subir con el pensamiento a pensar cosas altas del cielo o de Dios y las grandezas que allá hay y su gran sabiduría; porque, aunque yo nunca lo hice (que no tenía habilidad -como he dicho- [12] y me hallaba tan ruin, que aun para pensar cosas de la tierra me hacía Dios merced de que entendiese esta verdad, que no era poco atrevimiento, cuánto más para las del cielo), otras personas se aprovecharán, en especial si tienen letras [13], que es un gran tesoro para este ejercicio, a mi parecer, si son con humildad. De unos días acá lo he visto por algunos letrados [14], que ha poco que comenzaron y han aprovechado muy mucho; y esto me hace tener grandes ansias porque muchos fuesen espirituales, como adelante diré.

5. Pues lo que digo «no se suban sin que Dios los suba», es lenguaje de espíritu [15]. Entenderme ha quien tuviere alguna experiencia, que yo no lo sé decir [16] si por aquí no se entiende. En la mística teología que comencé a decir [17], pierde de obrar el entendimiento, porque le suspende [18] Dios, como después declararé más, si supiere y El me diere para ello su favor. Presumir ni pensar de suspenderle nosotros, es lo que digo no se haga, ni se deje de obrar con él, porque nos quedaremos bobos y fríos, y ni haremos lo uno ni lo otro; que cuando el Señor le suspende y hace parar, dale de qué se espante [19] y se ocupe, y que sin discurrir entienda más en un «credo» [20] que nosotros podemos entender con todas nuestras diligencias de tierra en muchos años. Ocupar las potencias del alma y pensar hacerlas estar quedas, es desatino.

Y torno a decir que [21], aunque no se entiende, es de no gran humildad; aunque no con culpa, con pena sí, que será trabajo perdido, y queda el alma con un disgustillo como quien va a saltar y la asen por detrás, que ya parece ha empleado su fuerza, y hállase sin efectuar lo que con ella quería hacer; y en la poca ganancia que queda verá quien lo quisiere mirar esto poquillo de falta de humildad que he dicho [22]. Porque esto tiene excelente esta virtud, que no hay obra a quien ella acompañe, que deje el alma disgustada.

Paréceme lo he dado a entender, y por ventura será sola para mí. Abra el Señor los ojos de los que lo leyeren, con la experiencia; que, por poca que sea, luego lo entenderán.

6. Hartos años estuve yo que leía muchas cosas y no entendía nada de ellas; y mucho tiempo que, aunque me lo daba Dios, palabra no sabía decir para darlo a entender, que no me ha costado esto poco trabajo. Cuando Su Majestad quiere, en un punto lo enseña todo, de manera que yo me espanto.

Una cosa puedo decir con verdad: que, aunque hablaba con muchas personas espirituales que querían darme a entender lo que el Señor me daba, para que se lo supiese decir, y [23] es cierto que era tanta mi torpeza, que poco ni mucho me aprovechaba; o quería el Señor, como Su Majestad fue siempre mi maestro (sea por todo bendito, que harta confusión es para mí poder decir esto con verdad), que no tuviese a nadie que agradecer. Y sin querer ni pedirlo (que en esto no he sido nada curiosa -porque fuera virtud serlo- sino en otras vanidades), dármelo Dios en un punto a entender con toda claridad y para saberlo decir, de manera que se espantaban y yo más que mis confesores, porque entendía mejor mi torpeza. Esto ha poco [24]. Y así lo que el Señor no me ha enseñado no lo procuro, si no es lo que toca a mi conciencia.

7. Torno otra vez a avisar que va mucho en «no subir el espíritu si el Señor no le subiere». Qué cosa es, se entiende luego. En especial para mujeres es más malo, que podrá el demonio causar alguna ilusión; aunque tengo por cierto no consiente el Señor dañe a quien con humildad se procura llegar a El, antes sacará más provecho y ganancia por donde el demonio le pensare hacer perder.

Por ser este camino de los primeros [25] más usado, e importan mucho los avisos que he dado, me he alargado tanto. Y habránlos escrito en otras partes muy mejor, yo lo confieso, y que con harta confusión y vergüenza lo he escrito, aunque no tanta como había de tener.

Sea el Señor bendito por todo, que a una como yo quiere y consiente hable en cosas suyas, tales y tan subidas.

Notas

[1] El sentido del capítulo es: trata del primer grado de oración. - Establece la línea diferencial entreeste estado y los siguientes: hasta qué punto puede llegar el principiante con su esfuerzo; y dónde comienza la oración infusa, a la que él no puede elevarse por sus fuerzas. - En el capítulo insistirá en este sengundo punto: que la oración infusa o la experiencia de Dios no es fruto del esfuerzo humano, sino puro don de Dios. - Todo el capítulo tiene tono polémico, contra corrientes de su época. Seguirá siendo objeto de polémica después de publicado el libro. Fray Luis de León tendrá que acotarlo con una larga nota marginal en la segunda edición de Vida (Salamanca 1599: pp. 105-107), ante los ataques provocados por la edición primera de la obra (cf. la nota 18 de este capítulo). - «Subir el espíritu» y «cosas sobrenaturales» son expresiones técnicas: quedarán aclaradas en el texto. - Al final del epígrafe de este capítulo, una segunda mano añadió en el autógrafo «y extraordinarias». Aunque fray Luis aceptó la corrección (p. 135), no la retenemos en el texto.

[2] Me he divertido: en su acepción etimológica «distraer», «salir de tema».

[3] Sensual: en la acepción de «sensible» (cf. 3, 2). Una distinción psicológica muy parecida la hará en C. 4, 13 y 6, 1, a propósito del amor, entre espiritual y sensible.

[4] Un alma a la que el Señor no la ha subido de aquí (= de este primer grado de oración a otro superior).

[5] Más de perder: no le aprovechará más que para perder.

[6] Porque obra el entendimiento: porque es estado (u oración) en que actúa el entendimiento. En el fondo de estas afirmaciones está la convicción de la autora del doble modo de «conocer» que tiene el entendimiento: activamente (discurriendo, etc.) y pasivamente (en la contemplación infusa). - El libro aludido líneas antes, es el del franciscano Alonso de Madrid, leidísimo en tiempo de la Santa. Ediciones en Sevilla 1521, Alcalá 1526, Burgos 1530 y sucesivamente en 1542, 1551, 1555, 1570... Reeditado en 1911 en la Nueva Biblioteca de Autores Españoles, y más recientemente por J.B Gomis en la BAC (Madrid 1948).

[7] Cf. un pasaje paralelo en C. 26, 3-6.

[8] Aprovechado: en el sentido de «avenyajado», o bien en la acepción técnica teológica (cf. 11, nota 12), y en este cap., n. 3.

[9] Como tengo dicho: en el c. 11, nn. 13-14.

[10] Gustos que no se los dan: cuando no se los dan. - «Gustos» en su acepción técnica de «oración mística», de la que hablará en el c. 14 (cf. el título).

[11] Es sobrenatural: «sentir gustos» es cosa sobrenatural». - «Sobrenatural en el léxico de la Santa no tiene el significado de la teología de hoy. Equivale «grosso modo» a místico e infuso. La Santa misma nos dio su definición diez años más tarde: «sobrenatural llamo yo lo que con industria ni diligencia no se puede adquirir aunque mucho se procure, aunque disponerse para ello sí» (Rel. 5, 3).

[12] Como he dicho: en el c. 9, 5.

[13] Si tienen letras: estudios.

[14] Algunos letrados que ha poco comenzaron: «letrados», personas con estudios, especialmente teólogos, biblistas, filósofos... Los aludidos aquí coinciden en gran parte con los destinatarios del libro: Pedro Ibáñez, García de Toledo, probablemente Báñez, y algún otro. Sobre el afán de la Santa por «espiritualizar a los letrados», cf. c. 33, 5-6 y 34, 6 y ss. Y C. 3.

[15] No suban sin que Dios los suba / es lenguaje de espíritu: la primera expresión significa, según la autora, hacer un esfuerzo por suspender el discurso (n. 5) o por sentir «gustos espirituales» (n. 4), sin que Dios pasivamente los otorgue al orante. Era terminología en uso en los libros leídos por la Santa (Tercer Abecedario de Osuna, 9, c. 8; Subida del Monte Sión de Bernardino de Laredo, 3, c. 41). - «Lenguaje de espíritu» es la manera de hablar y escribir de los «espirituales» o los místicos (cf. c. 11, nota 13).

[16] En el autógrafo: no lo sé «de» decir: sigo pensando que se trata de un lapsus material ocasionado por el paso de línea, como en otras ocasiones (c. 13, 14). En la autora es frecuentísimo: «sé decir / saber decir», nunca: «saber «de» decir». - Recuerdo el pasaje del c. 7, 22: «de mí sé decir que...»: fray Luis: «sé decir» (p. 138).

[17] Comencé a decir: en el c. 11, 5, o en el c. 10, 1. - Y lo declarará más en los cc. 18-22.

[18] Le suspende Dios (el entendimiento): Fray Luis, en su 2ª edición de la Vida (pp. 105-107), parte de esa expresión para hacer la defensa de la autora. He aquí su nota marginal: «El suspender Dios el pensamiento o entendimiento de que habla aquí la santa madre, y lo llama Mystica Theología, es presentarle delante un bulto de cosas sobrenaturales y divinas y infundir en él gran copia de luz para que las vea con una vista simple y sin discurso, ni consideración ni trabajo. Y esto con tanta fuerza que no puede atender a otra cosa, ni divertirse. Y no para el negocio en sólo ver y admirar, sino pasa la luz a la voluntad, y tórnase fuego en ella que la encienda en amor. De manera que quien esto padece, tiene el entendimiento enclavado en lo que vee y espantado de ello, y la voluntad ardiendo en amor dello mismo, y la memoria del todo ociosa, por que el alma ocupada con el gozo presente no admite otra memoria. Pues deste elevamiento o suspensión, que es sobrenatural, quiere dezir que nuestra alma en ello más propiamente padece, que haze, y dize que nadie presuma elevarse desta manera antes que la eleven, lo uno porque excede toda nuestra industria y ansí será en balde, lo otro porque será falta de humildad. Y avisa desto la santa madre con grande causa, porque ay libros de oración que aconsejan a los que oran, que suspendan el pensamiento totalmente, y que no figuren en la imaginación cosa ninguna, ni aun resuellen, de que succede quedarse fríos e indevotos».

[19] De qué se espante: se asombre o se admire.

[20] En un credo: la duración del rezo de un Credo. La Santa sigue el uso popular de utilizar el credo y el avemaría como unidades de medida del tiempo (cf. Vida 4, 7; 38, 1.10; 15, 7; 30, 16).

[21] Torno a decir que...: que «presumir suspender el pensamiento» es de poca humildad. Lo ha dicho en el n. 4.

[22] Que he dicho: en el n. 4.

[23] Y es cierto: es redundante la «y». Fray Luis la omite (p. 140).

[24] Esto ha poco: hace poco que la autora es consciente de poseer esa posibilidad de expresar (escribir) sus experiencias profundas. Testificará su impotencia expresiva en el c. 13, 11-12. En el c. 17, 5 distinguirá las tres etapas de su proceso expresivo-místico: experimentar, entender, expresar. Cf. c. 30, 4.

[25] Este camino de los primeros: el primer grado de oración. «Más usado»: los que llegan a este primer grado son más que los iniciados en los grados sucesivos.

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