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Sobra crispación y falta sensatez

Por la vida no se puede ir como va nuestra sociedad - los medios de comunicación relatan lo que ocurre y amplifican sus efectos-, y necesitamos reflexionar sobre tantas barbaridades; para muestra, basta un botón: agresividad que llega a límites de criminalidad; violencia domestica o de otros tipos; botellazos en los estadios deportivos; peleas callejeras entre adultos, adolescentes o niños; ataques sin ton ni son a los más débiles sólo por el hecho de serlo y un largo etcétera de desatinos o disparates. Por ello, me atrevo a formular algunas soluciones que pueden sosegar los ánimos, facilitar la reflexión para acertar en el diana de lo que nos ocurre a nivel personal y social, y si nos parece bien, rectificar algunos componentes de este «coctail molotov», agítese antes de usarse: se trata de buscar todo lo que facilite enfriar el ambiente y encontrar serenidad a nuestro alrededor, porque se da la paradoja que en la etapa del calentamiento global también se calientan los ánimos, quién sabe si éste fenómeno puede ser otro ingrediente desencadenante.

Si la agresividad consiste en actuar o responder de forma violenta podemos dirigir nuestro pensamiento hacia estas líneas multidireccionales: ¿por qué se actúa y por qué se responde con ferocidad o ensañamiento? ... ¿ha sido siempre así o es un fenómeno reciente? ...¿está originado por el ambiente, por la política, por la educación —en este caso sería falta de educación—, o un cambio en las costumbres tradicionales que han servido y mucho a nuestros antepasados?. Por todo esto y por mucho más: por la pérdida de valores claves que marcan las personalidades, las conductas y las relaciones entre los demás. ¿qué tipo de valores se echan por la borda?; los podríamos resumir en los «valores que nos convierten en personas» y nos distinguen de los animales: la búsqueda de la verdad, el respeto y trato hacia a los demás como nos gustaría ser tratados, el valor del trabajo como un servicio no como un trampolín hacia metas ambiciosas, el sentido de la familia como núcleo principal de educación y responsabilidad, la libertad de elegir el bien sin cortapisas, el esfuerzo en el estudio porque lo que mucho vale mucho cuesta, la finalidad trascendente del sufrimiento y del dolor o la amistad como un valor en alza, entre otros.

¿Y por dónde ha empezado el abismo hacia el que caen en cascada los valores tradicionales?: quizá por la televisión, por el mimetismo que provocan los rayos catódicos en la « caja tonta»,»el tostador de imágenes» o la «niñera electrónica. A los españoles... ¿nos costaría mucho introducir «estas recetas de siempre, llamadas artesanales» en la programación de las televisiones? Ganaría en audiencia y en ingresos por publicidad.