» Baúl de autor » Luis Sánchez de Movellán de la Riva
Ángel Herrera y El Debate
En la segunda mitad del siglo XIX, período durante el que se vive una profunda crisis en lo filosófico, en lo existencial, en lo económico, en lo social y en lo espiritual, se acentúa la doctrina moralizante frente al romanticismo y las publicaciones reflejan el enfrentamiento entre los partidarios de la tradición católica y los defensores de una nueva moral.
Cuando Ángel Herrera Oria (Santander, 1886) tenía veinticinco años y edita 'El Debate' van once años del nuevo siglo. Mientras en toda Europa se vive un generalizado optimismo, España está invadida por todo lo contrario. Cuando España en 1898 pierde las colonias de ultramar, las adquieren y las multiplican los demás: la poderosa Inglaterra, la didáctica y esencialmente colonial Francia, la ambiciosa Italia y una Alemania ávida y necesitada de expansión. España pierde las colonias y entra en tensiones políticas, económicas y sociales que envuelven al país en una generalizada atmósfera de pesimismo.
En la primera década del siglo, Europa vive como en una nube. Se siente orgullosa del avance material, de la mejora física del hombre, se desarrollan los deportes, los conocimientos filosóficos, literarios y técnicos. Se transforman las bases de la empresa familiar por las sociedades anónimas. La 'belle époque' en París, la Viena de los valses, los años eduardianos en Londres, la vida confiada en Berlín, el fasto ruso. Son años legendarios que el 14 de agosto de 1914 se derrumbarían.
España era un país con una economía atrasada, con una agricultura protegida y nada competitiva y unos enclaves industriales también protegidos. Estamos ante una sociedad rural, poco urbanizada, con grandes desigualdades sociales, culturales y regionales, un elevado número de analfabetos y sin clases medias. Estamos ante una sociedad que estaba agonizando y los viejos esquemas ya no eran válidos. España vive una gran frustración colonial, padece una crisis internacional que repercute negativamente en la política nacional. El 98 es un símbolo que marca un punto de inflexión en la historia de nuestra patria y esto va encadenado a un sentido de frustración, de pesimismo. En los años finales del XIX y principios del XX cobra un gran protagonismo la prensa como medio de transmisión de valores.
Irrumpe la Generación del 98 que Ortega en un artículo en 'El Imparcial' decía que se «encontró sin una nación en que realizarse ni individualidades a quienes seguir. Se encontró sin casa y sin padres en el orden espiritual...». Ángel Herrera, tres años más joven que Ortega, pertenece a la misma generación del filósofo y escritor, a la llamada Generación del 14, en la que se engloban numerosas personalidades de la época: Manuel Azaña, Julián Besteiro, Salvador de Madariaga, García Morente, Américo Castro, Gregorio Marañón, Julio Camba, Castelao, Claudio Sánchez Albornoz, Jiménez de Asúa, Blas Cabrera, Manuel de Falla, Pablo Picasso, Joan Miró, Juan Gris, Gutiérrez Solana, María Blanchard, Rafael de Penagos, Juan Ramón Jiménez, Eugenio d´Ors, Gabriel Miró, León Felipe, Ramón Gómez de la Serna, Concha Espina... Figuras todas ellas nacidas en torno a 1886, igual que Herrera.
Los autores de esta generación son exhibidores de un talante más desdramatizador y europeo que sus predecesores (los del 98) frente al problema de España y su crisis de identidad; poseedores de una actitud más vitalista y deportiva; valedores de las cosas hasta dar en una exaltación de lo cotidiano; y renovadores, en fin, del pensamiento, las ciencias, la literatura y las artes plásticas.
Para poder entender la decisión de Herrera Oria de editar 'El Debate', hay que tener en cuenta, al menos, estos cuatro indicadores. En primer lugar, un fin de siglo marcado por una crisis generalizada de los valores tradicionales. En segundo lugar, la división de los católicos, hecho que les impedía tener un mínimo de peso político en el país. En tercer lugar, republicanos y liberales eran contrarios a la ortodoxia católica y profesaban un gran anticlericalismo. Y, por último, a principios del siglo XX se daban las condiciones políticas, económicas y sociológicas para afrontar la salida de un periódico católico, pero también se había desarrollado suficientemente la técnica, sin la cual no era posible un proyecto tan ambicioso.
Todo esto está presente en la mente de Herrera... Esa «preocupación de España» o ese «me duele España» de Unamuno es válido para Herrera. El joven abogado del Estado ve cómo ese grupo de literatos e intelectuales de acción se transformó en rebeldía contra todo lo que a su alrededor había y en todos se produce un visible alejamiento de la ortodoxia católica. En España había una gran disgregación en el campo católico y, por lo tanto, no se daban las condiciones idóneas para organizarse en movimientos que defendiesen las tesis ortodoxas. Como señala el historiador José Luis Orella, la «unidad de los católicos era clave para cualquier acción que se quisiera realizar con éxito ante las medidas anticlericales que los gobiernos liberales realizaban en España».
La importancia de la prensa la entendió como nadie la llamada Generación del 14 a la que pertenece Herrera Oria. Si tenemos en cuenta la insistencia de León XIII en la necesidad de la implicación de periodistas católicos que entren en los nuevos sistemas de información y de opinión pública, se comprende que un hombre con la alta formación académica que tenía, la sensibilidad social que respiraba y su entrega a la Iglesia, emprendiera la hazaña de editar 'El Debate', que sería el primer buque, el buque insignia, de una gran flota que culminaría más tarde con los periódicos 'Ya', 'Ideal Gallego', 'Ideal' de Granada, 'Hoy' de Badajoz y 'La Verdad' de Murcia. A esto hay que sumar la Agencia Logos y la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC). Herrera le dio tal importancia a la prensa hasta el punto de ser el primero en nuestro país por preocuparse de la formación académica de los periodistas, contrariamente a lo que muchos intelectuales de entonces pensaban.
El siglo XX se iniciaba con una gran corriente anticlerical que fue magnificada por la prensa republicana y liberal. En los años de cambio de siglo, de acuerdo con las directrices pontificias, se despierta en la jerarquía española la obsesión por crear una buena prensa. Lo lograría la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNdP), bajo la dirección de Ángel Herrera que, al hacerse cargo en 1911 de un pequeño periódico en apuros, creado en 1910 por Guillermo Rivas, hará de 'El Debate' el primer gran diario católico español a la altura de los tiempos.
'El Debate' hubo de vencer grandes obstáculos para imponer un concepto de periodismo católico moderno, un catolicismo posibilista y modernizador que pretende la movilización política de los católicos, siempre independiente de los partidos políticos. Debía imponerse a un catolicismo integrista que ha sido siempre la enfermedad del catolicismo español. Fue un rotativo que trató de modernizar a la derecha española, de conseguir que abandonase sus nostálgicos y rancios métodos totalmente desfasados e inoperantes en política, para convertirla en operante. Tuvo Ángel Herrera, desde el principio, un espíritu eminentemente pragmático contrario al de otros periódicos católicos que centraban todos sus interese y energías en polemizar con sus colegas republicanos y liberales.
Ángel Herrera Oria tenía muy claro que «ante todo y sobre todo, el periodismo católico ha de ser periodismo». Parecía tener muy presente la idea de Joseph Pulitzer cuando donó en 1903 dos millones de dólares para la creación de un 'College' de Periodismo en la Universidad de Columbia: «Hacer mejores periodistas, que hagan mejores periódicos que, a su vez, hagan mejor al público». Y a ello se entregó, dirigiendo 'El Debate', para hacer valer sus ideas en un principio de siglo desnortado, mediante el cultivo del respeto al que disiente, la moderación en las formas sin abdicar de las propias convicciones, la corrección en el trato y, en definitiva, el amor profundo a todos desde la propia raíz cristiana.
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