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No vamos hacia un cambio climático sino hacia una nueva glaciación

Dos especialistas en ciclos solares rusos, Bokov y Abdusamatov aseguran que vamos hacia una nueva era glaciar y para avalar esta afirmación avalan sus estudios en la evolución del sol no en el CO2 al que consideran beneficioso para el crecimiento de las plantas, para el calentamiento de la tierra y para el retraso de la glaciación; los expertos hablan de una glaciación cada 100.000 años y la última conocida fue hace 115.000 años: entre las glaciaciones existen períodos cálidos llamados interglaciares —por lo visto estamos en uno de ellos que se inició hace 11.600 años y suelen durar algo más de 10.000 años—, y después llega otra ola de frío glaciar; otro científico, en este caso inglés, John Gribbin afirma que es inminente su llegada porque se dan las condiciones adecuadas, mientras que Sir Fred Hoyle —el que acuñó el término Big Bang—, avisa que la glaciación debería la mayor preocupación no el calentamiento.

Estos datos son interesantísimos y por ahora, desconocidos para la inmensa mayoría de las personas: han sido recogidos por un periodista, Luis Carlos Campos, autor de «Calor Glacial», cuya lectura aconsejo. Este periodista denuncia que «los que saben» carecen de voz porque se les silencia —especialmente en los medios de comunicación con cobertura internacional—, y los que «no saben» son los que tienen poder político y dinero para continuar en esta espiral que proporciona tantos beneficios económicos; afirma que las guerras comerciales buscan su base económica pero no la científica, por lo que las películas de ciencia ficción que anuncian esta previsible glaciación no tienen éxito de taquilla y carecen de la orquestada campaña mediática necesaria para triunfar en los Oscars.

Algunos datos más: los que entienden dicen que las dos últimas glaciaciones empezaron por el Ártico, cosa que ya se escribe en presente; que las estaciones cambian y cuando debe ser primavera es invierno o viceversa, como acaba de ocurrir; que las ballenas llegan hasta la playas —hecho inusual porque no es su hábitat—, y las abejas y los anfibios tienen fecha de caducidad. Y una última verificación: la Antártida se enfría desde hace unos 30 años y en la estación a la que corresponde el invierno cada vez hace más frío.

Creo que es el momento oportuno para tomar conciencia de esta realidad-futurible-transformación climática: los poderes públicos deben ser los primeros porque si la sociedad civil debe prepararse para esta nueva glaciación, las decisiones claves deberán ser políticas. Dejémonos de conflictos y polémicas sobre asuntos puntuales y abordemos la futura glaciación como el verdadero, auténtico y mundial problema de la humanidad en este siglo XXI. Dejemos estudiar a los científicos, enseñemos a las nuevas generaciones a respetar el medio ambiente y a desarrollar técnicas de supervivencia ante la imprevisible naturaleza y dediquémonos a pensar en cómo afrontar esta nueva etapa climática antes de que se nos congele el cerebro y el pensamiento sea ineficaz.