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Para un lenguaje no sexista (últimas propuestas)

Enterado me he, que en el 2010 próximo por venir va a nacer una nueva edición del Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, y de que ya están los señores académicos a la faena de preñar, con nuevas palabras y giros, el Lexicón, en espera del feliz alumbramiento.

En cuanto enterado me he, me he puesto, ipso facto, a cavilar con tal de aprovechar la oportunidad y hacer una serie de propuestas a los señores preñadores del útero del Diccionario para ver de desterrar, de una vez por todas, el lenguaje sexista que tanto nos, y sobretodo las, abruma, turba, perturba y conturba: ¿qué latazo, oiga!

De manera que, para evitar el lenguaje sexista y sexisto, insisto, vengo a proponer y propongo que:

1.- Cuerpo Humano: Todas aquellas palabras que nombren órganos del cuerpo humano, terminarán en 'o' cuando el poseedor de la víscera sea hombre; en 'a', si es mujer; y en 'e', si es homosexual, que los homosexuales también tienen derecho y derecha a que no se les margine en el lenguaje, como todo hijo de vecino y vecina. Porque mucho bla bla bla en pro de la igualdad lenguajil entre hombres y mujeres, y vamos y excluimos a los homosexuales que también votan y también pagan sus impuestos ¿Pues no!

Así por ejemplo: la cabeza del varón, se dirá cabezo; la del homosexual, cabece; y se mantendrá el nombre de cabeza, exclusivamente, cuando la poseedora de la cabeza sea una mujer.

¿Boca, dice usted? Pues lo mismo e igualitariamente igual: si la boca es de hombre, será boco; si es de mujer, se mantiene boca; si es de gaylesbiana, boque.

Los músculos. Por ejemplo, un poner, suponer: el esternocleidomastoideo, diráse esternocleidomastoidea si el esternocleidomastoideo lo posee una mujer; diráse esternocleidomastoidee si el esternocleidomastoideo lo lleva un homosexual; y el esternocleidomastoideo, permanece esternocleidomastoideo cuando el esternocleidomastoideo lo lleve un hombre.

Cuello, cuella y cuelle; ojo, oja y oje; cadera, cadero y cadere; esternono, esternona y esternone; peroneo, peronea y peronee; cuerpo, cuerpa y cuerpe; etcétera, etcétero y etcétere.

Reconozco que mi propuesta es algo liosilla, pero ¿y lo que nos vamos a divertir mientras nos adaptamos y lo vamos aprendiendo? ¿Es que eso no vale nada? Liosilla, sí; pero lo que es adecuada a los tiempos, adecuadísima, no me digan que no, que luego va alguno y alguna y lo critican a uno. Encima.

2.- Población: Siguiendo esta misma lógica, se reservará el término 'andaluces' para referirse, en exclusiva, a los homosexuales de Andalucía. A los hombres, les diremos andaluzos. Y a las mujeres, andaluzas.

Españolos, españolas y españoles; europeos, europeas, y europees; granadinos, granadinas y granadines; almeriensos, almeriansas y almerienses; presidento, presidenta y presidente y así todo, que esta fórmula es lo menos discriminatorio que imaginarse pueda, y cada oveja con su pareja, su parejo, o su pareje, que nunca se sabe.

3.- Profesiones: Los hombres que ejerzan de taxistas, periodistas, dentistas, recepcionistas, futbolistas o atletas, pasarán a llamarse taxistos, periodistos, dentistos, recepcionistos, futbolistos o atletos, que es lo suyo y lo igualitario en género profesional. Que si no, puede haber quien se confunda

y 4.- Nombres: Para adecuar los nombres propios a la igualdad igualitaria generil, no hay más remedio que llamar Bautistos a los Bautistas; a los Juan Marías, Juan Maríos; Consuelas a las Consuelos; Rosarias a las Rosarios; y Pilaras a las Pilares. Que así queda todo como más propio y ordenado generilmente hablando.

Algunas, algunos, y algunes, proponen, para saltar las vallas sexistas gramáticogeneriles, por ejemplo, decir siempre, en lugar de «los alumnos», «el alumnado». Pero oiga, «el alumnado» es de género masculino, ¿no? ¿En qué quedamos? Pues ahí va mi propuesta:

Se cuente el número de alumnos, alumnas y alumnes (que también los habrá, digo yo). Si hay mayoría de chicos, se dirá el alumnado; si de chicas, la alumnada; y si hubiera o hubiere mayoría de lo otro, pues le alumnade. Y así, irían aprendiendo nuestros chicos a usar el lenguaje generilmente correcto desde la Escuela. O desde el Escuelo, si la mayoría de los alumnos fueran muchachos.