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Evolución humana: descubrimientos más recientes (II)

4.- Los últimos descubrimientos

Era totalmente necesario explicar brevemente cuáles habían sido algunos de los grandes descubrimientos de la paleontología humana para poder entender el valor y el significado de los grandes descubrimientos que se ha realizado en los últimos seis años.

Al comenzar el siglo XXI la situación era la siguiente:

El homínido más antiguo era Ardipithecus ramidus y tenía 4,4 Ma. (Etiopía), y sobre él planeaba (y todavía lo hace) la incógnita de si era bípedo o no. Después teníamos a Australopithecus anamensis con 4,2 (Kenya) y la duda de si era un descendiente de ramidus. Después venía A. afarensis (Lucy) con una antigüedad comprendida entre 3 y 3,9 Ma. Ignorándose su ascendencia y afirmándose que había dado lugar a los A. africanus por una parte [15] (y estos a los Paranthropus) y a los Homo por otra. A su vez Homo contaba un dos especies de protohumanos: habilis y rudolfensis que habrían dado lugar a ergaster (el Homo erectus africano) y erectus (la versión asiática de ergaster). Heidelbergensis habría surgido de erectus (o antecessor) y habría sido el ancestro de neanderthalensis, que habrían acabado extinguiéndose sin descendencia. Nosotros, los Homo sapiens, habríamos surgido de alguna variante africana de erectus (por ejemplo Homo rhodesiensis, del que no hemos hablado aquí, y que está representado por el cráneo de Kabwe, la antigua Broken Hill, en Zambia).

Este era, grosso modo, el panorama a finales del siglo pasado. Pero a comienzos de éste ha habido cambios substanciales y descubrimientos realmente asombrosos. Tanto por el número como por su significado y trascendencia.

En efecto, en tan sólo seis años se han hecho tantos grandes descubrimientos en el terreno de la evolución humana como en los 146 años anteriores. Y la importancia de los mismos es comparable a la que han tenido los que hemos descrito en las páginas anteriores.

Hasta ahora hemos venido exponiendo de una forma sucinta los grandes hitos de la evolución humana para poder tener una idea de cuál es el contexto en el que se enmarcan los grandes descubrimientos que se han realizado recientemente. Pero hemos hecho la exposición eludiendo los datos técnicos, pues sólo era cuestión de tener una idea aproximada de cómo se había ido elaborando en el tiempo el conocimiento de nuestros antepasados. A partir de ahora sí vamos a prestar un poco más de atención a esos datos técnicos.

4.1- El hombre del milenio

En octubre del año 2000 el equipo dirigido por Martin Pickford (del Departamento de Paleontología y Prehistoria del College de France, París), Brigitte Senut (del Muséum National d'Histoire Naturalle de París) y Eustace Gitonga (Director del Community Museums of Kenya, CMK, una ONG fundada en 1997) estaba trabajando en las colinas de Tugen (Tugen Hills), en la región de Baringo, en Kenya. No buscaban allí por casualidad. En efecto. Se trataba de sedimentos que tenían seis millones de años de antigüedad más o menos la fecha en torno a la cuál debió producirse la separación entre los linajes que conducirían a los chimpancés por un lado y a los homínidos por otro, de modo que entre esos sedimentos podría encontrarse algún resto de uno de los primeros homínidos. Pero... ¿qué es lo que les hacía pensar a los directores del equipo que ahí podría haber fósiles de los primeros homínidos? La respuesta es muy simple. Un jovencísimo Martín Pickford había encontrado allí mismo, en el yacimiento de Cheboit, en las Tugen Hills, un molar de homínido... 26 años antes ¡en 1974!

Diversos avatares que no vienen la caso [16] impidieron que Pickford pudiera volver a trabajar allí hasta el otoño del año 2000. El trece de octubre de ese año la fortuna le sonreía al equipo. Uno de sus miembros, Evalyne Kiptalan descubría una falange de la mano en el yacimiento de Kapcheberek. Hubo que esperar hasta el mes siguiente para que aparecieran unos cuantos fósiles más. El día cuatro de noviembre el propio Pickford descubría un fragmento de fémur en el yacimiento de Kapsomin. Al día siguiente, y en el mismo yacimiento, Senut encontraba una diáfasis humeral derecha y Dominique Gommery otro fragmento de fémur proximal. Durante el resto del mes fueron apareciendo más fósiles. En total son catorce piezas que representan un número mínimo de seis individuos, ignorándose si se trataban de machos o hembras. Lo que sí se sabe es que uno de ellos debía de ser un niño muy pequeño, puesto que se ha hallado un diente de leche. Otro individuo debía de medir alrededor de un metro y cuarenta centímetros, pesando unos cincuenta kilogramos.

Como fue descubierto justo antes del cambio del milenio sus descubridores decidieron llamarle: Millenium man y también Millenium ancestor (ancestro del milenio). Sin embargo en febrero del 2001, cuando se presentó el resultado oficial del estudio de dichos restos [17] decidieron cambiar el nombre de este espécimen por el de: Orrorin tugenensis. El nombre genérico, Orrorin, significa, en lengua tugen, "Hombre original"; por su parte el nombre específico, tugenensis hace referencia al lugar donde se han encontrado sus restos: las Colinas de Tugen.

Estos fósiles tienen casi 6 Ma. (dato al que han llegado por separado dos equipos independientes de geólogos) y fue presentado en sociedad a través de una rueda de prensa en Nairobi a principios de diciembre, es decir: pocos días después del descubrimiento de los últimos restos y sin el tiempo para hacer un estudio técnico adecuado. Esto les valió algunas críticas, pero Senut justificó esta precipitación aduciendo presiones del entonces Presidente de Kenia, Daniel Arap Moi. Como es lógico, esta premura acrecentó aún más el escepticismo connatural que experimenta la comunidad científica ante el anuncio de hipótesis tan espectaculares como las que proponen los descubridores de Orrorin. Según ellos su posición en el árbol genealógico de los homínidos estaría en la base, pues se trataría del antecesor, y último ancestro común, de todos ellos; dando, así, lugar a los diversos géneros y especies de homínidos.

En efecto. Sus descubridores afirman que Orrorin ya era un ser bípedo con unos rasgos más humanos que los de los australopitecos. Por ejemplo, los dientes de Orrorin presentan la peculiaridad de ser pequeños, lo que se interpreta como un rasgo moderno, pero con un esmalte grueso y situados en una mandíbula fuerte, algo que representa caracteres arcaicos. El análisis de dichos dientes revela que la dieta de Orrorin era básicamente frugívora, aunque se supone que ocasionalmente debía de ingerir carne.

La cuestión más conflictiva la representa el supuesto bipedismo de Orrorin. Que la bipedia era uno de los medios de locomoción de los especímenes de Lukeino es algo que deducen sus descubridores a partir del estudio de la estructura de los fragmentos de fémur hallados. Según los investigadores, su bipedismo debía ser, al menos, tan eficaz como el de "Lucy". Ahora bien, a estos fémures les falta la parte que corresponde a la articulación de la rodilla, sin ella resultará difícil demostrar irrefutablemente su bipedia, aportando como prueba exclusiva la anatomía del fémur. Uno de los fragmentos de fémur presenta dos marcas que muy bien podrían corresponder a las producidas por los caninos de un gran depredador; esto hace suponer que el tugenensis en cuestión pudo haber sido cazado y devorado por un gran felino.

Independientemente de sí Orrorin era bípedo o no, lo que sí parece seguro es que conservaba la habilidad para trepar a los árboles, las pequeñas falanges de las manos y la rectitud lateral del húmero así lo sugieren. Es posible que por las noches durmieran en los árboles para protegerse de sus depredadores. Lo que no parece probable es que se desplazaran por los árboles balanceándose de rama en rama (braquiación), tal como lo hacen actualmente los orangutanes.

Pero la polémica relacionada con Orrorin no sólo hace referencia a su supuesto bipedismo, sino que también se extiende a la posición que ocupa en el árbol genealógico de los homínidos propuesto por Pickford y Senut; polémica que se ve acrecentada por la forma que dichos científicos atribuyen a este árbol. Para estos investigadores franceses la filogenia de la familia homínida sería la siguiente: a partir de Samburupithecus (un hominoideo del Mioceno Superior que podría tener entre 10 y 9 Ma., y cuyos restos fueron hallados en el yacimiento de Samburu Hills, no muy lejos de donde se han encontrado los de Orrorin [18]) hace entre 9 y 8 Ma. pudo surgir una línea evolutiva de la cual se separaría el linaje que daría lugar a los Ardipithecus por un lado y a los homínidos por otros; con lo que Pickford y Senut descartan que los ardipitecinos estén comprometidos en el linaje de los homínidos, estos más bien habrían dado lugar al género Pan (el que engloba a las dos especies de chimpancés actualmente existentes: Pan paniscus -bonobos- y Pan troglodytes -chimpancé común-). Hace entre 8 y 7 Ma. los Australopithecus también se habrían separado del linaje evolutivo que daría lugar a los homínidos (algo que revoluciona totalmente el árbol genealógico de estos). Orrorin sería el primer género de homínidos que, a través de los Praeanthropus [19] daría lugar al género Homo. Esta genealogía choca frontalmente con todas las propuestas hasta la fecha, reavivando la vieja y recurrente polémica en torno a la forma del árbol genealógico de los homínidos.

Los partidarios de considerar a Ardipithecus como el primer homínido sostienen que no está suficientemente demostrado que Orrorin sea un homínido, afirmando que podría tratarse de uno de los últimos hominoideos del Mioceno o incluso pudiera ser el último antepasado común a homínidos y antropomorfos. ¿Cuál es el auténtico estatus de Orrorin? De momento tal vez sea demasiado pronto para determinarlo, pero muy bien pudiéramos estas sino ante el primer homínido al menos sí ante uno de los primeros [20].

4.2- Los ardipitecos más antiguos

Pocos meses después del anuncio del descubrimiento de Orrorin tugenensis, Yohannes Haile-Selassié daba a conocer [21] el descubrimiento de nuevos restos fósiles asignables al género Ardipithecus. Estos fósiles incluyen una mandíbula con dientes, huesos de la mano y el pie, fragmentos del brazo y parte de la mandíbula, pertenecientes a un nmi 5. El tamaño del maxilar inferior y el de algunos huesos sugiere que su estatura debía ser como la de un chimpancé actual. En primer lugar se asignaron a una subespecie de ardipiteco: Ardipithecus ramidus kadabba (esto significa que los restos de ardipiteco de 4,4 Ma. hallados en los noventa y de los que hablamos antes, deberían ser englobados en la subespecie: Ardipithecus ramidus ramidus), afirmando que tienen una antigüedad comprendida entre 5,2 y 5,8 Ma. Esta última cifra acerca a ramidus kadabba a una antigüedad muy próxima a la de Orrorin (recordemos que la antigüedad de los restos de este género de homínido está comprendida entre los 5,8 Ma. y los 6 Ma.) Este dato, relacionándolo con otro relativo a la dentición será muy interesante para aventurar una hipótesis que comentaremos más adelante: que, en opinión del equipo liderado por Tim D. White. Orrorin, Ardipithecus y Sahelanthropus podrían ser miembros del mismo género.

La persistencia de rasgos arcaicos en la dentición y la parte posterior del cráneo indican que ramidus estuvo filogenéticamente cerca del antepasado común a homínidos y chimpancés. Kadabba en lengua Afar significa: "Ancestro familiar basal" y, por consiguiente, hace referencia al convencimiento que tienen sus descubridores de que los ardipitecos se hallan en la base del árbol genealógico de los humanos.

Tres años más tarde, en el 2004 se publicó un nuevo estudio [22] que incluía la presentación de más fósiles (esta vez procedentes del yacimiento de Asa Koma3) y concluía con la necesidad de elevar a rango de especie propia a los restos de A. r. kadabba. De este modo ahora se ha de distinguir entre: Ardipithecus ramidus y Ardipithecus kadabba.

Entre los fósiles encontrados de A. kadabba se incluye una falange del pie. Como tiene la articulación proximal con una orientación muy similar a la de los humanos se infiere que su locomoción debió ser bípeda. "Sin embargo, una única falange no es una prueba concluyente sobre el modo de locomoción de ninguna especie y debemos esperar la publicación de nuevos fósiles para conocer si Ardipithecus era bípedo o no" [23]. Cuando en julio de 2001 se publicó el descubrimientos de los fósiles de kadabba se estaba en pleno debate sobre el estatus de homínido y sobre la bipedia de Orrorin. Todavía no se tiene la certeza absoluta de que Orrorin fuera un bípedo eficaz y como todavía no se han publicado los resultados definitivos sobre la anatomía de ramidus aún sigue en pie la incertidumbre sobre si era ya un ser bípedo o no. En el caso de que se demostrara que ramidus ya era bípedo, resultaría que la bipedestación habría comenzado en un ambiente boscoso y no en la sabana, como se venía creyendo hasta no hace mucho. El entorno en el que se movía Orrorin, de quien sus descubridores también dicen que era bípedo, era también boscoso, y bosque abierto era también el hábitat que ocupaba Sahelanthropus, el más antiguo de los candidatos a primer homínido y que veremos a continuación.

4.3.- Toumaï: ¿El homínido más antiguo?

En julio del 2002, justo un años después del anuncio del descubrimiento de más restos fosilizados de Ardipithecus, Michel Brunet (el descubridor de Australopithecus bahreghazali) junto a sus colaboradores de la Mission Paleoanthroplogique Franco-Tchadienne (MPFT), anunciaba [24] el descubrimiento de unos restos fósiles que podían tener una antigüedad cercana a los 7 ma. Sus descubridores los atribuían a un nuevo género y a una nueva especie de homínidos: Sahelanthropus tchadensis; el nombre genérico hace referencia a la región africana de Sahel, que bordea el Sahara meridional, y en cuyo lugar se han encontrado los fósiles. El nombre específico es un tributo al país en el que se han hallado.

Si se confirman estos datos (la antigüedad y el estatus de homínido de Sahelanthropus) estaríamos ante los restos fósiles más antiguos de la familia homínida; adentrándonos, por fin, en uno de los momentos más importantes de la historia de la evolución humana: el periodo de la divergencia de los chimpancés y los homínidos de su tronco común.

Los hallazgos se efectuaron en julio del 2001 y consisten en un cráneo casi completo, dos fragmentos de mandíbulas y tres dientes. Se cree que estos restos corresponden a un nmi. 5 (un número mínimo de cinco individuos).

Sin embargo, la datación de estos fósiles resulta todavía controvertida [25]. Dicha datación se ha realizado mediante la técnica de comparación de la fauna del área fosilífera de Toros-Menalla, en el desierto de Djurab, al norte de Chad, con otros yacimientos que poseen una fauna similar. La comparación de las faunas hace suponer que los fósiles de Toros-Menalla pueden tener una antigüedad comprendida entre los 6 y los 7 ma.

El cráneo representa el holotipo (espécimen o ejemplar paradigmático) de esta especie y se conserva en bastante buen estado, aunque su parte derecha se halla casi totalmente aplastada. Lo sorprendente de este cráneo es que su parte posterior recuerda a la de un chimpancé, pero su parte anterior se asemeja al rostro de un homínido de unos 2 Ma. Por otra parte sus dientes son pequeños, y aunque sus caninos son más primitivos que los de Ardipithecus, sería un dato que, en principio, parece reforzar la relación entre tchadensis con el linaje humano. En cualquier caso Toumaï presenta, en opinión de Chris Stringer, una combinación de rasgos "no vista en ningún simio fósil [ni] en los homínidos posteriores" [26].

Sus descubridores han decidido bautizar a este cráneo con el nombre de: Toumaï, que en la lengua gorán significa: "Esperanza de vida" y hace referencia a los bebés nacidos justo antes de la estación seca. La nomenclatura técnica con la que se identifica este cráneo es: TM 266-01-060-1, siglas que indican que se trata del fósil número 266 de Toros-Menalla). El volumen endocraneal de Toumaï, y por extensión de los Sahelanthropus, se calcula que debe oscilar entre los 320 y los 380 cc.; similar, pues, al de los actuales chimpancés. Empero, los investigadores afirman, que el aspecto global de la morfología de Toumaï no se asemejaría ni al de los chimpancés, ni al de los gorilas, ni al de ninguno de los homínidos conocidos hasta la fecha.

Para poder clasificar a Toumaï dentro de la familia homínida resulta de importancia capital el poder determinar si ya era bípedo. Como no se han encontrado huesos de ninguna de las partes del cuerpo que pueda dar pistas claras (pies, manos, brazos, piernas o cadera), resulta imposible poder afirmar la bipedia de Sahelanthropus. Para colmo, la posición del foramen magnum (orificio en el cual se produce la inserción de la espina dorsal en el cráneo, que en los seres bípedos se halla en el basicráneo y en los cuadrúpedos en la parte posterior del cráneo) no despeja las incógnitas. Empero, sus descubridores no descartan que tchadensis ya fuera un ser bípedo.

Si se llega a confirmar que Toumaï ya caminaba sobre dos piernas, entonces se podría afirmar que: "la divergencia entre el linaje de los humanos y el de los chimpancés se realizó más pronto de lo que indican la mayoría de los estudios de biología molecular" [27]. La conclusión que extraen al respecto sus descubridores es que: "Sahelanthropus es el miembro más antiguo y primitivo del clado homínido, cercano al momento de divergencia de los homínidos y chimpancés" [28].

Sin embargo, no todo el mundo acepta que Toumaï represente inequívocamente a un homínido. A este respecto las opiniones están divididas. De momento se han pronunciado en contra de este dato Milford Wolpoff, Brigitte Senut y Martin Pickford. Según ellos [29] el cráneo TM 266 se parece más al de una hembra de gorila que al de un humano [30]. Brunet replica a estos autores en un texto publicado en Nature justo a continuación del anteriormente citado [31]. Según el paleoantropólogo francés es lógico que Toumaï presente caracteres arcaicos y simiescos, no en vano estaríamos hablando del homínido más antiguo encontrado hasta la fecha.

Homínidos de 7 Ma. en África central. Esto ha llevado al equipo de Brunet a cuestionar el paradigma sostenido por la mayoría de los miembros de la comunidad científica relacionado con el origen de los homínidos y conocido como: "Hipótesis East Side Story". Dicho paradigma, propuesto por el paleoantropólogo francés Yves Coppens, postula que los homínidos se habrían originado al este del Valle del Rift, muy posiblemente en África centro oriental, pero, en cualquier caso, a unos 2500 km. al este del lugar en donde se han hallado los restos de Sahelanthropus. Para el equipo de Brunet, esta localización representa una seria objeción a la hipótesis East Side Story, cuestionando su postulado básico y "sugiere que un origen de la familia homínida exclusivamente este africano es algo improbable" [32].

Para destacar la importancia del descubrimiento de Toumaï, Daniel Lieberman (de la Universidad de Harvard) ha afirmado que en el campo de la paleontología humana: "tendría un impacto similar al de una pequeña bomba nuclear" [33]. Por su parte Bernard Wood (del Departamento de Antropología de la Universidad de George Washington) afirma que: "estamos reuniendo evidencias que indican que nuestros orígenes son mucho más complejos y difíciles de trazar que cualquier otro grupo de organismos" [34]. Y aunque reconoce que: "Sahelanthropus tchadensis es un candidato a la raíz de los homínidos", también afirma que "desde mi punto de vista es imposible demostrarlo. Mi opinión es que S. tchadensis es la punta del iceberg que representa la diversidad taxonómica que se produjo durante la evolución humana comprendida entre los 5 y los 7 ma." [35]. Para acabar de complicar la polémica Tim D. White sostiene que los fósiles atribuidos a Sahelanthropus, así como los de Orrorin, tal vez pudieran pertenecer a Ardipithecus. Como puede apreciarse, un mismo hecho es interpretado de distintas maneras. Mientras Lieberman está convencido de que Toumaï es un homínido, Wood lo duda y White, llevando el agua a su molino, sostiene que pudiera ser un ardipiteco. Ante este alubión de informaciones contradictorias dictadas por auténticas eminencias en la materia se impone la prudencia a la hora de pronunciarse sobre unos especímenes tan interesantes como estos, en espera del descubrimiento de nuevos fósiles que puedan despejar un poco más el panorama.

¿Cuál es la conclusión que podemos sacar en relación a los hallazgos que se han realizado durante los últimos años referentes a los primeros homínidos? En primer lugar hay que destacar un hecho muy importante: "Estos tres taxones, todos de más de 5 millones de años, se han asignado a tres géneros diferentes, aunque cada uno se base en material incompleto que no permite la comparación. Cuando se dispone de partes iguales, como los caninos y los molares, son similares entre ellos, lo que indica que, de hecho, podrían ser la misma cosa, pero las pruebas no nos dicen con quién podrían estar emparentados, si con los simios o con los humanos. La retención de caracteres primitivos, como la afilación del tercer premolar, no indica afinidad con los simios por sí miso, pero tampoco las escasas pruebas del bipedalismo indican afinidad con los humanos. La solución está aún por llegar" [36].

¿Cuál de los tres ejemplares descubiertos recientemente fue el primer homínido? No lo sabemos con certeza. Para unos el mejor candidato es Ardipithecus [37] , para otros lo es Orrorin [38]. Para otros, como es el caso del prestigioso, Tim D. White las similitudes entre los escasos restos que coinciden sería un indicio que revelaría que los tres pertenecen al mismo género, que él identifica con Ardipithecus. Ciertamente estamos ante un momento excitante de la evolución humana: el del origen de nuestra familia. Pero con los datos actualmente existentes todavía no se puede efectuar un veredicto definitivo sobre quién fue el miembro fundador de la familia homínida, el primero de una saga que acabaría dando origen a nuestra propia especie.

¿Futuros descubrimientos lograran desvelar este misterio? Hay quienes creen que sí. Según este parecer nuevos fósiles resolverían la cuestión definitivamente. Pero otros especialistas no opinan igual y creen que nuestra ignorancia sobre quién fue el primer homínido y, por tanto, el miembro fundador de nuestra familia biológica, no es una ignorancia puramente coyuntural que se resolverá con el descubrimiento de nuevos fósiles, sino que consideran que es una ignorancia estructural. Nos explicaremos.

Quienes son de este parecer aducen que: "si el hombre y los monos antropomorfos africanos tienen un antepasado común, es evidente que cuanto más cerca se esté del tronco más difícil resulta aislar los caracteres simiescos de los humanos. De ahí este intenso debate científico" [39]. De este modo: "cuanto más nos acerquemos a la divergencia o al antepasado común, más indiferenciados son los caracteres y más difícil es decidirse a favor de uno u otro linaje. De hecho, no existe un carácter mágico que permita tomar una decisión... La historia de la aparición del hombre sigue siendo una historia fragmentaria, con sus escasas certezas (los fósiles) y sus frágiles convicciones (las teorías)" [40].

Así pues, no son pocas las dificultades con las que se han de encontrar quienes pretendan determinar cuál fue el miembro fundador de nuestro linaje evolutivo. Es por esto que hay quien ha descrito muy gráficamente lo compleja que resulta esta cuestión al afirmar que: "los investigadores que traten de arrojar alguna luz sobre esta oscura etapa de la evolución de los homínidos se encuentran como en la fábula de los ciegos que tratan de definir la forma de un elefante, cada uno de ellos palpando una parte diferente del animal (trompa, pata, oreja...) y trazándose así una imagen completamente distinta en cada caso. En definitiva, un buen puzzle que tal vez refleje la propia complejidad de la evolución humana en el punto álgido de la bifurcación entre gorilas, chimpancés y homínidos bípedos" [41].

4.4.- Kenyanthropus platyops: El aguafiestas

Al igual que Sahelanthropus, Orrorin o Ardipithecus (tanto ramidus como kadabba) Kenyanthropus platyops es uno de los descubrimientos estrella realizados en los últimos años [42].

En marzo de 2001 la prestigiosa paleoantropóloga Meave Leakey (directora de la división de paleontología de los Museos nacionales de Kenia en Nairobi) presentaba junto a Fred Spoor (del Departamento de Anatomía y desarrollo biológico del University College of London) los fósiles pertenecientes a un nuevo género y a una nueva especie de homínidos: Kenyanthropus platyops [43] (que literalmente significa: "Hombre keniata de cara plana"). El nombre genérico: Kenyanthropus, es un tributo de reconocimiento a la importancia del papel que ha jugado Kenia en la comprensión de la evolución humana gracias a las numerosas especies y géneros de homínidos y hominoideos descubiertos en este país. El nombre específico: platyops procede de dos palabras griegas: platus y opsis que significan, respectivamente, plano y cara, haciendo referencia a una de las características principales de este cráneo: una cara aplanada. El nombre genérico induce un tanto a error porque los propios autores reconocen que no se trata de un miembro del género Homo (el que incluye a todas las especies humanas), ni tampoco coincide con la morfología de los australopitecos. Así que se vieron abocados a tener que crear un nuevo género. Descartada la hipótesis de que sea un antepasado directo del hombre, se piensa que se trata de una rama lateral (con relación a los humanos, claro está) extinta del árbol genealógico de los homínidos.

El holotipo es un cráneo catalogado bajo las siglas: KNM-WT 40000 [44]. El cráneo fue hallado por Justus Erus en la Formación Nachukui, a orillas del río Lomekwi (Kenia noroccidental). Entre 1998 y 1999 se recuperaron numerosos fósiles pertenecientes a 30 individuos, con una antigüedad que oscilaría entre 3,2 y 3,5 ma.; es decir, eran contemporáneos de Lucy. Sin duda el descubrimiento de Kenyanthropus da que hablar, entre otras razones por los retoques del árbol genealógico que proponen sus descubridores. De momento sugieren que Homo rudolfensis, considerado hasta ahora uno de los primeros seres humanos, pase a ser catalogado como una especie de este nuevo género. Como era de prever se trata de una propuesta que, al menos inicialmente, no ha sido bien acogida por la mayoría de la comunidad científica. No resulta fácil de aceptar que alguien que ha sido considerado un ser humano durante décadas vaya a parar a un género de homínidos no humanos.

4.5.- Homo georgicus. La sorpresa caucasiana

Como ya vimos anteriormente, al hablar de Eugen Dubois, durante el último cuarto del siglo XIX se pensaba que el origen de la humanidad podía estar en Asia. El descubrimiento del Pithecanthropus erectus parecía corroborarlo. Pero, a partir de la segunda mitad del siglo XX estaba claro que Africa parecía ser la cuna de la humanidad. De allí procedían los australopitecos y los parántropos, así como los primeros humanos. De este modo se fue gestando la idea de que los ejemplares de Java eran los descendientes de unos Homo erectus que debieron de abandonar África hace poco más de un millón y medio de años pertrechados de una tecnología suficientemente avanzada como para poder permitir la supervivencia durante la travesía que separa África de Indonesia y dotados de unos cerebros grandes que debían cubicar en torno a los 1000 cc. El yacimiento de Tel Ubeidiya, en Israel, testifica que los humanos pasaron por allí hace un millón cuatrocientos mil años. Sin embargo un yacimiento caucasiano iba a hacer tambalear, muy lentamente eso sí, todas las ideas clásicas sobre el primer éxodo humano fuera de Africa.

El yacimiento de Dmanisi está en Georgia, a unos 85 km al suroeste de la capital georgiana, Tiflis; y muy cerca de la frontera con Turquía. Era el 24 de septiembre de 1991 y la campaña de aquel año estaba concluyendo. Un estudiante alemán, Antje Justus se aplicaba con esmero y cuidado en su parcela cuando apareció una mandíbula humana, D-211. Leo Gabunia y Abesalom Vekua procedieron a su estudio y pudieron determinar que pertenecía a un individuo adulto con una antigüedad superior al millón setecientos mil años. Algo realmente asombroso. Humanos en las estribaciones meridionales del Cáucaso hacía casi 1,8 Ma. ¿De dónde procedían? ¿Cómo habían llegado hasta allí? ¿Quiénes eran? Estas y otras eran preguntas que no dejaban de dar vueltas en las cabezas de sus descubridores.

Por aquellas fechas habían un debate entre los partidarios de la Long chronology y los de la Short chronology. Es decir: entre quienes propugnaban que Europa había sido poblada desde hacía más de un millón de años y los que sostenían que los primeros europeos no debían tener mas de medio millón de años. La duda se disipó con el descubrimiento de Homo antecesor en Atapuerca (780.000 años) y con la confirmación, en 1999, por parte del geocronólogo Carl Swisher de que la toba volcánica en la que se había encontrado la mandíbula de Dmanisi tenía 1,8 Ma., de modo que la mandíbula estaría muy cerca de esa fecha.

El 31 de mayo de 1999, en el nivel V, se encontró el primer cráneo humano de Dmanisi (D-2.280). El 22 de julio apareció el segundo (D-2.282). Lo primero que sorprendió fue su reducida capacidad craneana: 780 cc. para el primero y 650 cc. para el segundo, algo que daba por tierra con la idea de que los primeros humanos que salieron de Africa estaban provistos de un cerebro voluminoso. Concretamente D-2.282, con sus 650 cc. estaba netamente por debajo de los umbrales inferiores de Homo ergaster y de lleno en medio del rango de Homo habilis.

El 26 de septiembre del año 2000, y cuando la campaña ya había acabado, Gocha Kiladze vuelve al yacimiento para acompañar a David Lordkipanidze, Henry de Lumley y Christophe Falguères para tomar unas muestras de las cenizas volcánicas del nivel VI. No acuden al mismo sector en el que habían trabajado en verano, pues está sellado, sino que lo hacen en un corte próximo a él, a 13m.. Allí aparecerá la segunda mandíbula, D-2.600. El 24 de agosto de 2001 encuentran el tercer cráneo: D-2.700. Su capacidad es todavía más pequeña que la de los dos anteriores: 600 cc. A finales de agosto de 2002 Slava Ediberidze encuentra un cuarto cráneo: D-3.444, que también tiene una capacidad endocraneal muy baja: 650 cc.

Pero Dmanisi guardaba otra gran sorpresa. La depararía la cuarta mandíbula hallada en agosto de 2003: ¡No tenía dientes! Pertenece a un adulto que los había perdido muchos años antes de morir. ¿Cómo pudo sobrevivir? Indudablemente gracias al cuidado de los demás miembros del grupo que, incluso, es muy probable que le masticaran los alimentos para que pudiera tragarlos. De confirmarse que los humanos de Dmanisi habían cuidado a este anciano estaríamos ante el acto de solidaridad humana más antiguo conocido hasta la fecha.

Debido al tamaño de los cráneos y algunas de las características físicas tan arcaicas que presentaban se decidió englobarlos en una nueva especie: Homo georgicus [45] , intermedia entre Homo habilis y Homo ergaster/erectus [46]. Dmanisi es un yacimiento en el que se está realizando un trabajo de investigación en un área de cien metros cuadrados, pero se supone que tiene una riqueza potencial de once mil metros cuadrados (¡cien veces más de lo que se ha trabajado hasta la fecha!). No es de extrañar, pues, que Dmanisi sea un yacimiento del que debamos estar muy atentos, pues, con toda seguridad, aún guarda grandes sorpresas por descubrir.

4.6.- Nuestros antepasados directos más antiguos I. Homo sapiens idaltu

Siempre ha sido un gran enigma saber cuáles fueron nuestros antepasados directos más antiguos. A finales de la década de los sesenta del siglo XIX se suponía que, con sus poco más de treinta mil años, eran los cromañones. Pero en los años treinta del siglo XX se descubrió en Israel (cueva de Mugharet et-Skhul o en la cueva de Djebel Qafzeh) restos de humanos anatómicamente modernos (morfológicamente similares a nosotros aunque con ligeros rasgos arcaicos) con 90.000 años de antigüedad. Los estudios genéticos que se irían desarrollando durante la década de los ochenta acabaron por sugerir que nuestro origen estaba en África y que debía tener entre 150.000 y 200.000 años. Aunque hubo una fuerte polémica los numerosísimos estudios que se hicieron durante los noventa no dejaban de confirmar estos datos. Pero no había pruebas físicas. Finalmente, en el 2003, se darían a conocer.

En efecto, el 12 de junio de 2003 el inefable Tim D. White anunció que su equipo había descubierto (en 1997) en la localidad Etíope de Herto (en el curso medio del río Awash) [47] los restos humanos de Homo sapiens más antiguos conocidos hasta la fecha. White los ha asignado a una subespecie de nuestro género: Homo sapiens idaltu. Este último nombre significa "anciano" en amhárico, una lengua de origen semítico hablada en el norte y el centro de Etiopía. Los restos tienen entre 155.000 y 160.000 años [48], y son, por tanto más antiguos que los encontrados en la desembocadura del río Klasies (Klasies river Mouth, en Sudáfrica), y que podrían tener un edad máxima de 120.000 años.

Una de las características más espectaculares de estos restos fósiles es que mostraban haber sido sometidos a canibalismo de carácter ritual. De confirmarse este dato estaríamos ante el comportamiento simbólico más antiguo que se conozca hasta la fecha.

Notas

[15] La relación entre afarensis y africanus es objeto de debate. Para unos afarensis es el ancestro de africanus. Para otros es imposible que esto sea así y africanus debería ser el descendiente de otra especie de Australopithecus, por ejemplo, en Sudáfrica, en la cueva de Sterkfontein, se está desenterrando pacientemente el esqueleto de un Australopithecus aún por determinar (Little Foot.). Lee R. Berger (de la universidad de Witwatersrand, la misma en la que trabajó Raimond Dart) es de los que opinan que afarensis no puede ser la especie madre de africanus, porque, si bien es cierto que el cráneo de afarensis es notoriamente más arcaico que el de africanus, también lo es que el resto del esqueleto postcraneal de este homínido muestra rasgos más primitivos que el del espécimen de Hadar. Luego ambas especies, argumenta, Berger, deben descender de una antepasado común que tuviera un cráneo del estilo de afarensis y un esqueleto postcraneal más semejante al de africanus.
Todo esto puede parecer algo normal: se proponen teorías, se contrastan con los datos recabados en las excavaciones y se opta preferentemente por una y todo ello con la máxima normalidad. Pero en realidad no es así. Los debates en paleontología humana desatan pasiones entre los científicos. Y todo ello hasta extremos insospechados para quien es ajeno a este campo de la ciencia. Y el debate que se ha abierto en torno a si afarensis pasaba más tiempo en los árboles o si era más bípedo es un buen ejemplo de lo que decimos. Lee R. Berger recoge el ambiente crispado que rodeaba a esta polémica cuando nos dice que: "La vehemencia que acompaña a cualquier debate acerca de los orígenes humanos no estaba ausente de esta polémica sobre la ascensión a los árboles. De hecho, la década de 1980 y principios de la década de 1990 constituyeron un período de profundo desacuerdo entre los dos bandos, tan aguzado que la interpretación de la función de un solo músculo podía conducir a feroces enfrentamientos públicos entre los científicos. En las conferencias algunos quedaban excluidos de su grupo por el simple hecho de dirigir la palabra a un miembro del bando opuesto. Los estudiantes como yo nos vimos inmersos en una guerra fría entre hombres de ciencia que ponían en tela de juicio afirmaciones imposibles de comprobar sin una máquina del tiempo..." (Tras las huellas de Eva. El misterio delos orígenes de la humanidad. Ediciones B, 2001, p. 195).

[16] Avatares que están, en parte, narrados por Declan Butler en su artículo: The battle of Tugen Hills, Nature 410, 508-509, 29 de Marzo de 2001.

[17] Los datos técnicos se publicaron en Brigitte Senut, Martin Pickford, Yves Coppens et alt.: First hominid from the Miocene (Lukeino Formation, Kenya) ; Comptes Rendus de l'Académie des Sciences, Paris, serie IIa, Sciences de la Terre et des Planètes, nº 322, pp. 137-144, 2001.

[18] Cf. M. Pickford & H. Ishida: A new late Miocene hominoid from Kenya: Samburupithecus kiptalami gen, et sp. nov. ; C. R. Acad. Sci. Paris 325, pp. 823-839, 1998.

[19] Un género de homínidos propuesto por Weinert en 1950 y que a finales de los noventa del pasado siglo veía como algunos autores (Bernard Wood y Mark Collard, por ejemplo) proponían su rehabilitación. Según Pickford y Senut este género estaría formado por ejemplares hasta ahora mal catalogados; e incluiría algunos fósiles atribuidos erróneamente a Australopithecus afarensis, así como la mandíbula de Chad asignada por Michel Brunet a Australopithecus bahrelghazali.

[20] En este sentido Ron Clarke (investigador del Departamento de Antropología y Genética humana de Francfort, Alemania, y de la Unidad de investigación de Sterkfontein, Departamento de Anatomía de la facultad de Medicina de la Universidad de Witwatersrand, en Johannesburgo, Sudáfrica) afirma que: "Orrorin tugenensis demuestra definitivamente la existencia de homínidos hace 6 Ma."; C.R. Clarke: Nuevos géneros de fósiles; Mundo Científico, nº 228, p. 28, 2001.

[21] Yohannes Haile-Selassie: Late Miocene hominids from the Middle Awash, Ethiopia ; Nature, Vol. 412, pp. 178-181, 2001.

[22] Yohannes Haile-Selassie; Gen Suwa & T. D. White 2004: Late Miocene Teeth from Middle Awash, Ethiopia, and Early Hominid Dental Evolution. Science 303: 1503-1505.

[23] Carlos Lorenzo: Primeros homínidos. Géneros y especies. En VV.AA.: Homínidos. Las primeras ocupaciones de los continentes; Ed. Ariel, Barcelona, 2005, p. 108.

[24] M. Brunet, D. Pilbeam, Y. Coppens, L. De Bonis, Marcia Ponce De Leon, Christoph Zollokofer, et alt.: A new hominid from the Upper Miocene of Chad, Central Africa ; Nature, 418, pp 145-151, 11.VII.2002. Cif. También Carlos A. Marmelada: Descubierto en Chad el posible antepasado más lejano del hombre; Aceprensa, 17 de julio de 2002, Servicio 103/02.

[25] Cf. Patrick Vignaud et alt.: Geology and paleontology of the Upper Miocene Toros-Menalla hominid locality, Chad. Nature, 418, pp. 152-155, 11.VII.2002.

[26] Chris Stringer: La evolución humana; Ed. Akal, Madrid, 2005, p. 115.

[27] M. Brunet et alt.: A new hominid from the Upper Miocen of Chad, Central Africa ; Nature, 418, p. 145.

[28] Ibidem, p. 151.

[29] M. Wolpoff, M. Pickford & B. Senutt: Sahelanthropus or "Sahelpithecus"? ; Nature, Vol 419, 10 de octubre de 2002, pp. 581-582.

[30] Cif. Carlos A. Marmelada: Toumaï. ¿Homínido o mono?; Aceprensa, 23 de octubre de 2002, servicio 138/02.

[31] Brunet et. al. reply: Sahelanthropus or "Sahelpithecus"? ; Nature, Vol 419, 10 de octubre de 2002, p. 582.

[32] M. Brunet et alt.: A new hominid from the Upper Miocen of Chad, Central Africa ; Nature, 418, p. 151.

[33] Cf. Henry Gee: Toumaï, face of the deep ; Nature, Vol. 18, 11.VI.2002.

[34] B. Wood: Paleoanthropology: Hominid reveletion from Chad ; Nature, Vol. 418, pp. 133-135, 11.VII.2002.

[35] Ibidem.

[36] Chris Stringer op. cit. P. 117.

[37] "El debate continúa abierto, pero la especie mejor situada para ser considerada el primer homínido sigue siendo Ardipithecus, gracias a la morfología dental que presenta, especialmente por su canino pequeño e incisiviforme". Carlos Lorenzo: op. cit. p. 109.

[38] "Hace mucho tiempo (...) unos primates peculiares fueron capaces de explotar las posibilidades de un nicho ecológico particular (...) El protagonista de ese logro evolutivo crucial para nuestra historia filogenética lo consideramos el primer miembro de un linaje evolutivo que conduce hasta nosotros (...) Ese ser se conoce como Orrorin tugenensis". Camilo José de Cela Conde y Francisco Ayala: La piedra que se volvió palabra; Alianza Editorial, Madrid, 2006, pp. 14-15.

[39] Brigitte Senut: La aparición de la familia del hombre; en VV.AA.: Los orígenes de la humanidad. Vol. I, Ed. Espasa, Madrid, 2004, p. 189.

[40] Ibidem, pp. 198-199.

[41] Jordi Agustí y David Lordkipanidze: Del Turkana al Cáucaso; National Geographic, RBA, Barcelona, 2005, p. 62.

[42] Para un análisis del impacto que han tenido todos estos descubrimientos en las distintas propuestas filogenéticas ver Leslie C. Aiello & Mark Collard: Our newest oldest ancestor?; Nature, Vol. 410, pp. 526-527, 29.III.2001. Cf. También Daniel E. Lieberman: Another face in our family tree; Nature, Vol. 410, pp. 419-420, 22.III. 2001, quien califica a Kenyanthropus como un "aguafiestas" por haber complicado el árbol genealógico de los homínidos, demostrando que la variabilidad y la diversidad del mismo es mucho mayor de la supuesta hasta la fecha. Cf. también Clarke, Ron: Nuevos géneros de fósiles; Mundo Científico, nº 228, pp. 24-28 y Cohen, Claudine: Nuestros ancestros en los árboles; Mundo Científico, nº 228, pp. 28-33.

[43] Cf. M. Leakey, F. Spoor et alt.: New hominin genus from eastern Africa shows diverse middle Pliocene linages ; Nature, vol. 410, pp. 433-440, 22.III.2001.

[44] KNM son las iniciales de Kenyan National Museums y WT hace referencia al área geográfica en la que se realizó el hallazgo: el oeste (West) del Lago Turkana, en el noroeste de Kenia.

[45] Leo Gabunia, Marie Antoine de Lumley, Abesalom Vekua, David Lordkipanidze, Henry de Lumley: Discovery of a new hominid at Dmanisi (Transcaucasia, Georgia); Comtes Rendus Paleov, septiembre de 2002, vol. 1, nº 4, pp. 243-253. Cif. también, Ann Gibbons: Oldest members of Homo sapiens discovered in Africa ; Science, Vol. 300, 13 de junio de 2003, p. 1641.

[46] Para más información sobre Homo gorgicus y todo lo relativo a Dmanisi ver, por ejemplo, Jordi Agustí y David Lordkipanidze: Del Turkana al Cáucaso ; Leo Gabunia, Abesalom Vekua, David Lordkipanidze, Carl C. Swisher, Marie-Antoinette de Lumley, et al.: Earliest Pleistocene Hominid Cranial Remains from Dmanisi, Republic of Georgia: Taxonomy, Geological setting, and Age ; Science 2000, May 12; 288: 1019-1025. Abesalom Vekua, David Lordkipanidze, Jordi Agustí, Marcia Ponce de León, Christoph Zollikofer, et al.: A new skull of early Homo from Dmanisi, Georgia ; Science 2002, July 5, 297: 85-89.

[47] Cif. T. D White, B. Asfaw, G. Suwa et al.: Pleistocene Hom sapiens from Midle Awash, Ethiopia ; Nature, Vol. 423, 12 de junio de 2003, pp. 742-747. Para conocer algunas de las reacciones que ha despertado Homo sapiens idaltu entre los expertos ver Chris Stringer: Out of Ethiopia; Nature, Vol. 423, pp. 692-695, 12 de junio de 2003; Ann Gibbons: Oldest member of Homo sapiens discovered in Africa ; Science, vol. 300, p. 141, 13 de junio de 2003; Sarah Graham: Skulls of Homo sapiens recovered; Scientific American Digital (http://www.sciam.com). En la web oficial de la Universidad de Berkeley (http://www.berkeley.edu/news/media/releases) se pueden ver videos grabados in situ, fotos, entrevistas a Tim D. White, artículos en los que se exponen detalles científicos y anécdotas relacionadas con los hallazgos.

[48] J. Desmond Clark et al.: Stratigraphic, chronological and behaviorual context of Pleistocene Homo sapiens from Middle Awash, Ethiopia; Nature, Vol. 423, 12 de junio de 2003, p. 747 y ss. Y William K. Hart: Geochronology (communication arising): Dating of the Herto hominin fossils ; Nature, Vol. 426, 11 de diciembre de 2003, p. 622 y ss.

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