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II.- Referencia Biográfica
4. Siguiendo el ejemplo ofrecido por la Carta Grande munus, deseo recordar la vida de San Metodio, sin omitir por esto las vicisitudes —que tan íntimamente le están unidas— de su hermano san Cirilo. Esto lo haré a grandes rasgos, dejando a la investigación histórica las precisiones y las discusiones sobre los puntos más concretos.
La ciudad, que vio nacer a los dos santos hermanos, es la actual Salónica, que en el siglo IX era un importante centro de vida comercial y política en el Imperio bizantino y ocupaba un lugar de notable importancia en la vida intelectual y social de aquella región de los Balcanes. Al estar situada en la frontera de los territorios eslavos, tenía por lo tanto un nombre eslavo: Solun.
Metodio era el hermano mayor y verosímilmente su nombre de pila era Miguel. Nace entre los años 815 y 820. Menor que él, Constantino —posteriormente más conocido con el nombre religioso de Cirilo— vino al mundo el año 827 u 828. Su padre era un alto funcionario de la administración imperial. La situación social de la familia abría a los dos hermanos una similar carrera, que, por lo demás, Metodio emprendió, alcanzando el cargo de arconte, o sea de gobernador en una de las provincias fronterizas, en la que vivían muchos eslavos. Sin embargo, hacia el año 840 la abandona para retirarse a uno de los monasterios situados en la falda del monte Olimpo —en Bitinia—, conocido entonces bajo el nombre de Sagrada Montaña.
Su hermano Cirilo siguió con particular provecho los estudios en Bizancio, donde recibió las órdenes sagradas, después de haber rechazado decididamente un brillante porvenir político. Por sus excepcionales cualidades y conocimientos culturales y religiosos le fueron confiadas, siendo todavía joven, delicadas tareas eclesiásticas, como la de bibliotecario del Archivo contiguo a la gran iglesia de santa Sofía en Constantinopla y, a la vez, el prestigioso cargo de secretario del Patriarca de aquella misma ciudad. Bien pronto, sin embargo, dio a conocer que quería substraerse a tales funciones, para dedicarse al estudio y a la vida contemplativa, lejos de toda ambición. Y así, se refugió a escondidas en un monasterio en las costas del Mar Negro. Encontrado seis meses más tarde, fue convencido a aceptar la enseñanza de las disciplinas filosóficas en la Escuela Superior de Constantinopla, ganándose por la calidad de su saber el calificativo de Filósofo con el que todavía es conocido. Más tarde fue enviado por el Emperador y el Patriarca a realizar una misión ante los sarracenos. Finalizada con éxito dicha gestión, se retiró de la vida pública para reunirse con su hermano mayor Metodio y compartir con él la vida monástica. Pero nuevamente, y junto con él, fue incluido como experto religioso y cultural en una delegación de Bizancio enviada ante los Jázaros. Durante la permanencia en Crimea, en Cherson, creyeron localizar la iglesia en la que había sido sepultado antiguamente san Clemente, Papa romano y mártir exiliado en aquella lejana región; recogen y llevan consigo las reliquias,[6] que acompañarían después los dos santos hermanos en el sucesivo viaje misionero a Occidente, hasta el instante en que pudieran depositarlas solemnemente en Roma, entregándolas al papa Adriano II.
5. El hecho que debía decidir totalmente el curso de su vida, fue la petición hecha por el príncipe Rastislao de la Gran Moravia al Emperador Miguel III, para que enviara a sus pueblos «un Obispo y maestro, ... que fuera capaz de explicarles la verdadera fe cristiana en su lengua».[7]
Son elegidos los santos Cirilo y Metodio, que rápidamente aceptan la misión. Seguidamente se ponen en viaje y llegan a la Gran Moravia —un Estado formado entonces por diversos pueblos eslavos de Europa Central, encrucijada de las influencias recíprocas entre Oriente y Occidente— probablemente hacia el año 863 comenzando en aquellos pueblos la misión, a la que ambos se dedican durante el resto de su vida, pasada entre viajes, privaciones, sufrimientos, hostilidades y persecuciones, que en el caso de Metodio llegan hasta una cruel prisión. Soportan todo ello con una gran fe y firme esperanza en Dios. En efecto, se habían preparado bien a la tarea que les había sido encomendada; llevaban consigo los textos de la Sagrada Escritura indispensables para la celebración de la sagrada liturgia, preparados y traducidos por ellos mismos a la lengua paleoeslava y escritos con un nuevo alfabeto, elaborado por Constantino Filósofo y perfectamente adaptado a los sonidos de tal lengua. La actividad misionera de los dos hermanos estuvo acompañada por un éxito notable, pero también por las comprensibles dificultades que la precedente e inicial cristianización, llevada por las Iglesias latinas lindantes, ponía a los nuevos misioneros.
Después de unos tres años, en el viaje a Roma se detienen en Panonia, donde el príncipe eslavo Kocel —huido del importante centro civil y religioso de Nitra— les ofrece una hospitalaria acogida. Desde aquí, algunos meses más tarde, continúan el viaje a Roma en compañía de sus discípulos para quienes desean conseguir las órdenes sagradas. Su itinerario pasa por Venecia, donde son sometidas a público debate las premisas innovadoras de la misión que están realizando. En Roma el Papa Adriano II, que ha sucedido mientras tanto a Nicolás I, les acoge con mucha benevolencia. Aprueba los libros litúrgicos eslavos, que ordena depositar sobre el altar de la iglesia de Santa María ad Praesepe, llamada en la actualidad Santa María la Mayor, y dispone que sus discípulos sean ordenados sacerdotes. Esta fase de sus trabajos se concluye de un modo muy favorable. Metodio, sin embargo, debe continuar solo la etapa sucesiva, : pues su hermano menor, gravemente enfermo, apenas consigue emitir los votos religiosos y vestir el hábito monacal, pues muere poco tiempo después el 14 de febrero del 869 en Roma.
6. San Metodio fue fiel a las palabras que Cirilo le había dicho en su lecho de muerte: «He aquí, hermano, que hemos compartido la misma suerte ahondando el arado en el mismo surco; yo caigo ahora sobre el campo al término de mi jornada. Tú amas mucho —lo sé— tu Montaña; sin embargo, por la Montaña no abandones tu trabajo de enseñanza. En verdad, ¿dónde puedes salvarte mejor? [8]
Consagrado obispo para el territorio de la antigua diócesis de Panonia y nombrado legado pontificio «ad gentes» para los pueblos eslavos, toma el título eclesiástico de la restaurada sede episcopal de Sirmio. La actividad apostólica de Metodio se ve, sin embargo, interrumpida a consecuencia de complicaciones político religiosas que culminan con su encarcelamiento por un período de dos años, bajo la acusación de haber invadido una jurisdicción episcopal ajena. Es liberado sólo gracias a una intervención personal del papa Juan VIII. Finalmente, también el nuevo soberano de la Gran Moravia, el príncipe Svatopluk, se muestra contrario a la acción de Metodio, oponiéndose a la liturgia eslava e insinuando en Roma ciertas dudas sobre la ortodoxia del nuevo arzobispo. El año 880 Metodio es llamado ad limina Apostolorum, para presentar una vez más toda la cuestión personalmente a Juan VIII. En Roma, una vez absuelto de todas las acusaciones, obtiene del Papa la publicación de la bula Industriae tuae,[9] que, por lo menos en lo fundamental, restituía las prerrogativas reconocidas a la liturgia en lengua eslava por su predecesor Adriano II.
Análogo reconocimiento de perfecta legitimidad y ortodoxia obtiene Metodio de parte del Emperador bizantino y del Patriarca Focio, en aquel momento en plena comunión con la sede de Roma, cuando va a Constantinopla el año 881 u 882. Dedica los últimos años de su vida sobre todo a ulteriores traducciones de la Sagrada Escritura y de los libros litúrgicos, de las obras de los Padres de la Iglesia y también de una recopilación de las leyes eclesiásticas y civiles bizantinas, conocida bajo el nombre de Nomocanon. Preocupado por la supervivencia de la obra que había comenzado, designa como sucesor a su discípulo Gorazd. Muere el 6 de abril del año 885 al servicio de la Iglesia instaurada en los pueblos eslavos.
7. La acción previsora, la doctrina profunda y ortodoxa, el equilibrio, la lealtad, el celo apostólico, la magnanimidad intrépida le granjearon el reconocimiento y la confianza de Pontífices Romanos, de Patriarcas Constantinopolitanos, de Emperadores bizantinos y de diversos Príncipes de los nuevos pueblos eslavos. Por todo ello, Metodio llegó a ser el guía y el pastor legítimo de la Iglesia, que en aquella época se arraigaba en aquellas naciones y es unánimemente venerado, junto con su hermano Constantino, como el heraldo del Evangelio y el Maestro «de parte de Dios y del Santo Apóstol Pedro» [10] y como fundamento de la unidad plena entre las Iglesias de reciente fundación y las más antiguas.
Por esto «hombres y mujeres, humildes y poderosos, ricos y pobres, libres y siervos, viudas y huérfanos, extranjeros y gentes del lugar, sanos y enfermos» [11] formaban la muchedumbre que, entre lágrimas y cantos, acompañaban al sepulcro al buen Maestro y Pastor, que se había hecho «todo para todos para salvarlos a todos».[12]
En honor a la verdad, la obra de los santos hermanos, después de la muerte de Metodio sufrió una grave crisis, y la persecución contra sus discípulos se agudizó de tal modo, que se vieron obligados a abandonar su campo misional; no obstante esto, su siembra evangélica no cesó de producir frutos y su actitud pastoral, preocupada por llevar la verdad revelada a nuevos pueblos —respetando en todo momento su peculiaridad cultural—, sigue siendo un modelo vivo para la Iglesia y para los misioneros de todas las épocas.
Notas
[6] Cf. Vita Constantini VIII, 16-18: Constantinus et Methodius Thessalonicenses, Fontes, recensuerunt et illustraverunt Fr. Grivec et Fr. Tomšic (Radovi Staroslavenskog Instituta, Knjiga 4, Zagreb 1960), p. 184.
[7] Cf. Ibid . XIV, 2-4; ed cit., pp. 199 s.
[8] Vita Methodii VI, 2-3: ed. cit., p. 225.
[9] Cf. Magnae Moraviae Fontes Historici, t. III, Brno 1969, pp. 197-208.
[10] Cf. Vita Methodii VIII, 1-2: ed. cit., p. 225.
[11] Cf. Vita Methodii XVII, 13: ed. cit., p. 237.
[12] Cf. Ibid. y 1Cor 9, 22.
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