» bibel » Documentos » Juan Pablo II » Encíclicas de Juan Pablo II » Redemptoris missio » Capítulo VI.- Responsables y Agentes de la Pastoral Misionera
Congregación para la Evangelización de los Pueblos y otras estructuras para la actividad misionera
75. Los responsables y los agentes de la pastoral misionera deben sentirse unidos en la comunión que caracteriza al Cuerpo místico. Por ello Cristo pidió en la última cena: «Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado» (Jn 17, 21). En esta comunión está el fundamento de la fecundidad de la misión.
Pero la Iglesia es también una comunión visible y orgánica, y por esto la misión requiere igualmente una unión externa y ordenada entre las diversas responsabilidades y funciones, de manera que todos los miembros «dediquen sus esfuerzos con unanimidad a la edificación de la Iglesia».[159]
Corresponde al Dicasterio misional «dirigir y coordinar en todo el mundo la obra de evangelización de los pueblos y la cooperación misionera, salvo la competencia de la Congregación para las Iglesias Orientales».[160] Por ello es de su competencia el que «forme y distribuya a los misioneros según las necesidades más urgentes de las regiones..., haga la planificación, dicte normas, directrices y principios para la adecuada evangelización y dé impulsos».[161] No puedo sino confirmar estas sabias disposiciones: para impulsar la misión ad gentes es necesario un centro de promoción, dirección y coordinación como es la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Invito, pues, a las Conferencias Episcopales y a sus organismos, a los Superiores Mayores de las Ordenes, Congregaciones e Institutos, a los organismos laicales comprometidos en la actividad misionera, a colaborar fielmente con dicha Congregación, que tiene la autoridad necesaria para programar y dirigir la actividad y la cooperación misionera a nivel universal.
La misma Congregación, que cuenta con una larga y gloriosa experiencia está llamada a desempeñar un papel de primera importancia a nivel de reflexión, de programas operativos, de los cuales tiene necesidad la Iglesia para orientarse más decididamente hacia la misión en sus diversas formas. Para conseguir este fin, la Congregación debe mantener una estrecha relación con los otros Dicasterios de la Santa Sede, con las Iglesias particulares y con las fuerzas misioneras. En una eclesiología de comunión, en la que la Iglesia es toda ella misionera, pero al mismo tiempo se ven siempre como indispensables las vocaciones e instituciones específicas para la labor ad gentes, sigue siendo muy importante el papel de guía y coordinación del Dicasterio misional para afrontar conjuntamente las grandes cuestiones de interés común, salvo las competencias propias de cada autoridad y estructura.
76. Para la orientación y coordinación de la actividad misionera a nivel nacional y regional, son de gran importancia las Conferencias Episcopales y sus diversas agrupaciones. A ellas les pide el Concilio que «traten ..., de común acuerdo, los asuntos más graves y los problemas más urgentes, pero sin descuidar las diferencias locales»,[162] así como el problema de la inculturación. De hecho, existe ya una amplia y continuada acción en este campo y los frutos son visibles. Es una acción que debe ser intensificada y mejor concertada con la de otros organismos de las mismas Conferencias, de manera que la solicitud misionera no quede reducida a la dirección de un determinado sector u organismo, sino que sea compartida por todos.
Que los mismos organismos e instituciones que se ocupan de la actividad misionera aúnen oportunamente esfuerzos e iniciativas. Que las Conferencias de los Superiores Mayores tengan también este mismo objetivo en su ámbito, en contacto con las Conferencias Episcopales, según las indicaciones y normas establecidas,[163] recurriendo incluso a comisiones mixtas.[164] De modo análogo, finalmente, hay que promover encuentros y formas de colaboración entre las diferentes instituciones misioneras, ya sea para la formación y el estudio,[165] ya sea para la acción apostólica que hay que desarrollar.
Notas
[159] Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Ad gentes, sobre la actividad misionera de la Iglesia, 28.
[160] Const. Ap. Pastor Bonus, sobre la Curia Romana (28 de junio de 1988), 85: AAS 80 (1988), 881; cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Ad gentes, sobre la actividad misionera de la Iglesia, 29.
[161] Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Ad gentes, sobre la actividad misionera de la Iglesia, 29; cf. Juan Pablo II, Const. Ap. Pastor Bonus, sobre la Curia Romana, 86: l.c., 882.
[162] Decr. Ad gentes, sobre la actividad misionera de la Iglesia, 31.
[163] Cf. ibid., 33.
[164] Cf. Pablo VI, Cart. Ap. motu proprio data Ecclesiae Sanctae (6 de agosto de 1966), II, 43: AAS 58 (1966), 782.
[165] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Ad gentes, sobre la actividad misionera de la Iglesia, 34; Pablo Vl, Motu proprio Ecclesiae sanctae, III, n. 22: l.c., 787.
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