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El aborto: una estrategia fallida
Por una comunicación eficaz a favor de la vida.
El movimiento pro vida defiende el principio quizá más crucial de
cualquier civilización desarrollada: la inviolabilidad y el valor de
la vida humana. A pesar de ello y aunque haya mantenido vivo el
debate sobre el aborto, no ha logrado hacer cambiar sustancialmente
la opinión pública. Este fracaso sugiere la necesidad de mejorar la
comunicación para responder a las preocupaciones reales de las
mujeres que están en crisis por un embarazo no deseado. A partir de
algunas campañas televisivas que han sido eficaces en Estados
Unidos, Paul Swope reflexiona sobre la estrategia pro vida en un
artículo publicado en la revista First Things (abril 1998).
Los últimos estudios psicológicos sobre el proceso mental de las
mujeres que abortan permiten entender por qué los movimientos pro
vida no han sido lo eficaces que era de esperar para convencerlas de
que apuesten por la vida. Dichos estudios indican que la americana
moderna en edad de tener hijos no ve el aborto en el mismo marco
moral que la activista pro vida. Nuestro mensaje no es bien recibido
porque hemos cometido el error de pensar que las mujeres,
especialmente aquellas que se enfrentan al trauma de un embarazo no
deseado, responderán a los principios que consideramos evidentes
según nuestra perspectiva moral, y hemos argumentado en
consecuencia. Este es un error de cálculo que ha perjudicado
gravemente a la causa pro vida. Aunque no compartamos la forma en
que muchas enfocan el tema, la importancia de nuestra misión y el
imperativo de ser eficaces hacen necesario que escuchemos,
entendamos y respondamos a las preocupaciones reales de las mujeres
que se inclinan por el aborto.
La importancia de una nueva óptica se hizo evidente tras los
resultados de una compleja investigación de la Caring Foundation
[grupo que presenta el mensaje pro vida al público, vía televisión].
(...) Se cree que el hemisferio derecho del cerebro controla los
aspectos emocionales, intuitivos y creativos de la persona, mientras
las cuestiones analíticas y racionales se responden sobre todo con
el hemisferio izquierdo. El estudio del hemisferio derecho del
cerebro trata de descubrir las razones emocionales profundas por las
que tomamos ciertas decisiones o por las que tenemos ciertas
convicciones. Este enfoque tiene aplicaciones obvias en un tema como
el aborto, ya que una mujer en plena crisis por un embarazo no
deseado no puede resolver su problema de un modo lógico y frío con
el hemisferio izquierdo del cerebro.
El estudio fue realizado por una empresa líder en este tipo de
investigación (...). El procedimiento consistió en una serie de
entrevistas individuales profundas y exhaustivas, para lograr
respuestas íntimas emocionales. Los resultados (1995-1997) tienen un
nivel de confianza de un 95%.
Los tres males
Uno de los objetivos era dar respuesta a un interrogante que ha
desconcertado a los pro vida durante mucho tiempo. ¿Cómo es posible
que las mujeres, y el ciudadano en general, se sientan tranquilos
estando personalmente en contra del aborto, pero a favor de mantener
su legalidad? Los pro vida, al considerar que es moralmente evidente
que no se puede sostener simultáneamente que el "aborto mata" y que
el "aborto debe ser legal", han intentado mostrar más claramente que
el feto es un ser vivo. Suponen que, al asumir la humanidad de los
no nacidos, el imperativo moral lógico "no se debe matar a un bebé"
será lo que naturalmente prevalezca y, en consecuencia, las mujeres
escogerán la vida para sus hijos no nacidos.
La nueva investigación muestra por qué este planteamiento ha
resultado poco eficaz y qué se puede hacer para mejorarlo. El
resumen del informe indica que las mujeres creen que de un embarazo
no planificado nada bueno puede resultar, por lo que dudan entre lo
que consideran tres "males": maternidad, adopción o aborto.
La maternidad no planificada, de acuerdo con estos estudios,
representa una amenaza grave para las mujeres modernas (...). Esto
se debe a que muchas mujeres jóvenes de hoy día han desarrollado una
identidad que simplemente no contempla el ser madre. Puede incluir
ir a la Universidad, sacar un título, obtener un buen trabajo,
incluso casarse algún día, pero perciben la repentina intrusión de
la maternidad como la pérdida total del control sobre su propia vida
presente y futura. (...)
Al considerar la decisión de abortar, no lo hacen, como pueden
pensar los pro vida, entre las opciones "llevar a término un
embarazo no deseado" o "destruir la vida de un niño inocente". Ellas
sienten así la alternativa: "mi vida se acaba" o "la vida de este
nuevo niño tiene que acabar". Desde esta perspectiva, la elección
del aborto se convierte en un modo de defenderse, postura más
asumible tanto para la protagonista como para quienes la apoyan.
(...)
Por qué descartan la adopción
La adopción, desafortunadamente, es la "peor" de las tres opciones,
pues se percibe como una doble "muerte". Primero la "muerte propia",
ya que la mujer tendrá que llevar el embarazo hasta su término,
convirtiéndose además en una mala madre, capaz de entregar su hijo a
extraños. La segunda "muerte" es la del hijo "abandonado": la mujer
vivirá atormentada por el futuro de su hijo (...).
Aunque desearíamos que la mujer aceptara el slogan "adopción sí,
aborto no", este estudio concluye que ante la alternativa adopción /
aborto, la adopción será la perdedora. La actitud de estas mujeres
hacia el aborto es bastante sorprendente. Primero, todas las
involucradas en este estudio (ninguna era "pro vida", sino que se
autodefinían partidarias de la "elección") reconocían que el aborto
mata. Aunque esta convicción sin duda está "inscrita en el corazón
humano", el mérito de haberlo demostrado se debe al trabajo
educativo del movimiento pro vida. Segundo, las mujeres creen que el
aborto es malo, un error, y que Dios castigará a las que lo
practiquen. Tercero, creen también que Dios, en última instancia,
las perdonará porque es clemente, no hubo intención de quedarse
embarazada y porque ante semejante trance no existía otra opción,
puesto que su vida estaba en juego.
(...) En resumen, el aborto será el menor de los tres "males" para
la mujer porque ofrece la mayor garantía de esperanza de preservar
su yo, su propia vida.
Hay que destacar que la principal preocupación en cualquiera de las
tres opciones gira alrededor de la mujer y no del no nacido, lo que
explica el atractivo de la retórica "pro elección". Elección que
concede a la embarazada en crisis cierta sensación de control sobre
su futuro, y permite a quienes rechazan el aborto personalmente
sentir compasión hacia las que recurren a él.
Lo que suscita rechazo
El informe que estudiamos ilumina otra fuente fundamental de
frustración y fracaso del movimiento pro vida: un cuarto de siglo de
encuestas ha demostrado reiteradas veces que la mayor parte de los
americanos rechazan el aborto y que las mujeres son ligeramente más
pro vida que los hombres. Pero a ambos les gusta más la etiqueta
"pro elección" que la de pro vida. Asimismo, a los activistas pro
vida se les considera peligrosos y extremistas. (...)
La investigación indica que la dificultad de obtener el apoyo
público no se debe del todo al trato injusto de los medios de
comunicación, aunque efectivamente este factor ha tenido sin duda un
papel importante. Los slogans de los movimientos pro vida y las
campañas educativas han tendido a exacerbar el problema, por haberse
centrado casi exclusivamente en el hijo aún no nacido, y no en la
madre. Esto produce resentimiento en vez de simpatía,
particularmente entre las mujeres en edad de tener hijos.
No es de extrañar que las primeras personas que se dieron cuenta de
la necesidad de un enfoque distinto fueran las que trabajaban
directamente con las mujeres en crisis. (...)
Consideremos un típico slogan pro vida: "El aborto detiene el latido
de un corazón". Aunque esta frase pueda resultar eficaz entre los
pro vida, su efecto entre mujeres jóvenes en crisis probablemente
sería: 1) provocar rabia contra el mensajero; 2) confirmarlas en la
opinión de que los pro vida no entienden su situación; 3) las
hundiría aún más en la actitud negativa y desesperanzada. Si la meta
de los pro vida es disminuir el número de abortos y no sólo
constatar un hecho, debemos preguntarnos si este mensaje no será
francamente contraproducente.
(...) La pregunta, quizás subconsciente pero clave, que se hace la
mujer es: "¿Cómo podré conservar el control de mi vida?". El
movimiento pro vida debe tener en cuenta el punto de vista de la
mujer y hacerlo de una manera compasiva que reafirme las innatas e
íntimas convicciones de su conciencia. Sin condenar ni estigmatizar,
debe ayudar a la mujer a reconsiderar cómo percibe los tres "males"
que se le presentan.
Soluciones para mujeres en crisis
Como ejemplo práctico, la Caring Foundation ha preparado dos
anuncios publicitarios para la televisión. Uno presenta como modelo
a una mujer que se puede identificar con las inquietudes de la
audiencia a la que se dirige el anuncio, pero que ha optado por la
vida y presenta su opción bajo un prisma positivo. El otro anuncio,
pensado también desde la propia perspectiva de la mujer, presenta el
aborto como solución negativa a su problema.
El anuncio pro maternidad es como sigue:
Una mujer está frente a una bonita casa, rastrillando las hojas, y
tras despedirse de su hija, se vuelve al telespectador: "Yo tenía 16
años cuando supe que estaba embarazada de Carrie. No estaba casada y
me sentía realmente asustada. Ahora, algunas personas dicen que
debería haber abortado, pero nunca pensé recurrir a tal posibilidad
sólo porque me creaba un problema. Oye, no me considero una mártir,
pero realmente no creo que tuviera opción después de estar ya
embarazada. Piénsalo".
Este anuncio, que no consiguió popularidad entre los pro vida, es,
según las encuestas, extremadamente eficaz entre las mujeres
jóvenes. Porque presenta un modelo accesible y creíble, y el mensaje
subliminal -la bonita casa, la buena relación con la hija, la
sensación de control de la madre que aparece sosteniendo el
rastrillo y cuidando su propio jardín- refuerza el mensaje de que
esta mujer es, de hecho, heroica, pues ha tenido que enfrentarse a
una decisión difícil y ha conseguido sacar adelante su vida. Este
anuncio ofrece sutilmente la auténtica solución que una mujer que se
enfrenta a un embarazo no deseado busca desesperadamente y que
contrasta con la decepción que a menudo le proporciona el aborto.
Otro anuncio que busca más directamente el rechazo del aborto es
como sigue:
Una mujer se levanta de la cama; el reloj marca las 3 de la mañana.
Se acerca a la ventana, y mira la negra noche lluviosa. Está de pie,
en silencio, mientras se oye una voz femenina: "Dijeron que no
oirías esos lloros que te despiertan por la noche... No habría ni
rastro de biberones, ni trastos en el suelo, ni juguetes
desperdigados. Se oye el tic tac del reloj. Todo está en silencio. Y
te das cuenta de que aún hay una voz. Si has sufrido el dolor de un
aborto, llama al teléfono...".
En ambos casos, el enfoque está en la mujer, en alguien que ha
pasado por la experiencia de un embarazo no deseado. Los anuncios no
hacen un juicio explícito; sólo muestran experiencias vividas con
muy distintas soluciones y diferentes consecuencias.
Este es otro anuncio muy eficaz:
Una mujer joven está sentada al lado de la chimenea mirando hacia la
cámara: "¿Sabes?, yo era partidaria del derecho al aborto, pero
después tuve mi propio hijo. Cuando estaba embarazada, me di cuenta
de que todo lo que este niño estaba intentando hacer era salir
adelante, igual que todos nosotros. Todavía no me aclaro, no lo
entiendo, pero cuando yo quería a mi niño, era un niño, y cuando no
lo quería, ¿era otra cosa? Piénsalo".
Tampoco esta mujer pretende tener todas las respuestas, ni encaja en
el modelo pro vida. Simplemente quiere compartir su propia
experiencia y hace una pregunta que, efectivamente, mina la
argumentación de los pro elección.
Una mujer que sirva de modelo
Se está desarrollando una nueva campaña de anuncios basada en otra
investigación sobre el "hemisferio derecho del cerebro" llevada a
cabo en 1997. Mientras que el primer estudio se concentró en mujeres
jóvenes que tenían dudas sobre esta materia, el segundo incluía
mujeres que ya habían tomado la decisión de abortar o de tener su
hijo. (...)
Se está probando un nuevo anuncio basado en esta última
investigación.
Una mujer joven hace ejercicio corriendo por la calle. Llueve, y
mientras corre, sus pensamientos se hacen audibles: "Todo el mundo
me dice cómo debo sentirme. Yo no pensaba quedarme embarazada. Ahora
no. [Se refiere al novio enfadado, que se ve en una secuencia
retrospectiva.] Me dice cómo debo sentirme, qué debo hacer, y
después desaparece cuando realmente lo necesito. Ahora todo depende
de mí. Pero ¿abortar? Yo no. Tengo que vivir con la decisión que
tome. [Pausa. Corre hacia la lejanía, el cielo se aclara.] Lo
conseguiremos".
Los tres objetivos del anuncio son: crear admiración por llevar a
término el embarazo, presentar una mujer que sirva de modelo y, sin
buscar confrontación, mostrar el aborto de forma negativa.
Es significativo comparar estos objetivos con los comentarios que
hicieron las mujeres de un grupo de trabajo con referencia a la
actitud de la protagonista: (...) "Se nota el estrés que está
sufriendo. No es un tema agradable, pero lo está soportando. Está
haciendo lo mejor. Esta mujer tiene fortaleza, ya que corre en vez
de sentarse a compadecerse de sí misma".
Estas respuestas indican que una campaña de publicidad
cuidadosamente estudiada promueve la ética de la cultura de la vida.
Utilizando un lenguaje e imágenes atractivas en vez de alienantes,
el movimiento pro vida puede mostrar que el aborto no juega a favor
de la mujer y que apostar por la vida ofrece esperanza y un sentido
positivo a la propia personalidad.
Es de destacar que la descripción del desarrollo del feto e incluso
imágenes gráficas de un aborto pueden utilizarse con eficacia ante
determinado público, especialmente si es proclive al mensaje pro
vida y como método de motivación. Es más, los planteamientos aquí
mostrados para desarrollar estrategias dirigidas a la mujer no son
necesariamente transferibles a las que buscan un cambio político o
legislativo. Ahora bien, al utilizar los medios de comunicación para
llegar al gran público, es de vital importancia que el movimiento
pro vida reestructure su mensaje, a fin de que sea mejor recibido
por las mujeres.
El tremendo error de cálculo de la mujer joven es creer que el
aborto puede "desembarazarla", que la devolverá a la situación
anterior a la crisis. Pero una mujer jamás es la misma después de un
embarazo, se quede con el hijo, lo elimine o lo entregue en
adopción. El aborto puede parecer una solución, pero no es la que la
mujer anhela en su interior, ni siquiera la que conseguirá preservar
su identidad.
Si los pro vida podemos ayudar a que la mujer recapacite y se
convenza por sí misma, habremos hecho mucho para apartar a nuestra
cultura de la mentalidad abortista.
La eficacia de algunas campañas
¿C uál ha sido la eficacia de esta publicidad? El trabajo de la
Caring Foundation comenzó en el Estado de Missouri, donde estos
anuncios se han emitido en televisión durante algunos años. Pues
bien, es el Estado donde más rápidamente ha bajado el índice de
abortos en Estados Unidos. Desde 1988 hasta 1992, el índice bajó
sólo un 5% en el conjunto del país, frente a un 29% en Missouri.
Además, según encuestas Gallup, la media nacional de adolescentes
pro vida es del 29%, y del 60% en la zona central de Missouri.
En otros dos Estados se han emitido anuncios durante algunos años y
en ambos se ha observado un descenso de los abortos de casi el 40%.
Michigan pasó de 49.098 abortos en 1987 a 31.091 en 1995. Wisconsin,
de 20.819 en 1981 a 12.782 en 1995. (...)
Debido a que la Caring Foundation contrata empresas profesionales
independientes para realizar las encuestas previas y posteriores a
las campañas, se puede afirmar sin duda alguna que los anuncios
producen cambios en la opinión pública y que efectivamente influyen
en la decisión de las mujeres que dudan entre abortar o tener el
niño. Muchos centros de "atención a la embarazada" dicen que les
llegan mujeres que estaban decididas a abortar hasta que vieron los
anuncios.
En 1997 se llevó a cabo en Boston una campaña televisiva de trece
semanas que llegaba a una audiencia de 4,4 millones de adultos. La
empresa Baselice & Associates, de Houston, dirigió la encuesta.
Se realizaron entrevistas, antes y después de haber visto el
anuncio, con un margen de error del 4,9% y con un nivel de confianza
del 95%. La encuesta posterior mostró que el 7% de la población de
la zona (308.000 adultos) se había pasado a la postura pro vida.
(...) De hecho, la postura pro vida entre aquellos que recordaban
los anuncios pasó del 20% en la encuesta previa al 36% en la
posterior, mientras que la postura pro elección bajó
significativamente: del 33% al 25%.
La encuesta más reciente tuvo lugar en diciembre de 1997 en
Indianápolis, y los datos resultaron ser un reflejo de la
experiencia de Boston. La opinión pro vida de la población total
aumentó del 36% al 45%, y entre la audiencia de mujeres de menos de
45 años, del 33% al 44%.
Además de las ya citadas, se han realizado investigaciones similares
en Pensilvania, Wisconsin, Ohio, Iowa, Colorado, Missouri y
Michigan. Se percibe un cambio de opinión hacia la postura pro vida
en todas las encuestas y en casi todas las preguntas (8 cuestiones
diferentes relativas al tema del aborto). La audiencia total
cubierta por las distintas campañas en los últimos años ha alcanzado
a más de 46 millones de adultos.
Vista la efectividad de estas campañas en el colectivo femenino, los
anuncios se emiten ahora incluyendo un número de teléfono, para que
se pueda solicitar la ayuda de un centro de atención a embarazadas.
Se han recibido más de 5.000 llamadas a través de este servicio y se
ha proporcionado consejo y la ayuda necesaria a muchas mujeres que
han sufrido el trauma del aborto.
aceprensa 10-mar-1999
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Paul Swope es Director de Proyecto del Nordeste de la Caring Foundation y Presidente de LifeNet Services, Inc.
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