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Los errores de la Teología Marxista de la Liberación
Entrevista al Dr. Gustavo Sánchez Rojas
Profesor de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima
—¿Qué es la Teología Marxista de la Liberación (TLM)?
—La Teología de la Liberación en general, es una corriente teológica que tomando el tema bíblico de la liberación tal como aparece en el Antiguo y Nuevo Testamento (en el Éxodo, en San Pablo, etc.), busca una aplicación de las enseñanzas de la Revelación a las cuestiones sociales. Esto que en sí mismo es una cosa buena y valiosa.
Pero hay muchas teologías de la liberación, y una de ellas toma como elemento hermenéutico el análisis marxista —lo que conocemos como el materialismo histórico—para poder interpretar la realidad social tan compleja y difícil que se vive sobre todo aquí en América Latina y para transformar esa misma realidad social. Ese tipo de pensamiento es el que ha recibido el nombre de Teología Marxista de la Liberación (TLM).
—¿Cuáles son los principales errores en que incurre la TLM?
—En primer lugar está el hecho de asumir que la teología —y son definiciones que ellos mismos dan— es la reflexión crítica sobre la praxis histórica a la luz de la Palabra. Eso significa que la teología ya no reflexiona sobre la Revelación, sino sobre el hecho concreto —que ellos llaman la praxis histórica— que es la lucha de los pobres y oprimidos por su liberación.
Esta hermenéutica, esta metodología, ha sido juzgada por la Congregación para Doctrina de la Fe, en su Instrucción «Libertatis nuntius", como un error porque desde esa perspectiva lo que se está haciendo no es teología sino sociología religiosa (...), y seguramente el hecho de que la TLM se quede en un plano meramente político es uno de sus defectos principales.
Lo segundo: el asumir el análisis marxista. Pienso que ese es el tema central y lo que trae esas desviaciones y riesgos de desviación «ruinosos para la fe y la vida cristiana» que también señalaba en su momento la «Libertatis nuntius». Desde la asimilación del análisis marxista se reinterpreta todo lo cristiano y desde allí aparecen otra serie de problemas.
—¿Cómo cuáles?
—Por ejemplo, la salvación se interpreta como una realidad meramente horizontal con la consecución de una armonía que se queda en el plano político; Jesucristo es visto como un líder político, como un revolucionario, como un subversivo, así lo han llamado, y se pierde de vista su dimensión divina.
Algunos teólogos de la liberación, a partir de estos supuestos, han afirmado que Jesucristo no es persona divina, sino que es simplemente un hombre en el cual Dios manifiesta su amor por los pobres, por los oprimidos. Cosa, que así tomada, es herejía.
Hay un tercer aspecto en el cual, sobre una visión muy reductiva, la Iglesia es vista como el pueblo oprimido que lucha su liberación, se interpreta como «iglesia popular», un nombre que se plasmó en la Nicaragua de los años '80, y que obviamente fue un experimento que fracasó; pero se entiende a la Iglesia como los que luchan por la liberación, por lo tanto quienes no participan de esa lucha no son iglesia, quedan de alguna manera excluidos lo cual lleva pues a un sectarismo.
—¿Alguno más?
En cuarto lugar, hay también todo un problema a la hora de entender qué cosa es la Eucaristía. Para ellos, la Eucaristía ya no es el sacramento que nos remite al sacrificio de Jesucristo en la cruz y su Resurrección, sino más bien un momento en que el pueblo oprimido toma conciencia de su opresión y de su lucha liberadora. La Eucaristía se convierte en un momento de concientización ideológica.
Todo esto que estoy mencionando no es una apreciación particular, son los aspectos negativos señalados por la Congregación para la Doctrina de la Fe, en la instrucción que ya mencionamos, «Libertatis nuntius», y que es la mejor síntesis de los aspectos negativos y erróneos de la TLM, con sus riesgos de desviaciones que son «ruinosos —dice así la instrucción— para la fe y para la vida cristiana».
Considerado uno de los padres de la TLM, Leonardo Boff abandonó el sacerdocio y se puso al margen de la Iglesia. Ahora se ha casado y no se reconoce como católico
—¿Quiénes son sus representantes más importantes?
—Los más importantes, o más conocidos por lo menos, son, aquí en Perú, Gustavo Gutiérrez; en Brasil, Leonardo Boff, Juan Bautista Libânio, Pedro Casaldáliga y Helder Cámara, los dos últimos obispos; en El Salvador está el jesuita catalán que se llama Jon Sobrino, en Chile el teólogo Ronaldo Muñoz, en Uruguay el jesuita Juan Luis Segundo. Son numerosos los pensadores que representan este tipo de corriente.
—Gustavo Gutiérrez al definir la TLM, la presente como «la opción por los pobres». ¿Acaso esta teología no pretendería responder también a una sana liberación de la situación de pobreza?
—Efectivamente él habla de la «opción por los pobres» y dice que la Teología de la Liberación surge como un modo concreto de solidarizarse con los oprimidos. Y así entendido seguramente no habría mayor problema. La «opción por los pobres» es un elemento que los Obispos de América Latina en Puebla han presentado como fundamental para la Iglesia de nuestro tiempo.
Pero la dificultad está en entender qué cosa significa "pobre" para la Teología de la Liberación, y en concreto para Gustavo Gutiérrez. Una revisión de sus principales libros, que son sin lugar a duda, "Teología de la liberación. Perspectivas", en su última edición del año 1988, y "La fuerza histórica de los pobres", muestra que para él "pobre" no es el humilde, el que confía en Dios, no es ni mucho menos el que nos presenta la Sagrada Escritura.
"Pobre" para él es el oprimido, el proletario, y cito textualmente "La fuerza histórica de los pobres" en la pág. 79, el proletario —dice— que es explotado y que lucha justamente por su liberación. Para él «pobre» es el miembro de una clase social que está enfrentada y en lucha contra otra clase social explotadora y opresora.
Entonces el problema no es la «opción por el pobre», el problema es la concepción ideológica marxista que tiene él de "pobre". Esa es la dificultad.
—En sus argumentos, los teólogos de la liberación llegan a citar documentos del Magisterio, citan encíclicas y documentos de las conferencias generales del episcopado latinoamericano. ¿Ello no es muestra de una preocupación por mantenerse fieles a la Iglesia o nutrirse de ella?
—La cuestión no es tanto que citen. Citar está muy bien, el problema es cuál es la interpretación que ellos sacan de esas citas. La labor del teólogo es profundizar y continuar lo que el Magisterio va señalando, orientando, sugiriendo. En el caso de los teólogos de la liberación, una revisión de sus libros basta para darse cuenta que es al revés. Ellos exponen sus ideas con el apoyo de las así llamadas ciencias sociales y el análisis marxista, y a continuación viene la cita del Magisterio, de la encíclica, de algún obispo, en orden a refrendar lo que ellos ya han pensado. Quiere decir que en ese sentido hay una inversión completa de lo que debería ser una sana teología.
El rostro ideológico y conflicto de la TLM
—¿Algún hecho concreto que sirva para demostrar ese rostro ideológico, conflicto y hasta violento de la TLM?
—Cuando en Nicaragua triunfa la revolución sandinista (con las ideas marxistas) en el año 1979, este país se convierte en una especie de terreno experimental de las ideas de la TLM. Allí se crea y organiza una «iglesia popular» que ha sido siempre el reclamo de teólogos como Gutiérrez o el mismo Boff, con todas las características que allí señalan: una iglesia que nace del pueblo, que es de los oprimidos que luchan por su liberación, una iglesia clasista —son palabras que usan ellos—, y una iglesia que en nombre de esta conciencia de clase se opone a la jerarquía.
La iconografía de la TLM muestra su caracter ideológico, conflicto y violento. En Nicaragua el sacerdote Gaspar García murió peleando fusil en mano. En Perú la religiosa Nelly Evans formó parte de Sendero Luminoso
—¿Otros casos?
—Aún cuando no sea propiamente el caso de la TLM, porque es anterior, está el famoso sacerdote colombiano Camilo Torres, muy amigo de Gustavo Gutiérrez y, como él, también un gran admirador del marxismo y toda su teoría revolucionaria y clasista. Él ha sido uno de los muchos sacerdotes en América Latina que, lamentablemente, imbuidos de marxismo han abandonado su ministerio y han empuñado las armas para buscar supuestamente la justicia por medio de la fuerza.
En Nicaragua hay otro caso muy conocido con el sacerdote Gaspar García Laviana, que es todo un símbolo para la revolución sandinista. Murió efectivamente peleando fusil en mano. Aquí en Perú, por ejemplo, y esto creo que todos lo conocemos, está la religiosa, que admiradora de todo este pensamiento liberacionista y marxista, se radicaliza, deja su congregación y termina formando parte del grupo terrorista Sendero Luminoso. Es la religiosa Nelly Evans Risco. Actualmente purga cadena perpetua.
Ciertamente son casos tristes donde la ideologización lleva a los religiosos y sacerdotes, primero a la pérdida de su identidad como religiosos o como ministros. Y en segundo lugar, y más grave si cabe, a la pérdida de la fe.
—Muchos de estos teólogos han recibido reconocimientos internacionales. Gustavo Gutiérrez fue galardonado con el premio Príncipe de Asturias, y recientemente ha sido nombrado Honoris Causa por una universidad en Chiclayo. ¿Ello significa que sus tesis siguen vigentes y tienen respaldo?
—Yo personalmente creo que las tesis de la Teología de la Liberación están en un proceso de reformulación y de cambio, porque el hecho de que su estructura de base, que era el marxismo, ya no tiene ni la vigencia ni el protagonismo que tuvo hace unas décadas, ha obligado a que la TLM asuma nuevas formas sin abandonar los temas y los principios que estuvieron en sus orígenes.
El hecho de que Gustavo Gutiérrez reciba un premio como el Príncipe de Asturias no le da valía teológica o religiosa a su pensamiento liberacionista (...). No es un reconocimiento a su carácter religioso ni mucho menos, ni tampoco a sus ideas cristianas o católicas. Es un reconocimiento a una labor que seguramente desde una perspectiva profana se considera válida: la cercanía con los pobres. Pero no es una especie de valoración ni de la teología, con toda seguridad, ni tampoco de su vivencia cristiana personal.
—¿La TLM ha muerto o ha cambiado de estrategia?
—Yo pienso que no ha muerto, pero sí está bastante venida a menos. Ya no tiene toda la atención que antes se le prestaba. La TL efectivamente está proyectándose en otras alternativas teológicas como medio de mantener una presencia. Tenemos a la «teología india» sobre todo en México y Brasil, que se inspira en toda la reivindicación propuesta por la TL.
Están también las diversas «teologías feministas» que han recogido de la TL la dialéctica del opresor-oprimido. Y en algunos casos también se plantea la existencia de una «eco-teología» que es un sincretismo entre teología y ecología, en orden a que la tierra también es una oprimida por la actividad destructora y avasalladora del capitalismo o del neoliberalismo.
Son instancias que de alguna manera mantienen todavía con cierta vigencia a la TL, pero que ya se apartan un poco de lo que fue la TL en su momento más clásico.
—¿Ya no es tan peligrosa como hace unas décadas?
—El problema está en que las cosas erróneas que señaló la TLM no han sido rectificadas. Sus autores en general no han rectificado prácticamente nada de lo que han dicho y si bien es verdad que ahora tocan otro tipo de temas, rectificación de los puntos equivocados que se vieron en los comienzos no ha habido. Eso es lo peligroso.
—¿Si la opción por los pobres no es esta TLM, cuál es entonces?
—La opción por los pobres es la que la Iglesia practica desde Jesucristo, que ha seguido practicando a través de los padres de la Iglesia, a través de sus santos, y que se plasma también en la vida cotidiana y concreta de la Iglesia en todo el mundo y en América Latina.
Todos los días y en todas partes, nosotros podemos ver religiosos, laicos, que comprometidos con su fe van, y de manera silenciosa y discreta, en una forma muy sencilla y humilde, ayudan a los más necesitados, se dedican en cuerpo, alma y espíritu a los más pobres, ponen en juego incluso su vida para atender a aquellos que son los más desposeídos.
Yo pienso que esa es la verdadera opción por los pobres, una opción por los pobres que se basa en Jesucristo y en el Evangelio y no en alguna ideología o algún préstamo de tipo político o sociológico.
Pienso por ejemplo en la Madre Teresa, en las religiosas de la Caridad, pienso en las obras solidarias de Mons. Ricardo Durand, en esas personas maravillosas que son efectivamente la manifestación más elevada de que la opción por los pobres es un elemento que se practica siempre por personas de fe que están dedicadas íntegramente a servir a los pobres porque en ellos ven a Jesucristo.
La Iglesia a lo largo de su historia ha propuesto un camino que lleva justamente al compromiso social que brota de la Revelación, y de las enseñanzas de la Tradición y del Magisterio, y que además es eficaz, y bien aplicado podría ser un excelente medio de renovación y recuperación de las realidades temporales, con espíritu y con identidad cristiana y católica, y esa es la Doctrina Social de la Iglesia.
—¿Gustavo Gutiérrez se reconcilió con la Santa Sede?
—Gustavo Gutiérrez en sus libros no ha modificado prácticamente nada de su planteamiento marxista. Por eso el Card. Ratzinger dijo que en su caso hay muchas cosas que necesitan ser rectificadas.
—El premio Príncipe de Asturias destacó que Gustavo Gutiérrez ha conseguido "mantenerse al margen de los radicalismos en que se han visto envueltos otros teólogos".
—Es verdad que él no ha tenido el final tan problemático que han tenido otros como Boff, o quizá otros que incluso han llegado a un camino mucho más extremo, en ese sentido habrá que reconocer que ha mantenido su presencia como sacerdote y como católico.
—¿En esa línea ya Gutiérrez aceptó las observaciones y aclaraciones necesarias para superar sus problemas con el Vaticano? ¿Cuál es su situación actual con la Santa Sede?
—Allí hay un problema que ciertamente no está resuelto. Y me remito a los libros de Mons. Ricardo Durand, quien ha sido uno de los críticos más agudos y lúcidos del pensamiento de Gustavo Gutiérrez en lo que tiene de ideológico, de marxista y de radical. Al abordar el hecho del nuevo discurso moderado de Gutiérrez, Mons. Durand explica que ese cambio, esa posición nueva, que es loable, es insuficiente porque no ha corregido sus planteamientos originales.
En la edición de su libro «Teología de la Liberación» del año 1988, teniendo ya a la mano los criterios ofrecidos por las instrucciones de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gutiérrez no modifica prácticamente nada de su contenido que es claramente marxista, ideológico y que merece todas las críticas que se le han hecho.
Y podemos remitirnos también al libro entrevista «La sal de la tierra» en donde el Cardenal Joseph Ratzinger, hoy Papa Benedicto XVI, en el momento en que le preguntan sobre la TLM, él responde que efectivamente, en el caso de Gustavo Gutiérrez ha habido un cambio, pero —dice el Cardenal— hay muchas cosas que necesitan ser rectificadas.
—Por lo menos en los medios de comunicación su discurso es bastante moderado y llega a afirmar que la liberación que propone la TL no se relaciona con la violencia. Y eso no suena marxista.
—Indudablemente que no, pero si esto es así, si esto es lo que Gustavo Gutiérrez hoy en día piensa, entonces la pregunta es por qué no rectifica las cosas que sí están todavía en sus libros y que son completamente marxistas y radicales. Hay una especie de doble discurso porque lo que queda en sus libros él no lo ha cambiado, no lo ha modificado a pesar de las indicaciones expresas que se le ha hecho por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe, es decir por el Card. Ratzinger. No ha cambiado todas aquellas cuestiones que son problemáticas.
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