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Autoestima a la baja: NO, gracias
En esta apasionante búsqueda de la igualdad en los derechos, en los deberes, en las oportunidades pero con complementariedad en las funciones, en ocasiones nos topamos con un escollo: ante la posibilidad de acceder a un puesto directivo, ante la realidad de mandar a varones, o ante los retos profesionales para los que está preparada, es la mujer quién se arruga, piensa que no va a ser capaz de afrontar todo tipo de dificultades y claudica ante lo que podría llamarse «prejuicio machista de tipo empresarial». Y ello, ¿por qué?. Porque está acostumbrada a ver reducida su autoestima, casi casi a cenizas, ya que ha tenido que luchar más que el hombre en la mayoría de los ambientes laborales y le ha resultado muy duro. La mujer trabaja de una manera —quizá más directa por intuitiva— y el hombre de otra —quizá más reflexiva y más lenta— y ambas sirven para lo mismo.
La autoestima a la baja nos lleva a un bloqueo personal ineficaz y la autoestima al alza quizá nos convierta en seres valiosos pero vanidosos; porque lo mejor es el termino medio, el centro de gravedad de todo lo que nos ocurre; y es este centro —pleno de hechos factibles y ambición de la buena—, donde la mujer debe apoyar su coraje, su tesón y su capacidad profesional; además, como la mujer está acostumbrada a enfocar con paciencia los acontecimientos, sabe administrar los tiempos con soltura, con ecuanimidad y con claros horizontes aunque estén lejanos.
Pero resulta necesario crecer en autoestima adecuada — ni más ni menos-y afirmar que se es capaz de realizar lo que se debe, con responsabilidad, eficiencia y sin complejos; pero como la baja autoestima tiene un origen cultural, o educativo, conviene empezar por ahí, por un cambio en la mentalidad de la propia mujer orientado a pensar que se puede llegar mucho más lejos si uno se lo propone; como afirma, Isabel Giménez, la directora de la fundación de estudios bursátiles de la bolsa de Valencia, constituyen barreras internas algunos aspectos clave: una tendencia al perfeccionismo y por ello, falta de seguridad interior ya que es imposible ser perfecto, aunque se deba intentarlo; un miedo a los desconocido, e incluso a sobresalir por una mal enfocada humildad; y una aparente renuncia a la familia, porque cuando se busca la conciliación y se ponen los medios oportunos o necesarios, al final puede compatibilizarse trabajo y hogar con sosiego y organización. Busquemos la auténtica autoestima al encontrar las soluciones a los problemas que surjan o se planteen, a través de nuestra manera ser, sin dejar de ser mujeres.
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