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Ser gafe

Tengo que reconocerlo. A pesar de que un estudio del Centro Médico Universitario de Groningen, en Holanda, nos aseguran que una de cada 29 personas tiene mala suerte, jamás he creído en la existencia de personas gafes que atraen a la mala suerte, y mucho menos que esas personas pudieran contagiársela a los que le rodean.

Es más, me cuesta asumir la afirmación de un supuesto gafe cuando dice que «lo bueno es que como nunca te pasa nada bueno ni positivo tampoco esperas nada. Te acostumbras a vivir sabiendo que hagas lo que hagas y cualquier paso que des siempre será para ir a peor...»

De manera que, prefiero pensar que la buena o mal suerte se debe a que Dios «sabe disponer todas las cosas para el bien de sus hijos» como nos enseña esta historia.

Un antiguo relato chino, cuenta la historia de un anciano campesino que tenía un viejo caballo para trabajar su campo. Un día, el caballo escapó a las montañas. Cuando los vecinos del anciano lo supieron, se acercaban para condolerse con él.

—¡Cuánto lamento su desgracia!

—Pero, el labrador, les contestaba:

—¿Mala suerte? , ¿Buena suerte? , ¡Sólo Dios lo sabe!

—Una semana después, el caballo regresó de las montañas, trayendo consigo una manada de caballos salvajes. Entonces, los vecinos fueron a visitar al campesino:

—¡Ahora sí que hay motivos para felicitarlo! , ¡Está con suerte!

—Pero, el anciano, a todos les contestaba por igual:

—¿Buena suerte? , ¿Mala suerte? , ¡Sólo Dios sabe!

—El hijo del anciano labrador intentó domar uno de los potros salvajes. Se cayó y se quebró una pierna. Cuando el vecindario se encontraba con el campesino, le comentaban:

—¡Este accidente, sí que es una verdadera desgracia!

—No pensaba así, el viejo campesino y se limitaba a decir:

—¿Mala suerte? , ¿Buena suerte? , ¡Sólo Dios sabe!

—Un par de semanas más tarde, se supo que el emperador había declarado la guerra. Una patrulla de soldados entró en el pueblo reclutando a todos los jóvenes que estaban en condiciones de enrolarse en el ejército. Cuando vieron al hijo del viejo labrador con la pierna rota lo dejaron tranquilo. Las personas del pueblo se acercaban a su viejo y sabio vecino, preguntando:

—¿Habrá sido «buena suerte» o «mala suerte»?

—Todo lo que a primera vista parece un contratiempo, puede ser un disfraz del bien. Y lo que parece bueno a primera vista, puede ser realmente dañino. Así pues, será una sabia actitud que dejemos decidir a Dios lo que es mala o buena suerte.

Ahora en...

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