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«Teólogos» y «legisladores» impulsan el aborto

En el año 2004, entre el 9 de mayo y el 26 de octubre, se celebró en Barcelona el «I Forum Universal de las Culturas». Dentro del Forum, se llevó a cabo el «IV Parlamento de las Religiones del Mundo» (el I se celebró en Chicago en 1893, el II repitió en Chicago en 1993, y el III en Ciudad del Cabo en 1999). A su vez, dentro del Parlamento, se desarrolló el «I Simposio Internacional de Teología Intercultural e Interreligiosa de la Liberación».

En el participaron connotadas figuras del mundo interreligioso como: Hans Küng, Raimond Panikkar, Paul Knitter, Dirk Ficca, Juan José Tamayo, Samuel Ruíz García, Raúl Fornet-Betancourt, Tariq Ramadan y Diego Irrarázaval entre otros. Hans Küng fue el primer ponente de los 19 participantes, destacando de su ponencia la siguiente argumentación:

«La paz entre las religiones presupone la paz entre las naciones», destacando lo que llamó «principios elementales de la ética global: el primero es el principio de humanidad: la petición de auténtica humanidad. Esto significa que toda persona -hombre o mujer, blanco o de color, joven o mayor, americano o iraquí- debe ser tratada no de modo inhumano, bestial, sino de modo auténticamente humano. El segundo es la regla de oro: Lo que no desees para ti, no se lo hagas a los demás... Lo que no quieras para ti, no lo quieras para los demás... Y con base en estos dos principios, recordar cuatro directrices éticas, presentes en todas las grandes tradiciones de la humanidad.

1.-No matar, torturar, atormentar, herir; y en sentido positivo, preservar la vida, o lo que es lo mismo, el compromiso con una cultura de no violencia y de reverencia por la vida.

2.-No mentir...

3.-No robar... y

4.-No fornicar...».

Al final del Simposio, todos los asistentes firmaron diez principios éticos y cinco prácticas liberadoras de las religiones». Transcribo sólo el principio "9.-Ética de la vida, de todas las vidas, la de los seres humanos y la de la naturaleza, que tiene el mismo derecho a la vida que el ser humano; de la vida de los pobres y oprimidos, que se ve constantemente amenazada: ¡Defiende la vida de todo ser viviente! ¡Vive y ayuda a vivir!". ¡Todo parece estar consonante con la línea de la «cultura de la vida»!

Transcribo lo anterior, porque el mes de marzo estuvo en México el «teólogo suizo» Hans Hüng, según dijo para promover su «Fundación Ética Mundial», aunque se sabe que vino a revisar el avance del proyecto para celebrar en Monterrey, del 19 al 21 de septiembre, el «II Simposio Internacional de Teología Intercultural e Interreligiosa de la Liberación», dentro del «V Parlamento de las Religiones del Mundo», a su vez, dentro del «II Forum Universal de las Culturas». Vino justo los días en que la Asamblea Legislativa del D.F. aprobó la ley para despenalizar el crimen del aborto. El ex combatiente de la revuelta de 1968, ahora senador perredista, Pablo Gómez, propuso en la prensa, radio, televisión y en el recinto parlamentario que, como «sólo abortan las mujeres ricas que pueden pagarse el alto costo en clínicas clandestinas, se propone una ley que lo permita gratis a todas las mujeres pobres». Días después Hans Küng declaró a la televisión y a la prensa en México: «La Iglesia católica está en el extremo y no permite nada. Es inmisericorde no permitir el aborto, que en todo caso beneficia a las mujeres pobres». Resulta inaudito que la misma argumentación de un senador perredista con mentalidad dialéctica sea la del «teólogo suizo», que argumentó y firmó principios éticos en defensa de la vida, apenas en julio del año 2004 en Barcelona, para luego negarlos en México, incongruentemente, al apoyar el aborto y quitarle la vida al ser más indefenso, como lo es el ser vivo no nacido. ¡Esto sí está plenamente en la línea de la «cultura de la muerte»!

Su mal ejemplo repercutió en uno de sus «monaguillos» brasileños, el dominico Frei Betto, quien aprovechando la celebración de la V CELAM en Aparecida, apenas terminadas las intervenciones del Papa Benedicto XVI sobre estas materias, propuso «despenalizar el aborto en la región», al considerar que «la defensa de la vida sólo tendría sentido en un mundo ideal». Dicho «teólogo liberacionista, vinculado al grupo Amerindia» pidió «encarar los motivos que llevan a una mujer al aborto» y, aunque dice compartir la opinión de que «desde la fecundación ya hay una vida con destino humano», pide que el debate no llegue «al moralismo intolerante, que ignora el drama de mujeres que optan por el aborto por razones que no son de mero egoísmo o conveniencia social».

¿Qué nos espera en el «II Forum Universal de las Culturas» de Monterrey en septiembre próximo, al efectuarse el «II Simposio de Teología Intercultural e Interreligiosa de la Liberación», que será conducido por Hans Küng y el panteísta brasileño Leonardo Boff, cuando además, está anunciada la reunión interreligiosa de más de 200 etnias de toda América que celebrarán ceremonias y cultos «ancestrales y autóctonos» dedicados a «dios», bajo los binomios de: Padre y Madre, Tierra y Agua, Sol y Luna, etc.? Todo esto parece ser la encarnación absoluta del relativismo, en el que las cosas pueden ser y no ser, según las circunstancias o el gusto coyuntural de cada quien. Han empezado por sustituir y tergiversar los Diez Mandamientos (los tres primeros pertenecen al honor de Dios y los otros siete para provecho del prójimo, dice el catecismo), que Moisés recibió de Dios en el Monte Sinaí, de los que conviene destacar algunas precisiones: «quinto, no matar; sexto, no fornicar; séptimo, no hurtar; octavo, no mentir»; para escuchar ahora lo que parecen decir los «novedosos simposistas»: Primero fornicar, segundo matar, tercero mentir, etc... No deberían llamarse «teólogos» (tratado de las cosas relativas a Dios) en realidad son «teofantos» (fantasean con las cosas de Dios), ni «legisladores» (lectores de la realidad), ya que mas bien son «imaginadores» o «jurifantos» (hacen «leyes» con base en la imaginación y la fantasía).