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Primeros libros de texto de EpC
Las editoriales educativas han comenzado a publicar libros de texto de Educación para la Ciudadanía.
Los primeros manuales plasman la intensa experimentación ideológica a que da pie el currículo de la asignatura fijado por el Ministerio y ampliado por las Comunidades Autónomas según la orientación política de sus respectivos gobiernos.
Se trata de uno de los riesgos advertidos por el movimiento cívico de oposición a este ensayo de adoctrinamiento de toda una generación. He comparado los dos primeros manuales en aparecer, el de la editorial progresista Octaedro, y el de SM, casa editorial de los Marianistas que se aplicará mayoritariamente en los centros católicos concertados y ha sido elaborado por José Antonio Marina.
El libro de texto Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos, de la editorial Octaedro, deja claro su enfoque desde el primer tema lectivo: Las relaciones interpersonales: sexualidad y afectividad.
Desde los primeros días de clase, los alumnos que manejen este manual escrito para el currículo de la asignatura en la ESO se someterán a las orientaciones sobre Memoria Histórica, Los distintos tipos de familia o La prevención y los métodos anticonceptivos, incluidos en el primer Tema del libro de texto de Octaedro.
Sus autores, J. María Aran, M. Güell, I. Marías y J. Muñoz dedican el segundo tema a La homosexualidad.
El libro, promocionado como novedad en la web de la casa editora, anuncia en su índice el tratamiento de cuestiones como El rechazo a los homosexuales, La represión de la homosexualidad y El respeto por este colectivo.
El Tema 5 está dedicado a La conquista de los derechos de la mujer, con incursiones en El sexismo y El feminismo.
El Tema 7 versa sobre El Consumo, con un apartado dedicado al Consumismo, otro sobre La sociedad del consumo , y orientaciones sobre un consumo moderado.
El Tema 8 se dedica a la Educación Vial y el 9 y último, al Problema Norte-Sur, un enfoque característico de la agenda de los movimientos de extrema izquierda y anti-globalizadores.
Se profundiza, en este capítulo, en La grieta entre el Norte y el Sur y se prescribe un modelo concreto de Solidaridad.
El libro de texto de Octaedro se ha puesto a la venta a un precio de 16,80 euros.
El «experimento marina»
Más matizada llega la contribución de la editorial católica SM a la oferta de libros de texto de Educación para la Ciudadanía.
Su manual está a apunto de aparecer en el mercado, en tres versiones: una para alumnos, otra para profesores y una tercera e innovadora adaptación para padres, según destacó José Antonio Marina, su autor, al hablar de su obra durante una conferencia sobre Educación Responsable celebrada recientemente en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, con patrocinio de SM y de Santillana —grupo PRISA—.
La FERE ha adoptado el manual de SM, al considerarlo el más respetuoso con los valores cristianos. La Patronal de colegios católicos ha asumido desde el principio la imposición de la nueva asignatura, desmarcándose de las críticas de la Conferencia Episcopal y del movimiento cívico por la libertad educativa.
Altamente dependiente de los conciertos con la Administración, la FERE ha optado por acomodarse al currículo con un libro de texto lo más afín posible al ideario de sus centros.
El problema es que el currículo de contenidos mínimos decretado por el Ministerio en diciembre de 2006, y los que van agregando las Comunidades Autónomas para adaptar la materia a su «identidad», establecen una moral de Estado en la que los valores cristianos equivalen a los musulmanes y éstos a los laicos, en una visión relativista en la que la única autoridad moral dimana del poder político, y por debajo de ella, da lo mismo un valor católico que uno budista que uno mahometano que una familia de marido y mujer que una polígama que un trío que la zoofilia que el onanismo que el aborto que la experimentación con embriones, que el burka, que el hiyab, que la paridad por Ley, que la eutanasia, que esforzarse o no hacerlo, que suspender o aprobar una asignatura,...
En este sentido, el intento de Marina de conciliar todos los valores en un modelo de convivencia que no incomode a nadie viene precedido del problema insoluble de que el Estado impone previamente la agenda de lo políticamente correcto.
Así, por ejemplo, el Estado establece que en la formación moral de los niños ha de incluirse la aceptación de una variedad de formas de familia, o que la globalización provoca injusticias, o que es justo que el Estado reparta la riqueza, o que la seguridad y la paz dependen de la primacía de la ONU y el multilateralismo, o que puede ser bueno y conveniente dialogar con terroristas, o que España es una nación de naciones, ...
Por muy neutrales, asépticos, equilibrados e integradores que quieran ser Marina y los marianistas en su manual para padres, profesores y alumnos, el problema de fondo es que hay alguien, el Estado, que marca una agenda moral y usa la coacción para imponerla. Y hay alguien, la familia, que debe aceptarlo y adaptar sus propios valores o resignarse a un papel subsidiario en la formación moral de los hijos.
Lo propio de una Instrucción Pública en civismo, dentro de una sociedad libre, es que garantice que ningún valor ni ningún modelo de sociabilidad supondrán una amenaza para la libertad individual y la dignidad de la persona, y no que imponga una moral de Estado de obligado cumplimiento.
La sociedad democrática no es ninguna fuente de valores universales adoptados por mayorías estadísticas, como pretende Marina, sino la forma más evolucionada de que disponen personas y familias para proteger su libertad frente a la constante propensión del Estado a recortarla.
El Estado, dice Marina en una introducción a su libro de texto que SM ha publicado en su página web, debe «encargarse de facilitar a todos nuestros jóvenes aquella educación que la sociedad considera necesaria para el desarrollo de los proyectos personales, la buena convivencia la justa resolución de los problemas y el progreso económico».
Obsérvese el enorme poder que el pedagogo de SM otorga a «la sociedad» y cómo el Estado se convierte, en su iluminado experimento educativo —coincidente con el del Gobierno socialista—, en el intérprete más fiel de lo que quiere la sociedad.
Nada menos que «facilitar a todos nuestras jóvenes aquella educación (...) necesaria» para «los proyectos personales, la buena convivencia, la justa resolución de problemas y el progreso económico».
Se comprende que este profesor de instituto, afamado escritor de libros de filosofía divulgativa, respondiese que el derecho de los padres a educar a sus hijos «no es absoluto», cuando LD le preguntó recientemente, durante un coloquio abierto al público, por el caso de Blanca María Díez Ponce, la joven madrileña que se ha convertido en la primera alumna objetora a EpC.
Para José Antonio Marina —citamos, de nuevo, su introducción al libro de texto que SM publicará próximamente—, «cada familia educará de acuerdo con su moral (católica, musulmana, atea, comunista, liberal, confuciana, anarquista o la que sea), que se puede enfrentar a otra moral. Por esta razón, necesitamos una educación en valores comunes, transculturales, universales, más allá de la moral y de las religiones, que es lo que llamamos ética».
¿Adivina, lector, quien la dictará e impartirá en exclusiva? Exacto.
El ensayo educativo del Gobierno socialista con toda una generación se resume, retocando un viejo proverbio del casticismo religioso: «Cada uno en su casa, y el Estado en la de todos».
Del director
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