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Medios y fines
A menudo, la gente me pide una solución concreta o soluciones mágicas para ciertos problemas. En primer lugar, uno enseña principios —yo no doy recetas— y en segundo lugar, a cada uno nos corresponde encontrar a la luz de los principios, la solución adaptada a las circunstancias y al fin que se persigue.
Esto no exime a nadie del esfuerzo personal de reflexión para asumir responsablemente la solución más eficaz. Tampoco hay que olvidar que hay problemas en la vida que no tienen solución; lo único que cabe es una respuesta cristiana al problema, como por ejemplo, el problema del mal, del dolor, de la injusticia, de la muerte, etc.
Entonces, ¿cuál es la diferencia entre un principio y una receta? El principio expresa una verdad invariable y universal, que dirige a todos los hombres sin excepción. La receta concierne más bien a la aplicación de este principio a las situaciones concretas y varía en función de éstas.
El principio de la medicina es la de devolver la salud a los enfermos. Pero cada enfermo exige un tratamiento particular; no se trata igual a un niño que a un anciano, a un cuerpo agotado o a un cuerpo vigoroso. El médico que recetare una misma cosa a todos sus pacientes afectados por la misma enfermedad, ejercería mal su profesión. Uno de los mayores signos de la pereza intelectual y afectiva de nuestra época es el de perder de vista los principios y reemplazarlos por recetas o trucos, que puedan aplicarse indistintamente a cualquier circunstancia, y que dispensen del esfuerzo de pensar, elegir y de crear.
Hay manuales para ganar amigos, para triunfar en la vida, para no fracasar en el matrimonio... como si las realidades humanas se redujeran a vulgares mecánicas y que han de ser usadas como las instrucciones que brinda el fabricante...
Los principios nos muestran el fin a alcanzar, pero la receta tiene que ver con los medios, y éstos deben adaptarse a las circunstancias nuevas e imprevisibles que se presentan.
El fin de un río es llegar al océano, pero su lecho se va cavando, según las diversas estructuras geológicas que debe atravesar a lo largo de su curso. Es preciso ser firme en los principios pero muy flexibles para aplicarlos.
Los comerciantes de recetas nos halagan con la ilusión de que existen, en el ámbito psicológico y social, patentes capaces de abrir todas las puertas. El verdadero realismo fundado en el amor y el respeto del hombre, exige que se forje una llave para cada cerradura del corazón humano.
Del director
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