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¿Belleza saludable en la mujer?: no es lo mismo vestirse para una fiesta que para la playa
No es el mismo «atuendo» el que se usa para ir a la playa que para estar en cuarto de baño, ni el que se elige para una fiesta que el que se pone para ir de compras o recados por la calle; ésta verdad hoy está cuestionada, o por lo menos desprestigiada, en la realidad de la sociedad en la que vivimos: en la playa se está como en el cuarto de baño y en la calle o en una fiesta como en la playa.
Si es cierto que la forma de vestirse delata el interior de la persona; si aceptamos que la moda impone sus reglas y sus leyes ( la mayoría fomentan la anorexia porque son tallas muy pequeñas ) y resulta difícil no encontrar trasparencias o escotes excesivos o estrecheces; y si dudamos de cómo debemos vestirnos porque no queremos ir contracorriente por no ser tachados de noñería, quizá podamos ser definidos como personas con falta de personalidad, o de buen gusto o de opinión personal consolidada. Optar por una belleza saludable puede consistir más o menos en esto: estilo propio y ecológico, búsqueda de la comodidad y del sentido práctico, y oferta adecuada a la edad, al tipo y al trabajo u ocupación que cada uno desarrolle. Será saludable si nos sentimos bien con lo que llevamos, si podemos movernos sin problemas y sin convertirnos en un escaparate; el valor de la belleza hay que descubrirlo dónde reside, es decir, en el interior de la persona, en el conjunto de la persona, porque se admire no sólo se mire o se vea lo que debe estar oculto por privacidad.
Dos películas conocidas nos han trasmitido este mensaje, por un lado, «la Bella y la Bestia», esos dibujos animados repletos de ternura y colorido, y por otro, «Mía Sarah», otra forma de hacer cine, muy saludable, y con vestuario actual y ponible. Me atrevo a aconsejar a los diseñadores, a las firmas comerciales, a los empresarios de moda, que reflexionen en este tiempo de vacaciones, en este período de descanso mental, sobre esta acuciante necesidad de la sociedad: la mujer merece no ser manipulada, la mujer exige ser respetada en su dignidad, la mujer puede inspirar otro tipo de moda que la vista y no la desvista, pero hay que tener el coraje necesario para emprender esta aventura y luchar contra la corriente; es posible conseguirlo, pero hay que intentarlo: en cuanto algún diseñador destaque por su innovación saludable, la sociedad bienpensante le seguirá y su realidad se convertirá en futuro; espero que algún empresario recoja el guante y se tire sin paracaídas.
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