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Atender el hogar y estudiar, son compatibles y conciliables
Se trata de sentar las bases para el futuro. Al rematar la faena universitaria o la formación profesional —es decir, al acabar esta etapa—, no es el momento más adecuado para aprender a trabajar en el hogar actual o previsible: hay que empezar antes y en tiempo académico para que se convierta en realidad la conciliación al casarse y trabajar fuera de casa. Un colegio mayor femenino valenciano, C.M. Saomar, sale al paso de esta necesidad y organiza un master en «trabajos del hogar»: soluciona una demanda de la sociedad civil porque está de moda iniciarse en la paella, en la limpieza y en las lavadoras o planchado y brinda la oportunidad de compaginar la opción universitaria con la alternativa doméstica.
¿Por qué va a más esta aventura con buen final, por qué surgen estas opciones?: porque como en casa no se está en ningún sitio y para ello, son elementos imprescindibles la comida, la bebida, la higiene y el cuidado de la imagen personal. Me atrevo a pronosticar mayor porvenir a este tipo de sociedad del «bien-estar» que el actual «frenético-bienestar» basado en el poder, en el tener o en el sexo: la conciliación hogar-trabajo-estudio — porque se sepa cómo hacerlo—, encuentra en el interior de la persona el «auténtico ser», ése que se busca en la normalidad de la vida cotidiana y en la armonía de tener las ideas y las cosas en su sitio. Con un hogar en condiciones, con una familia limpia y bien alimentada, con un compartir al 50% las tareas del hogar, se trabaja mejor, se rinde más y se aprovecha mejor el tiempo. Esta iniciativa universitaria valenciana intuye uno de los objetivos más esenciales de la conciliación, que puede ser formulado así: resulta más productivo centrar los esfuerzos de una empresa en conseguir «objetivos» que en «permanencia de tiempo o cumplimiento de un horario poco flexible».
Saber cómo se organiza una casa no tiene sexo, debe ser igual para los hombres que para las mujeres y lo mismo debe ocurrir a la hora de la «educación para el hogar» porque ambos sexos —femenino y masculino—, comen, beben, se visten y se lavan; esta igualdad conciliadora y en fase de aprendizaje, elimina una lacra muy extendida en la sociedad española del siglo pasado: el varón al llegar a su hogar debía tenerlo todo hecho, e incluso, exigía tener a punto las zapatillas de andar por casa y el vaso de agua «a domicilio» cuando leía el periódico en su sillón. Otros colegios mayores podrán secundar esta elección. Es un buen consejo para todos.
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