» Baúl de autor » José Luis Restán

Un Colegio nada decorativo

El Papa ha vuelto a poner en evidencia la ligereza de algunos comentarios sobre la vida eclesial. En las últimas semanas hemos escuchado frecuentes afirmaciones sobre la aparente inutilidad del Colegio cardenalicio, una institución supuestamente decorativa, pero poco útil para el gobierno eclesial, salvo en el trance de elegir nuevo Pontífice.

Juan Pablo II ha tardado exactamente cuatro días desde la entrega del anillo a los cuarenta y cuatro nuevos purpurados hasta la convocatoria de un Consistorio Extraordinario para estudiar las perspectivas de la Iglesia en el Tercer Milenio. De esta manera, Juan Pablo II revalida por sexta vez durante su pontificado la utilidad del Colegio cardenalicio como asamblea que asesora y ayuda al Papa en la guía del pueblo cristiano.

La asamblea, que se reunirá el próximo mes de mayo en El Vaticano, será la más numerosa e internacional de cuantas se han producido en su género. Han sido convocados 184 cardenales (incluidos los 49 que superan la edad límite de 80 años para intervenir en un futuro Cónclave) procedentes de 66 países de los cinco continentes. Será ciertamente una asamblea plural en la que se den cita desde refinados intelectuales hasta pastores que han sufrido persecución y cárcel a causa de su fe; desde hombres acostumbrados al trabajo silencioso de la Curia hasta líderes de sus comunidades en situaciones de grave tensión política y social; desde nombres habituales en el papel couché de los medios occidentales, hasta rostros perfectamente desconocidos.

El anciano Papa les ha exigido mucho la semana pasada, invitándoles a recordar el significado de sus vestiduras rojas: la disposición a ofrecer la propia vida por el testimonio de la fe, la paz del pueblo cristiano y la libertad de la Iglesia. Ahora vuelve a convocarles para que le ayuden a pilotar la nave de Pedro en las aguas del nuevo milenio. Sobre la mesa estarán los grandes temas del momento: el doloroso alejamiento de la fe en las naciones de vieja tradición cristiana; la defensa de la vida en cualquier circunstancia; la recuperación de la unidad de las Iglesias y comunidades cristianas; el protagonismo de los nuevos movimientos laicales; el diálogo de la fe con los mundos de la ciencia y de la economía...

A la agenda no van a faltarle temas. Junto a Pedro, los nuevos cardenales ya empiezan a trabajar.