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¿Educación para ciudadanos?

La problemática asignatura de Educación para la Ciudadanía se ha convertido en una agria disputa entre diversos sectores de la sociedad e incluso ha llevado la división dentro de estos mismos sectores y no es que no estemos todos necesitamos de conseguir una mejor educación. Son demasiados los niños, jóvenes y mayores que no nos comportamos de manera educada. Cada día nos enteramos directamente o por los medios de comunicación del acoso escolar, de la suciedad y destrozos semanales causados por las movidas o simplemente por una abusiva utilización de los espacios y mobiliario públicos, de la falta de respeto de tanta gente que arma ruido con la moto o con los excesivos altavoces de sus coches, que pintorrea todas las fachas con garabatos estrafalarios, dibujos y frases de dudoso gusto.

También los mayores muestran su poca educación dejando en las calles y plazas los excrementos de sus perros o la basura fuera de los contenedores. Tirar papeles al suelo parece algo habitual en mucha gente, bien sea el envoltorio de un bocadillo o el periódico gratuito que acaban de darnos, S i circulamos con nuestro vehículo lo dejamos en doble fila cuando se nos antoja, insultamos a otros conductores cuando nos parece o nos respetamos el derecho de los peatones.

En los nuevos medios de comunicación a los que tenemos acceso, podemos comprobar la falta de educación, la grosería y el mal gusto de muchos opinantes que, amparados en el anonimato, escriben cosas que quizás no se atrevieran a decir a cara descubierta.

Necesitamos, sin ninguna duda, más educación para que mejore nuestra convivencia. ¿Quién debería educar a los jóvenes y a los mayores? El lugar más adecuado para ello es, sin duda, la familia, pero hace bastante tiempo que, al parecer, muchas familias han dejado de preocuparse de ello. Los niños y los jóvenes gamberros e inaguantables que pululan por las calles, tendrán una familia, pero si alguien llama la atención a un niño porque está destrozando un jardín o un banco o patina peligrosamente entre la gente, puede encontrarse con su familia que, muy posiblemente, amparará los desmanes de su hijo y el que trató de corregirlo puede ser insultado e incluso agredido

Si la famosa asignatura tratara de enseñar a los jóvenes que hay que respetar a los compañeros, a los padres, a los profesores, a las personas mayores; que hay respetar las cosas comunes con más cuidado aún que si fuesen propias; que no existe una libertad absoluta para hacer cualquier cosa que nos venga en gana, pues hay unos límites intraspasables: los derechos de los demás. Si además tratara de enseñar que nadie puede imponer a otro sus propias opiniones y que hay que ir formando el propio juicio utilizando la razón en la búsqueda de la verdad y del sentido de la vida, yo estaría a favor de esta asignatura.

Pero lo que se ofrece en ella es educar los afectos y sentimientos, ¿para que todos tengan los mismos?, ¿según qué modelo? Lo que se trata es de difundir la ideología de género y valorar la sexualidad en forma harto discutible. Pretende establecer que los derechos nacen del Estado y sus decisiones políticas, cuando los derechos de la persona son anteriores al Estado y la política está para servir y hacer posible el ejercicio de estos derechos. Parece obvio que con esta asignatura se trata de difundir una ideología «progresista y de izquierdas». ¿Qué pasara cuando cambie el color del gobierno? ¿Cambiamos la asignatura?

Quizás nuestros actuales gobernantes piensan que para perpetuarse en el poder lo importante es la educación «progresista y de izquierdas». El auge de los nacionalismos se ha conseguido, sobre todo, a través de una educación capaz de inculcar sus mitos en los jóvenes y mejor aún en los niños, por eso el primer espacio que ocupan los nacionalistas siempre es el de la educación.

El partido en el poder puede pensar que si consigue otros cuatro años de gobierno y controla la educación su triunfo está asegurado por décadas, así que ¡cuidado con la asignatura!