» Baúl de autor » José Luis Restán
Caña a la Iglesia
Desde que un poderoso magnate de la prensa española dijera, hace casi veinte años, que la Iglesia era un enemigo a batir para que triunfase el proceso modernizador en España, la cacería no parece tener fin. Sobre ninguna otra institución o realidad social se concentra tal intensidad de fuego graneado, sin que el color ideológico de las baterías importe demasiado.
En unos casos se ridiculiza, por vía de caricatura, su defensa de la vida humana en cualquier circunstancia, y se presenta como oscurantista y enemiga de la Ciencia a quien creó universidades, hospitales y observatorios astronómicos. ¿Qué más da? El caso es que una voz que se levanta en defensa de los pilares mismos de la que ha sido nuestra civilización común se ve empujada, por los intelectuales de turno, al cuarto oscuro de los mitos y los prejuicios.
Ya lo dice hoy en una entrevista la escritora Soledad Puértolas: ?la realidad se puede crear, y la verdad también...?. Pues eso, a crear una realidad virtual compuesta de camarillas monacales, píldoras sacadas de contexto, bajos rencores eclesiásticos, intrigas de púrpuras y funerales denegados. Con esas piezas haga usted su puzzle, y basta.
Una vez confeccionado este triste espantajo, cualquiera da la talla para practicar con un sparring sonado. Por ejemplo, llega el filósofo Savater y dice que la Iglesia ?ha amparado más a los verdugos que a las víctimas?. O Zapatero se descuelga con la democrática afirmación de que ?el Estado tiene que ser más exigente con la actitud de la Iglesia Católica ante el fenómeno vasco?. Se suma al coro el Defensor del Pueblo, para quien se trata de ?una institución poco progresista?, debido a su rechazo del aborto (una ?cuestión ideológica?, Múgica dixit). En un arrebato de escandalizado furor, Ussía llama a la insurrección fiscal contra sus terribles delitos. Y por último (hasta hoy, claro, mañana será otro día) El País nos obsequia con una hermosa página para descubrir al Jesús antiburócrata y amante de los pobres, que sin duda renegaría de esta Iglesia aliada de los poderosos. Inspira ternura saber que quien ahora nos enseña al verdadero Jesús es precisamente Juan Arias, uno de los agentes principales de la hostilidad programada contra la Iglesia, que ha sido una de las señas de identidad del grupo PRISA. Bien está que se señalen los pecados de la Iglesia en la plaza pública, pero no creo que en ningún país de nuestro entorno se produzca un caso de semejante distorsión, hostilidad y desprecio.
Precisamente por eso, la propia Iglesia (y me coloco humildemente dentro) tendría que despabilar. La societas cristiana que quizás alguna vez ha sido España, no existe ya, y no podemos seguir funcionando como si tal fuese el caso. A veces tengo la impresión de que la impericia comunicativa, atonía cultural, y lentitud de respuesta de que hacemos gala obedece a una especie de conformismo, que poco tiene que ver con la llamada del Papa a un nuevo impulso misionero, que requiere saber en qué terreno nos movemos.
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