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El impulso sexual

San Alberto Hurtado, santo chileno, recientemente canonizado afirmó lo siguiente: «La castidad ¿es posible? Sí, pero sólo al precio de sacrificios. Quien no quiera afrontarlos no tendrá la dicha de ser plenamente un hombre».

Pero alguien podría pregunta ¿a qué viene esta frase sobre la castidad si el tema que se ofrece tratar es el impulso sexual?

Efectivamente, de entrada hay un salto muy grande entre los dos temas y, esa distancia se agranda sin el conocimiento de los antecedentes. Sin embargo, trataremos de explicar que ambos asuntos tienen una importante relación.

Empecemos por hablar de los impulsos. Son movimientos espontáneos, generalmente vehementes, como respuesta que impulsa a satisfacer sin retraso las apetencias naturales. Por lo tanto, el impulso no se caracteriza por contar con el discernimiento de la oportunidad de lograr tales deseos. Simplemente se actúa de manera lineal, sin considerar otras consecuencias accesorias, pero a veces, de más peso. Su bondad está precisamente en la advertencia de una necesidad, de manera que se puede estar alerta y tratar de encontrar el satisfactor más oportuno.

Todos tenemos impulsos, pero generalmente quienes están dominados por ellos son personas de corta edad o, sin son adultos, con escasa formación intelectual y volitiva, de modo que es pobre la capacidad de reflexión y mucho más débil el autogobierno, para decidir sobre la conveniencia de obtener lo que se presenta como muy atractivo.

Puede haber impulsos para conseguir el descanso, para satisfacer el hambre o la sed, para divertirse, para poseer algún producto, para satisfacer la sexualidad...

El impulso sexual responde a la natural inclinación a conservar la especie. En el caso de las personas, es más compleja porque, también satisface la necesidad de compañía y el anhelo de pasarla bien, sintiéndose bien, disfrutando. Sin embargo, la satisfacción del impulso no puede quedar en un nivel tan horizontal pues el ser humano tiene una verticalidad que lo eleva, esa dirección ascendente demanda el uso de la inteligencia para discernir la conveniencia de satisfacer tal impulso y la voluntad bien temperada señala la oportunidad y elige la mejor manera y los medios para concretarlo. Y, muchas veces, la respuesta será esperar pues tal movimiento puede resultar inadecuado.

Por la dignidad de la persona humana, los procesos para satisfacer las necesidades tienen un ritual donde se manifiesta la capacidad de dominar los impulsos y de elegir el modo más elegante para alcanzar los propósitos. Esto requiere disciplina fruto de un entrenamiento dificultoso. Precisamente por ello, las conductas generalizadas tienden a lo fácil y entonces resultan toscas, precipitadas, atropellan. Quien se deja llevar por los instintos diluye la capacidad de respetar a la otra persona, la utiliza para halagarse y, cuando desaparece la novedad se cambia por otra como si fuera un objeto.

La educación para conducir la sexualidad no se refiere a una mera explicación de las funciones sino señala las fuerzas inagotables del espíritu para ordenar las tendencias inferiores. Desarrollar la personalidad no consiste en decir siempre sí a todos los instintos, muchas veces han de negarse para que lo superior crezca.

Esa negación desarrolla la virtud de la pureza y fortalece para resistir las malas costumbres generalizadas en personas masificadas que imponen su modo de vivir y desprecian a quienes no les siguen.

Sin embargo, fortalecer la voluntad no requiere de grandes heroísmos sino de proponerse detalles accesibles pero constantes como: ordenarse en el comer y beber cuidando el horario y evitando los excesos; sobreponerse al cansancio para terminar las tareas; descansar o divertirse no más allá del tiempo previsto; ser capaz de ayudar a los demás aún cuando también se tenga una carga suficiente; controlar el mal humor cuando no se hayan alcanzado los propósitos; ceder los lugares más confortables... Quien se tome en serio estos planes descubrirá muchas más oportunidades de ponerlos en práctica de las que se imaginaba y, a la vez, comprenderá el esfuerzo que supone realizarlas.

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