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2. Buenos ciudadanos y Educación para la Ciudadanía

Considero importante sobremanera que los niños y jóvenes tengan muchos datos y vivencias positivas, pero en las concreciones prácticas de ética y moral hemos de poder «estar presentes» los padres. Y así, personalizar mejor los márgenes, las experiencias y las argumentaciones que ponemos en sus manos, tanto en la escuela como en la familia.

Pero para ello, creo que no es justo ni eficaz cargar con una Educación para la Ciudadanía ideológica a los profesores, ya que «moralizar-adoctrinar» a los alumnos está claro que no es su principal cometido y puede producir más conflictos que beneficios en su trabajo con alumnos y familias.

Viene al caso recordar un dato muy revelador y es que, en el informe «Eurydice-Red Europea de información en Educación», publicado en 2006 por el Ministerio de Educación, se presenta, organiza y define EpC de una manera muy abierta y general. Actualmente varía de un país a otro la oferta. Se imparte tanto como materia independiente

—pero sin adoctrinamiento—, o integrada en otras —Filosofía, Estudios Sociales o Historia— o como materia transversal. Ya se ve, que no era obligado programar en España una nueva asignatura, pues habría bastado la ampliación o mayor insistencia en algunos contenidos transversales de actitudes, valores y normas.

La educación en valores es importante, pero no suficiente. Es preciso construir el entendimiento para que éste anime en nosotros un mayor anhelo de bien, punto clave de salida para mover nuestra voluntad. Es en ese punto donde la educación, formal e informal, (en la familia, en la escuela, en el centro deportivo o cultural, incluso a través de los modernos medios de comunicación) puede ayudar a mostrar el bien a través del entendimiento y hacer que la voluntad se dirija libremente a ese bien. Está claro que el verdadero progreso vendrá con la mejora moral e intelectual de cada ciudadano.

Recordemos que el hombre es atraído y puede conocer lo que es bueno en sí mismo. Por ello, para educar buenos ciudadanos, hemos de acercar a los hijos y alumnos, y acercarnos nosotros, a la realidad, a la naturaleza de las cosas.

Que nuestros chicos y chicas «vean» la libertad, así la podrán valorar y reconocer por donde vayan. De lo contrario se nos van a acostumbrar a la mediocridad o a lo «políticamente correcto».

O tal vez sólo se deslumbrarán por el placer o las apariencias, cuando podrían llegar muy alto en amor a la libertad, sabiduría y entrega a los demás, que esto es ser buen ciudadano.

Es crucial que enseñemos a pequeños y mayores no sólo a opinar, sino a pensar con auténtica libertad. Para ello es preciso cierto esfuerzo, cierta búsqueda trabajosa y sincera de la verdad. De esta manera contribuiremos a crear un buen clima cultural y de justicia, tierra fértil donde el progreso y la paz arraiguen con firmeza.

Por todo ello, también es el tiempo oportuno para valorar y aprovechar, con profesionalidad y espíritu constructivo, las actividades formativas que nos proponen a los padres y madres de familia, desde las diferentes administraciones públicas, universidades, asociaciones o entidades de prestigio. Por ejemplo, los cursos de orientación familiar, escuelas de padres, charlas monográficas de tiempo de familia, reuniones divulgativas, ciclos de conferencias, estudios universitarios sobre la familia, etc.

En todo caso, si de verdad queremos educar buenos ciudadanos, se ve imprescindible por parte de quien ostente el poder político, una actitud abierta, respetuosa y responsable, que garantice el pluralismo ideológico y la libertad.

¡Que en eso estemos todos!

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