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Auténticos, fieles y felices

Hace más de un año, cenando con el periodista e historiador César Vidal, me expresó su asombro ante el hostigamiento e insultos reiterados hacia los católicos en nuestro país, principalmente impulsados o pronunciados por los actuales gobernantes socialistas. César Vidal se asombraba tanto por ese hostigamiento como por la falta de reacción de los católicos —y lo dice él, que no es católico—, y de esa percepción ha ido surgiendo en César Vidal una actitud creciente de defensa de los derechos de los católicos, una y otra vez orillados, ridiculizados y hasta proscritos, si es preciso con la mentira una y otra vez utilizada.

El título de este artículo constituye una réplica a un artículo del eurodiputado socialista Luis Yáñez, hace unos días, que llevaba por título «Hipócritas, sumisos e infelices». Desde la primera línea hasta el final, achaca a la Iglesia católica española el afán de que los católicos sean sumisos, se comporten hipócritamente si es preciso y sean infelices, obedeciendo a una serie de prohibiciones sobre la familia, la vida o la educación que sólo buscan —dice Yáñez sin inmutarse— por parte de la Iglesia el poder y el control de las personas. Semejantes perlas tienen un origen muy concreto: la asignatura obligatoria Educación para la Ciudadanía, que tan criticada es por la Conferencia Episcopal Española, para ira del totalitarismo educativo que pretende Zapatero.

Más de una vez se plantea la pregunta de por qué se ataca a la Iglesia católica en España con tanta virulencia y falta de respeto. Yo suelo decir que, en parte, se debe a que no tiene —al menos todavía— un coste económico: la Iglesia no quita ni pone publicidad, a diferencia de otras instituciones o empresas. Probablemente, el día que «cueste dinero» maltratar o calumniar a la Iglesia empiece un giro más que imprescindible en nuestro país.

Yáñez se guarda la guinda para el final de su artículo. Menciona a los sacerdotes norteamericanos que han sido condenados por abuso a menores, y escribe: «Otra vez la hipocresía. Predicar una cosa y hacer lo contrario. Sería interesante estudiar cuál es la situación en España. Eso es el 'mal', y no la Educación para la Ciudadanía». Mi asombro no es pequeño. Una prueba más de la importancia que tiene para los socialistas esta asignatura de Educación para la Ciudadanía.

Tal vez ha llegado el momento de que la Iglesia se plantee la vía judicial, al menos que no la descarte. O los católicos. Semejantes insultos y hasta acusaciones manifiestas, lanzando la duda generalizada de posibles abusos a menores entre sacerdotes españoles, pueden ser constitutivas de delito. Si bien es cierto que no ofende quien quiere sino quien puede, la ola de laicismo agresivo y de ataques contra la Iglesia puede estar adormeciendo la capacidad de respuesta de los católicos. Es una ofensiva en toda regla contra la religión católica, acusando de pretender imponer a quien ha dado pruebas sobradas de libertad.

Por eso me parece que el título de estas líneas debe dirigirse a la médula del artículo de Yáñez. Aunque lo firma Yáñez, no hace falta ser un lince para descubrir en sus líneas una sinfonía orquestada bajo la batuta de la Moncloa —basta recordar declaraciones recientes de Zapatero y De la Vega, así como de ciertos intelectuales o escritores cercanos al poder socialista—, y es una prueba más de la ingenuidad o pasividad de muchos católicos ante esta gran batalla que se está librando.

Quien practica la fe católica lo hace en un legítimo ejercicio de autenticidad, queriendo encarnar en su vida el mensaje de Cristo: las carencias o limitaciones son, al menos, similares a las de otras personas que desean vivir una religión. Un católico se esfuerza y se equivoca, pero llamarle por eso hipócrita ya es un insulto. Un católico se esfuerza por ser fiel a una vocación, a un mensaje, a unos mandamientos: no es sumisión. Un católico que lucha por serlo, siguiendo las enseñanzas de Cristo y de la Iglesia, es feliz, siempre con la felicidad limitada que podemos tener los hombres, pero no se ve como condenado a una infelicidad vital, sino todo lo contrario: el esfuerzo por una vida cristiana genera alegría.

Un católico deposita en los ministros de la Iglesia, los sacerdotes, una confianza grande. Busca que su conciencia sea iluminada y hasta lavada por sacerdotes que en la Confesión sacramental atienden a los fieles que lo desean. Un católico abre su intimidad y su conciencia, y no es de recibo que Yáñez pretenda extender estiércol y podredumbre entre quienes practican libremente su fe o ejercen el sacerdocio en España, con gran ejemplaridad y abnegación en la inmensa mayoría de los casos.

Los socialistas actuales son alumnos aventajados de Rousseau, para quien «los que controlan las opiniones de un pueblo controlan sus acciones» y «ese control se establece tratando a los ciudadanos desde su infancia como hijos del Estado». El proceso educativo era así la clave para el éxito del Estado, que debía ejercer un control total de la crianza de los niños. El gobernante pasa a ser el nuevo Mesías. Ideas similares condujeron a Mussolini a declarar: «Todo en el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado». Un nuevo totalitarismo pretende instaurarse en España. Zapatero no ha inventado nada, sino unas cuantas ideas de Maquiavelo y Rousseau para perpetuarse en el poder.

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