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Algo a proteger

"No podemos contemplar al ser humano como si fuera inocente y perfecto. La experiencia cotidiana nos habla de violencia, explotación, compra y venta de sexo"

Lo que hay que proteger es al ser humano. Por las cifras todavía no se puede decir que esté en peligro de extinción, pero sí de disminución muy importante en algunos países, lo cual provocará la imposibilidad de continuar con el estado de bienestar actual.

Hoy me quiero referir a la protección de su entorno antropológico y social. Más en concreto a si resultaría conveniente aumentar el número de sitios en los que se puede estar desnudo, sean playas, piscinas o campings, o no.

No soy partidario de aumentar estos espacios sino de disminuir su número, ya que opino que se han apropiado de demasiadas playas, y por supuesto de las dunas de Maspalomas. Sin embargo lo importante no es que sea partidario o no, sino los argumentos que existen en un sentido u otro.

1. La primera razón que suelen dar los naturistas es la de la libertad. Entienden que cuantas más cosas pueda hacer una persona en la sociedad, más aumenta el grado de libertad social y como consecuencia crece el nivel ético de esa sociedad. Sin embargo ese planteamiento, muy frecuente, olvida la responsabilidad social de todas nuestras acciones. Sí, este individuo o el otro se sienten más libres para hacer lo que quieran. Pero la cuestión no termina aquí, ¿cómo afectan sus acciones al resto de la ciudadanía? Supone un gran individualismo desentenderse de estas consecuencias. Y no me refiero sólo a repercusiones físicas, sino también a valores que se transmiten, modelos de persona que se difunden, o violencia ambiental que se hace con los que tienen otras visiones de qué es el ser humano y con los que se es poco tolerante. El bien común no puede ser sacrificado en aras de los deseos, aunque sean legítimos, de algunos.

2. En segundo lugar se defiende que el cuerpo humano desnudo no dice nada. Lo cual no me parece cierto. La Venus Capitolina manifiesta inmediatamente la belleza, así como la Edad de Bronce de Rodin la pérdida de fuerzas y el abatimiento total. La sonrisa de un niño nos habla de las esperanzas, y un beso apasionado del amor que se entrega.

Es cierto que los animales van desnudos. Es natural para ellos. Pero los hombres de todos los pueblos, en su inmensa mayoría, han usado el vestido. Lo cual nos habla de que no es igualmente natural para el hombre. Y no se trata de medir tela, o fijar tamaños, sino del concepto mismo de protección del hombre. De retener la posibilidad de proteger la intimidad o de entregarla.

El hombre tiene cuerpo que le permite expresar su pensamiento. Puede poner buena cara o mala, hablar o callarse, abrazar o quedarse con los brazos caídos.

Igualmente con su cuerpo expresa la fusión con otra persona a la que se siente atraído física, afectiva y amorosamente. Se hacen una sola persona fundiendo sus cuerpos. Es cierto que el hombre puede mentir con su cuerpo, o explotar al otro, u ofenderlo y degradarlo. Pero todas estas acciones son inmorales. Por eso el hombre se protege a sí mismo, ocultando algunas partes de su cuerpo para no ser mirado como un objeto o un trozo de carne preparado para ser consumido. En cambio cuando está seguro del amor de alguien no tiene dificultad para desvelar su intimidad porque se sabe amado como persona, no utilizado.

3. Es cierto que el mal está en la mirada, pero también en la oferta que se hace a la mirada, y en el ambiente de exposición permanente que se crea. No podemos contemplar al ser humano como si fuera inocente y perfecto. La experiencia cotidiana nos habla de violencia, explotación, compra y venta de sexo. Y son laudables tantas acciones que se están llevando a cabo para cambiar la situación. Pero pienso que a veces se acude con medidas preferentemente punitivas, y podría resultar más conveniente actuar preventivamente: poner de relieve el gran valor del ser humano corporal, y su capacidad de entregarse por amor, y no sólo por dinero, por pasión, por juego, o por experimentación. Estas últimas actitudes suelen fomentar la violencia.

Para terminar, reiterar que es la misma sociedad quien debe tomar las decisiones que democráticamente se vean adecuadas para el bien común. Pero también, que es conveniente tener claros los motivos por los que uno toma partido y vota.