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Doris Lessing, un premio, una vida, una obra: pero fue un Nobel para el feminismo
Un premio
El pasado jueves 11 de octubre Doris Lessing se echó a los medios de comunicación internacionales a la bolsa. La «rueda de prensa» que ofreció el mismo día en el jardín de su casa en medio de una aparente sorpresa estuvo impregnada de la candidez propia de una mujer de 87 años que ha confiado y renegado de las ideologías propias de su juventud y ha pasado, como ella misma declaró, a una intolerancia hacia ellas: «Sé lo que dicen de mí, que si he creído y descreído de todas las ideologías [...] pertenezco a una generación de grandes sueños, de utopías de sociedades perfectas, y lo que ha ocurrido es que ha habido mucha sangre. Ya no creo en esos sueños perfectos y maravillosos».
En sus palabras no hubo ataques contra el capitalismo, anatemas hacia la globalización u ofensas para la academia sueca -como en galardonados de años anteriores- y sí un rotundo: «...estoy encantada pero no sorprendida. Después de escuchar durante 40 años que a lo mejor me lo dan, ya no podía sorprenderme»; o un más asombroso: «...si he de ser sincera, diré que lo que más me ha hecho ilusión de haber ganado el Nobel es que Gabriel García Márquez me hubiese telefoneado personalmente para felicitarme».
Doris Lessing se ha convertido en la undécima mujer que recibe el Nobel de literatura dotado con 10 millones de coronas suecas (1,1 millones de euros o 1,5 millones de dólares). La última en ganarlo fue la austriaca nihilista Elfriede Jelinek en 2004 y la primera la gran figura de la literatura hispanoamericana, la chilena y terciaria franciscana Gabriela Mistral en 1945.
Una vida
Doris Lessing es hija de un oficial del ejército británico. Nació en Kermanshah, Irán, en 1919 pero pasó los primeros años de su vida en la actual Zimbabue. A los 15 años dejó su hogar, los estudios y se volvió autodidacta. A los 19 años de casó con Frank Wisdom, un funcionario con el que tuvo dos hijos y del cual se separaría en 1943 para integrarse a un grupo comunista. Un año más tarde se uniría a Gottfried Lessing con el que tendría un hijo más. Así, con 36 años y radicando en Londres, inicia propiamente su carrera como escritora.
Una obra
La obra más conocida de Lessing es «El cuaderno rojo» (1962) que le mereció el Premio Médicis de Francia a la mejor novela extranjera. «El cuaderno rojo» es una novela sobre el laborismo del siglo XIX en el que se aborda el tema de la libertad de la mujer, entre otros argumentos. Aunque «El cuaderno rojo» ha sido considerado por mucho como un icono en la lucha por la liberación feminista, la autora se ha manifestado en desacuerdo con la clasificación en declaraciones recientes a la prensa.
Horace Engdahl, director de la academia sueca, expresó que la concesión del premio a Doris Lessing se debe a que ha sido transmisora de "la experiencia épica femenina", algo que la autora de 87 años no acaba de entender: «Cuando dicen frases como que he sido capaz de retratar la «épica de la experiencia femenina», no sé a qué se refieren con eso.»
No es muy difícil desvelar, con esos motivos, lo que hay detrás de una concesión de un premio como éste. Bajo el pretexto de reconocer la trayectoria de una longeva escritora que ha «creído y descreído» en muchas ideologías, se ha visto la oportunidad de premiar al feminismo radical a ultranza que ella misma profesó en una etapa de su vida; un feminismo de los grupos que olvidan las diferencias esenciales entre el hombre y la mujer; diferencias que más que alejarlos los hace verse como seres complementarios; un feminismo que despersonaliza a la mujer y le priva de ser ella misma so pretexto de una pretendida libertad que poco a poco se decanta en libertinaje y así en negación de ella misma.
La instrumentalización del galardón no se ha hecho esperar. En el mundo político, la izquierda aplaudió a Doris con calificativos reduccionistas que olvidan el conjunto y resaltan únicamente el tema del feminismo. Para el afamado escritor polaco Marcel Reich-Ranicki supuso una decepción pues, en su opinión, el mundo anglosajón cuenta con mejores autores como Philip Roth o John Updike (tal vez no consideró que ellos no están dentro de la agenda del lobby feminista).
Ciertamente la academia sueca tiene una especia de debilidad hacia la literatura inglesa. Hace apenas dos años premió al también inglés Harold Pinter; en 2001 lo hizo con Naipaul Vidiadhar Surajprasad, en 1983 con William Golding y en 1981 con Elias Canneti. De los 80´s para atrás hay una larga lista de premiados que van desde Winston Churchill, pasando por T.S. Eliot, Bertrand Rusell y Bernard Shaw hasta Rudyard Kipling.
Claves de lectura
Con esta escritora, hasta hace poco desconocida para una gran mayoría, está pasando lo que con otros tantos que han saltado de la fama local al gran escenario del mundo: sus libros se re-editarán, habrá interés por comprarlos y se entrará en contacto con el pensamiento de una mujer que ha pasado por etapas diversas que no reflejan al cien por cien el sentir de su vida actual.
El hecho de que Doris Lessing se haya ganado a la prensa con sus cándidas palabras y la sencillez de su presencia, nos lleva a esbozar unas pautas generales para la lectura de sus obras. Detrás de esta pequeña anciana hay un caudal de ideas que no se pueden interpretar a la luz del «me cayó bien» sino de la trayectoria de toda una vida: que antes haya defendido al comunismo y hoy no dé ni una libra por él, dice mucho. No se olvide -ella misma lo afirmó- ha creído y descreído en corrientes de antaño por lo que ideas de obras anteriores no reflejan la personalidad y sentir actual de Lessing.
Por eso, al leer sus obras, especialmente «El cuaderno dorado» o «La Hendidura» hay que tener presente:
- Su obra es en gran medida autobiográfica. Hunde sus raíces en los recuerdos de su infancia, sus experiencias y contacto con el mundo negro y su compromiso social y político.
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Discriminación racial. Lessing ha abordado en su obra el choque de diversas culturas, las profundas injusticias de la desigualdad racial y la expoliación de los nativos africanos por los colonos blancos. La escritora pasó su infancia y juventud en Zimbabue y fue en ese país donde conoció el duro trato que recibían los nativos durante el neo-colonialismo. Su sensibilidad le movió a escribir, ya radicada en Londres, contra aquellos atropellos y a volverse activista política de claros tintes comunistas. En 1956 llegó a prohibírsele su estancia en África del sur ante sus constantes denuncias.
Cabe destacar que aunque la intención es buena, en su obra hay puntos muy mejorables. Aferrándose a la idea de defensa de los negros cae en el escollo del relativismo cultural y ético: todo es bueno por el mero hecho de ser diferente y sólo por eso merece respeto.
- Feminismo. Doris Lessing pertenece a la segunda generación de los movimientos feministas británicos. En buena medida su incorporación al comunismo le llevó a la búsqueda de la «liberación» femenina; una búsqueda que, mal interpretada, no se conformaba con la justa y necesaria regulación y equiparación de derechos de la mujer respecto al hombre sino que incluía el ir en contra de matrimonio, familia y todo aquello que, a su entender, supusiera una forma de coartar la libertad de las mujeres.
Un Nobel para el feminismo
El anuncio del Nobel de literatura se ha hecho en el marco de la gran feria mundial del libro en Frankfurt. Tras el anuncio los más encantados -que duda cabe- fueron las editoras 4th. Estate&Harper Collins (que maneja la obra de Lessing en inglés) y Hofmann&Campe (que maneja la obra de Doris en alemán).
La discrepancia entre el motivo del Nobel —«un premio a la experiencia épica femenina»- declarado por Engdahl y el hecho de que Lessing misma afirme que además de no entender qué significan esas palabras, rechace la catalogación de su obra como un manifiesto feminista, dejan entrever los motivos verdaderos de la concesión del Nobel de este año.
Los grupos feministas pro aborto han estado muy activos en Gran Bretaña, Noruega y Suecia que no es de extrañarse una presión sobre el jurado sueco. Además el tema del feminismo, en la agenda mundial del Nuevo Orden, la carta de la tierra y la nueva ética global a las cuales dedicaremos un artículo en breve, va muy de la mano con el regalo del Nobel de la paz al calentamiento global. Aunque todo parecía apuntar, en este campo, por las Damas de Blanco cubanas, la resolución, sorprendentemente, fue a parar en manos de los agoreros del fin infernal de la tierra.
Nos guste o no el Nobel, más que para Lessing, fue para una ideología, para un proyecto. Lo bueno es que Doris, a sus 87 años, sigue ilusionada con la llamada de García Márquez.
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