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La Vicepresidenta de la Vega no sabe conciliar: ¡qué pena!
Éste titular «De la Vega afirma que a la Vicepresidenta se la elige para trabajar no para conciliar» me causa consternación, un mínimo de pena y un máximo de protesta; quizá esto ocurra porque la número dos del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero desconozca en qué consiste trabajar para servir a la sociedad y en qué se debe centrar la atención a la familia y al hogar. Y si la Vicepresidenta ha caído en estas lagunas, resulta fácil entender las razones por las que no funciona la política de conciliación de la vida familiar y laboral del partido socialista.
Variadas contra-afirmaciones pueden acertar en la diana de la esencia de la conciliación: trabajar no consiste en permanecer horas y horas en el puesto de trabajo sino obtener resultados satisfactorios en el horario flexible y adecuado para cada madre-mujer o padre-hombre; ocuparse de la familia, de la educación de los hijos y del hogar, es un trabajo inteligente, personalizado y esforzado; la posibilidad de conciliar vida familiar y laboral combate el stréss, el nerviosismo interior que dificulta la concentración y el bajo rendimiento; atender una familia y una casa, provoca de entrada una enorme paz interior y de salida un camino para ser más libre por dentro y por ello, más feliz.
Pero Mª Teresa Fernández de la Vega llegó todavía más lejos: « conciliar, si, el resto de los ciudadanos, pero no la vicepresidenta del Gobierno» o «el tiempo que esté aquí, trabajaré sin descanso»; creo conveniente recordarle a la número dos del PSOE que: el trabajo del hogar es una profesión digna —que necesita ser mejor remunerada, también es verdad—, y no un lugar de ocio o descanso; o que el éxito en la vida no consiste en ocupar puestos de relieve sino en ser feliz con repercusión político-social o sin ella ; o que la plena realización de la mujer o del hombre tiene mucho que ver con el asentamiento familiar, laboral y hogareño. Conciliar no es un «dolce far niente» como dicen los italianos sino afrontar otras tareas que exigen más trabajo o un trabajo de otro estilo: por eso, no podemos hablar sólo de la mujer como madre o esposa, sino del ser humano en general, hombre o mujer, madre o padre, esposa o marido; conciliar equivale a dirigir bien el rumbo, a coordinar todo tipo de actividades —la inteligencia de la mujer sabe hacerlo y lo hace muy bien—, en las que se debe sacar lo mejor de uno mismo y ampliar el ámbito de las satisfacciones de la vida, tan necesarias para iniciar cada día la jornada con optimismo y buen humor. Por ello, conciliar debe incluir a todos los ciudadanos, y no discriminar a nadie: y mucho menos a la Vicepresidenta del Gobierno, la número dos del PSOE. Le deseo la mejor conciliación de su trayectoria profesional.
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