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La verdad

Hablar de la verdad hoy, resulta no sé si difícil, pero al menos atrevido y, en cierto sentido, sarcástico. Vivimos en un mundo donde nos venden la mentira en platillos de oro; asistimos a pactos incumplidos entre las naciones, donde sólo pusieron su firma, pero después se hizo lo contrario. Hay manipulación en las noticias, desde las pantallas de televisión no nos presentan la verdad del amor, de la familia, de la sexualidad; desde cátedras universitarias se cercena la verdad del mundo, de las cosas, de la existencia; se niega la existencia de un Principio que dé razón última a las cosas.

En fin, que la verdad no tiene hoy carta de ciudadanía, no la han dejado entrar y salir libremente, la tienen maniatada, vendada, amordazada. ¿Por qué? No se quiere encontrar hoy con la verdad, pues «la verdad, aunque no peca, incomoda».

Pero sabemos: la mentira tiene patas cortas. O si no, preguntemos a Pinocho, esa narración para chicos y grandes de Carlo Collodi. Por no hacer la verdad de su vida -su deber era ir al colegio-, por no decir la verdad en su vida...le fue como le fue con su padre Gepeto. ¡Pinocho, hay que decir siempre la verdad, aunque no nos guste! Acuérdate de las consecuencias desastrosas de tus mentiras: tu papá ofendido te castigó; Pepe Grillo te torturaba la conciencia para decirte que hiciste mal con tu mentira; era la voz de tu conciencia y lo mataste, estampándole contra la pared en ese cuarto donde te recluyó tu papá...se te quemaron los pies, por dormirte...y mil y mil adversidades que te acontecieron por ser mentiroso. ¿No crees, Pinocho, que es bueno hablar de la verdad, para que no nos pase lo que te pasó a ti, y no nos crezca la nariz...pues sería difícil habitar en un planeta de narizones?

En esta charla veremos qué es la verdad y sus tipos, las exigencias de la verdad, obstáculos en la búsqueda de la verdad y beneficios de la verdad.

I. Qué es la verdad y sus tipos

Hace veinte siglos un procurador romano, llamado Poncio Pilatos, hizo esta pregunta a un judío llamado Jesús de Nazaret: «Y...¿qué es la verdad?». Y esa pregunta quedó sin ser respondida. ¿Por qué? Jesús no quiso contestarla. ¿Por qué?

El término verdad se le suele colocar al lado de otros términos sinónimos: autenticidad, coherencia, honestidad, sinceridad, integridad, transparencia, hombre de una sola pieza.

Y contrapuesto a verdad, tenemos: mentira, hipocresía, fariseísmo, doblez, engaño, duplicidad de vida, fachada, ocultamiento, ambivalencia, inescrúpulo.

Definiremos la verdad en sus tipos:

  1. Verdad del ser: ser aquello que uno es, que uno debe ser. Hay verdad del ser cuando yo me comporto como persona inteligente, libre y responsable. Vivo en la verdad de mi ser cuando sé y me comporto con lo que me exige mi origen, mi fin como persona humana, cuando tengo trascendencia y sentido. Cuando uno vive la verdad de su ser vive realizado, feliz, digno y se eleva sobre todo el universo material y animal. Lo contrario a la verdad del ser es la inautenticidad.
  2. Verdad del pensar: mi mente está hecha para percibir el ser de las cosas. Cuando mi mente coincide que la verdad de las cosas vivo en la verdad del pensar. Mi mente tiene que respetar la verdad de las cosas: la verdad del trabajo, del dinero, de la sexualidad, del matrimonio, del estudio, de la carrera...¡Cuánta formación necesitamos para descubrir la verdad de las cosas, y pensar así con veracidad de ellas! Lo contrario a la verdad del pensar es el error, que puede ser consciente o inconsciente, voluntario o involuntario.
  3. Verdad del hablar: decir lo que mi mente sabe que es verdad, y que lo ha descubierto así, después del estudio, la formación. Mis palabras deben ser vehículo leal de lo que pensamos. Por medio de la palabra hacemos partícipes a los demás de lo que llevamos dentro. La palabra es puente que hace transparente a los demás el corazón y la intimidad de la persona. Lo contrario a la verdad del hablar es la mentira.
  4. Verdad del obrar: es la verdad del comportamiento y de la vida. Vivir como se cree, coherencia de vida entre lo que se cree, lo que se predica y lo que se vive. Si vivo esta verdad, seré sincero y cumplidor a mi palabra dada, seré leal y fiel a mis compromisos asumidos, seré equitativo y justo con los demás. Lo contrario a la verdad del obrar es la incoherencia, el fariseísmo, la hipocresía.

II. Exigencias de la verdad

Tener una conciencia recta y bien formada es la exigencia para vivir en la verdad, decir la verdad, hacer la verdad en la vida.

La conciencia moral es aquella capacidad que todo ser humano tiene de percibir el bien y el mal, y de inclinar la propia voluntad a hacer el bien y a evitar el mal.

La conciencia es esa voz interior que nos dice (o nos debería decir, si es recta): «Haz el bien, evita el mal». Ahí está la conciencia. Si yo no cumplo con mis deberes de estado y profesionales, si descuido las tareas encomendadas, si pierdo el tiempo en mi trabajo o me robo algo...la conciencia me debería decir: «Oye, eso no es tuyo...estás perdiendo tiempo...llegaste tarde...no dijiste toda la verdad».

Si soy una persona honesta y sincera...podré leer en mi corazón estas normas de ley natural, con las que todos nacemos:

  • Hay que decir siempre la verdad.
  • No hagas a los demás lo que no quieres que a ti te hagan.
  • No mates.
  • Respeta a tus padres.
  • Respeta las cosas ajenas, etc.

No necesito ser cristiano o católico para escuchar esto en mi conciencia. Simplemente si hay hombre honesto, sincero, leal... escucharé, nítida, la voz de mi conciencia.

Pero hay peligros de deformar la conciencia. Y cuando esto pasa, es muy difícil escuchar esos imperativos de ley natural, y es muy difícil vivir en la verdad y decir la verdad. Puedo ponerme máscaras en la conciencia, caretas: soy una cosa y aparento otra; en la vida social soy así, y en la vida persona soy de otra manera, y con mi familia de otra,

Y aquí comienzan los resquebrajamientos y las grietas de nuestra personalidad. No soy sincero, no soy leal, no vivo en la verdad. Me siento mal. Incluso psicológicamente quedo afectado.

Hay que saber quitarnos las caretas, tener la valentía de arrancarnos las máscaras, para que seamos lo que somos y debemos ser.

Hay diversas máscaras o caretas:

  1. La conciencia indelicada: admito a sabiendas pequeñas transgresiones a mis deberes profesionales, familiares y personales. «Total, no es nada. Total, a nadie hago el mal. Total, es poca cosa».
  2. La conciencia adormecida: bajo la anestesia de la juerga, la francachela, la superficialidad, el alcohol, el vicio, las mujeres...mi conciencia no reacciona, no escucho su voz. Esta dormida, narcotizada, anestesiada.
  3. La conciencia domesticada. Una conciencia para andar por casa. Es conciencia mansa, que ya no produce remordimientos, angustias, desazones interiores ante el mal hecho. La he domesticado: ya no salta, ya no ruge, ya no se lanza...la tengo bien tranquila, con el látigo de la excusa y de las justificaciones.
  4. La conciencia deformada: juzga bueno lo que es malo y viceversa.
  5. La conciencia farisaica: afán de aparentar exteriormente rectitud moral, estando lleno por dentro de mentiras e hipocresía.

Urge, pues, formar la conciencia, para poder discernir entre lo bueno y lo malo, la verdad de la mentira, pues sólo la conciencia debe ser el faro único que guíe nuestros pasos en la oscuridad. Formar la conciencia. ¿Cómo, con qué medios?

  • Hacer balance de mis acciones, para ver si concuerdan a mis principios rectos y sanos.
  • El consejo de un amigo formado.
  • Tener un guía espiritual.
  • para los que somos cristianos católicos, tenemos el gran medio de la confesión.

III. Obstáculos en la búsqueda de la verdad

  1. El escepticismo radical moderno: según el cual no existe la verdad, todo es relativo, todo depende de la propia subjetividad. En el campo moral, no sólo no se está de acuerdo sobre lo bueno y lo malo, sino incluso se pone en duda sobre la validez de esa distinción. En otros tiempos se veía la necesidad de defender algunas verdades (la verdad de los bienes materiales, de la propiedad privada, la verdad sobre los fines y propiedades del matrimonio, la verdad sobre las drogas...); hoy es necesario defender la misma verdad.
  2. El pragmatismo: es verdad sólo lo que me sirva y me es práctico.
  3. Permisivismo: con su filosofía de «todo está permitido», al final es una bomba a la verdad de las cosas, a la verdad de la naturaleza. ¿El aborto, la unión de homosexuales es una verdad?
  4. Manipulación social: en parlamentos. P.e. el tratado de Maastricht para la unión europea sentó las bases para la manipulación de la sociedad de acuerdo con la ideología socialista. Ver todo en clave económica y financiera, dejando o soslayando el campo educaciones y de valores éticos y religiosos.
  5. La falta de formación humanística y filosófica: también es un obstáculo para encontrar la verdad. La formación humanística busca el equilibrio de mis facultades humanas, la recta apreciación de las cosas, la capacidad de juicio, la madurez humana, la apertura a los valores estéticos, la formación de la inteligencia, etc. Y la filosofía me lleva a conocer las causas últimas de las cosas; me lleva a descubrir la verdad total de las cosas.
  6. El subjetivismo: Dice que la verdad no es objetiva, sino subjetiva, y que cada persona puede determinar por sí misma lo que es verdadero o no. Suele ser el defecto de los hombres prácticos, como Pilatos, y consideran como una especulación inútil la búsqueda de la verdad objetiva.
  7. El encerramiento: hay gente que se encierra en sus ideas, en sus posiciones y creen que sólo ellos tienen toda la razón. Pero es una postura errada, porque nunca están dispuestos a abrirse a la verdad completa.
  8. El hábito de la mentira: es el mayor obstáculo en la búsqueda de la verdad. Ese decir lo contrario de lo que se piensa con intención de engañar. La mentira hace mal sobre todo a quien la dice. Con la mentira se bloquea el desarrollo de la personalidad.
  9. La vanidad: pone en jaque la verdad de nosotros mismos, porque nos hace mostrarnos como en realidad no somos. Nos lleva a ser exaltados por encima de nuestra estatura humana y moral. ¿Saben la fábula de Esopo del cuervo y la zorra? Un cuervo había robado un trozo de carne; se posó en un árbol. Una zorra, que lo vio, quiso adueñarse de la carne, se detuvo y empezó a exaltar las proporciones y belleza del cuervo; le dijo además que le sobraban méritos para ser el rey de las aves y, sin duda, podría serlo si tuviera voz. El cuervo se sintió halagado y quiso demostrar a la zorra que tenía voz; abrió el pico y dejó caer la carne y se puso a dar grandes graznidos. La zorra se lanzó ávida sobre la carne y la agarró, diciendo: «Cuervo, si también tuvieras juicio, nada te faltaría para ser el rey de las aves». La fábula vale para el insensato.

IV. Beneficios de la verdad

¿Qué nos ofrece la verdad? ¿Qué frutos cosecharemos de la verdad?

  1. Libertad: La verdad os hará libre. Nos despojamos de prejuicios, liberamos nuestra mente de estereotipos y así nos posesionaremos de la realidad tal como es, no como nos la quieren presentar.
  2. Apertura hacia la realidad y así ganamos en perspectiva y claridad y veremos esa realidad en toda su dimensión, y podremos emitir juicios valorativos pertinentes.
  3. Receptividad para acoger aquellos valores que juzgamos los mejores para construir ese modelo que nos hemos marcado en nuestra mente y que queremos ver realizado a lo largo del tiempo.
  4. La verdad es dulce y amarga. Al ser dulce perdona, al ser amarga cura, dice san Agustín. Nada hay más dulce que la luz de la verdad, dirá Cicerón.
  5. La verdad y coherencia nos aleja de toda falsedad, incoherencia y doblez, y nos confiere una sólida identidad personal. Esta identidad no significa rigidez o cerrazón, sino apertura sencilla y colaboradora. «Es todo un hombre», se dice de alguien que se manifiesta como un ser humano cabal, pleno e íntegro.
  6. La verdad misma y la honradez se defenderá por sí misma y habla por sí misma.

Conclusión

Hombre veraz y auténtico es el que tiene las riendas de su ser, posee iniciativa y no nos falla, sino que es coherente y nos enriquece con su modo de ser estable y sincero. Hombre veraz y auténtico es aquel que armoniza las palabras con los hechos, es como debe ser, actúa como debe actuar, elige en virtud del ideal que orienta su vida y no a impulsos de sus intereses particulares; es fiable y creíble, tiene palabra de honor y consiguientemente inspira confianza.

La mentira no es rentable. ¿Se acuerdan del pastor bromista, fábula contada por Esopo? Un pastor, que llevaba su rebaño bastante lejos de la aldea, se dedicaba a hacer la siguiente broma: se ponía a gritar pidiendo auxilio a los aldeanos diciendo que unos lobos atacaban sus ovejas. Dos o tres veces los de la aldea se asustaron y acudieron corriendo, volviéndose después burlados; pero al final ocurrió que los lobos se presentaron de verdad. Y mientras su rebaño era saqueado, gritaba pidiendo auxilio, pero los de la aldea, sospechando que bromeaba, según tenía por costumbre, no se preocuparon. Y así, ocurrió que se quedó sin ovejas. La fábula muestra que los mentirosos sólo ganan una cosa: no tener crédito aun cuando digan la verdad.

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