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Un poco de Verdad. Finanzas de la Iglesia

Resulta importante que, de vez en cuando, la Iglesia, esa Esposa de Cristo que tanto amamos y de la que nos sentimos piedras vivas, comunique a sus fieles que la situación por la que pasa depende en mucho, de la actuación de los que, voluntaria y libremente, se consideran hijos de Dios.

Ahora que corren tiempos en los que el laicismo pretende aislar lo más posible al cristianismo (y al catolicismo en concreto) y hacer que se esconda en los domicilios particulares o en las Sacristías (porque aún no pueden prohibir el culto) la manifestación de la creencia en Dios, es cuando más se hace necesario que los órganos correspondientes de la Conferencia Episcopal Española (CEE desde ahora) pongan, como se dice, las peras al cuarto y, de paso, den a entender que la Verdad que transmite se ha de sostener, para que su efectividad, en cuanto realidad recibida por el destinatario, sea total, en un trasfondo económico sin el que muchas realidades no serían posibles.

La CEE ha elaborado una campaña para que lo dicho antes se haga, al menos ese es el intento, posible; dar a conocer que las cosas son, en la Iglesia, como son y que, por eso mismo, no podemos permanecer ajenos a su intrínseca vida.

Así, a través de esa campaña que, en los diversos medios de comunicación inició sus pasos el 6 de noviembre pasado y finalizará el 7 de diciembre (con su fase de internet) se trata de «fomentar una mayor responsabilidad de los católicos y de las personas que aprecian la labor de la Iglesia en la sociedad».

Bien sabemos, como miembros que somos de ella, que la Iglesia está en la sociedad, dentro, porque nació desde dentro de la misma sociedad. Cuando Jesucristo escogió a aquellas personas que serían sus primeros discípulos y entregó las llaves a Pedro no hizo más que entresacar, de entre aquellos contemporáneos, a un grupo que permitiese constituir, digamos, la primera comunidad eclesial.

¿Entonces, qué es, cuál es la razón profunda que permite sustentar esta campaña?

En muchas ocasiones, los datos puramente numéricos pueden resultar muy áridos e, incluso, aburridos. Sin embargo, aquí, en este caso concreto, detrás de los que ahora mismo se van a citar, hay personas que, con un esfuerzo sustentado en una voluntad transmisora de la que es de Dios, tratan de hacer que la vida ajena sea mejor, que la concepción del mundo que se tiene no sea, en exceso, negativa y que, por último, sepan que ser hermanos de fe es algo más que tener un mismos sentimientos acerca de lo que no se ve pero llena.

Pero como lo mejor es decir algo, aunque sea algo, de las actividades que realiza la Iglesia (y que justifican, de sobra) que se haga esta campaña (que esperemos no quede en algo anecdótico por parte de sus receptores) vayamos con una apabullante relación: actividad pastoral, actividad asistencial, actividad educativa y conservación de patrimonio.

Así, la labor pastoral no vaya a pensarse que se trata, únicamente de una que lo sea, únicamente (aunque esto sea muy importante) de dispensación de Sacramentos (bautizos, comuniones, confirmaciones o matrimonios) sino que va más allá, por ejemplo, con el oportuno asesoramiento que se hace a aquellas personas que acuden, un poco perdidas, a las parroquias, queriendo saber si es posible conseguir algún hogar donde vivir, dónde se pueden tramitar tales o cuales documentos, si puede recibir ayuda, incluso, económica, etc.

Por lo tanto, se trata, también, de ejercer la caridad en todos sus ámbitos.

Además, la labor asistencial se extiende de forma importante. Por ejemplo; en 107 centros hospitalarios, en 128 ambulatorios y dispensarios; en 876 casas para ancianos, enfermos crónicos, inválidos y minusválidos; en 937 orfanatos y otros centros para la tutela de la infancia; en 82 centros penitenciarios, etc.

En cuanto a la labor educativa, la Iglesia católica tiene a su cargo 5.000 colegios concertados de preescolar, infantil, primaria y secundaria, 200 centros de educación universitaria, con un total de alumnos, en centros concertados, de 1.741.697, por ejemplo.

Todas estas cifras con, seguramente, abrumadoras. Sin embargo, más abrumador es, todavía, el Amor que lleva a cumplir con ellas, día a día, a hacer de la Caridad (como expresión de la más pura Verdad de Dios) la manifestación de que Dios está entre nosotros, que ha sembrado en el corazón de sus hijos, una semilla que da fruto en abundancia, llenando de dicha y gozo las almas de los que reciben tal inmensidad de entrega.

Y para terminar con esta escasa relación de bondades, la conservación del patrimonio ocupa al que lo es inmueble y mueble. En el primero encontramos a las Catedrales, iglesias, ermitas, etc y entre el segundo las imágenes, esculturas, pinturas, objetos litúrgicos, ornamentales, etc, además del patrimonio Documental, Bibliográfico, Arqueológico y Etnológico.

Quizá por mostrar algo que ha de resultar importante cuando se piensa, muchas veces, que la Iglesia, en cuanto institución, tiene una serie de bienes inmensos, hay que decir que, por ejemplo, un Obispo tiene una asignación mensual de ¡900?! (ni siquiera llega a ser mileurista) y que la mayoría de sacerdotes perciben entre 600? y 800? mensuales.

Creemos que no hay que decir mucho más aunque mucho más merecería ser dicho.

Pero, para acabar, en el documento preparado para la campaña se dice que «Se debe producir un cambio de mentalidad entre los católicos, que tendrán que asumir su responsabilidad en la financiación de su Iglesia (marcando la X en su declaración de IRPF o realizando aportaciones periódicas a su parroquia o diócesis)»

Pues eso, que, además, de recibir la prédica, también hay dar trigo.