Cómo escribir un artículo
Introducción
A. Qué es el artículo
La literatura abarca tres grandes áreas: la poesía cuyo objetivo es la «creación de belleza» (se divide en épica —epopeya, canta de gesta, romance, leyenda, cuento, mito y novela—, lírica —oda, elegía, canción, égloga y epigrama— y dramática —con los géneros mayores como la tragedia, la comedia y el drama, y los géneros menores como la zarzuela, la ópera y el entremés—), la oratoria cuyo fin es convencer y la didáctica cuya meta es enseñar (se divide en fábula y ensayo). El artículo es nieto de la didáctica, hijo legítimo del ensayo; un escrito donde el autor manifiesta su pensamiento sobre determinado tema.
Ciertamente el artículo es uno de los géneros literarios más jóvenes. Su primera gran difusión va de la mano del nacimiento de la imprenta, de los diarios y periódicos impresos y se prolonga hasta nuestros días con la revolución editorial que ha supuesto el migrar de gran parte de las grandes cadenas editoriales, casas de redacción y periodismo a Internet.
B. La globalización del artículo
El artículo ha sido el primer y mejor explotado protagonista de la globalización de la redacción. Hoy por hoy ya no hace falta disponer de ingentes sumas de dinero para poder pagar la publicación de un libro; actualmente ya no es imprescindible gozar de un buen nombre para poder expresar las propias ideas; al presente sobran los medios de comunicación dispuestos a divulgar los más variados contenidos, las más de las veces, con la única condición de comulgar con algunos de los ideales que defiende el medio en cuestión.
Y es que la participación ciudadana en los medios convencionales de comunicación ha experimentado una ascensión extraordinaria. Los «blogs» personales son, en algunas ocasiones, más visitados que páginas de grandes cadenas comerciales o de medios de comunicación.
Prácticamente la totalidad de los diarios con presencia en la world wide web ofrecen la posibilidad de que el lector exprese su opinión. De la Edad Media a nuestros días se ha pasado de los amanuenses a las cartas al director sólo que en este caso la persona ya no es un mero copista sino un redactor a todos los efectos.
La revolución del artículo lleva intrínseco el derecho a la libertad de expresión y una problemática de fondo: en nombre de la libertad de expresión ¿se puede expresar mal la libertad? Todo apunta a que la posibilidad de publicación tan accesible entraña la necesidad de formación. Y es que si el artículo, enmarcado en uno de los componentes del tripartito literario, la didáctica, tiene la finalidad de enseñar, la enseñanza sólo será tal cuando lo que se enseñe sea verdadero y, lo sabemos bien, para conocer la verdad hace falta, además de buena voluntad, formación.
C. La finalidad del artículo
Un artículo tiene una finalidad: comunicar un mensaje basado en la verdad. Esa misma finalidad es su porqué más íntimo, su razón de ser y fundamento. Es verdad que el artículo guarda la impronta del modo de comunicar del autor (razón por la cual muchas veces se tacha de subjetivo), pero más que menguar su valor deja ver lo dinámica y versátil como puede ser expuesta esa verdad. No se puede negar que el artículo, al estar sujeto a la libertad humana, también puede ser adulterado y desviado de su fin.
D. Tipos de artículo
No todos los artículos son del mismo tipo. Repasemos los principales:
1. Editoriales
La editorial nunca, o muy raramente, va firmada. Es propiamente la opinión del medio de comunicación sobre el tema en boga o de su particular interés. Normalmente su extensión no es grande (de quince a 20 líneas). La editorial ayuda a captar la tendencia de un medio de comunicación. Es parte integrante ordinaria de la estructura del periódico.
2. Columnas
Las columnas son los espacios destinados al uso de los escritores y periodistas que forman parte del equipo de colaboradores habituales de un medio de comunicación. Las más de las veces coinciden con ser los mismos que escriben los artículos de opinión y suelen estar en sintonía con el parecer ideológico y la tendencia del periódico que les publica. Sin embargo, las temáticas abordadas no siempre se tratan a manera de artículo; también suelen expresarse a través de narraciones, cuentos, poesías, cartas abiertas, etc. La columna también es parte integrante ordinaria de la estructura del periódico.
3. Actualidad
Los artículos de actualidad tratan temáticas vigentes, muchas veces polémicas, y los autores suelen ser especialistas en la materia tratada aunque no colaboren habitualmente en el periódico que les concede el espacio. Al igual que en los otros casos, el periódico o revista abre sus páginas a los que coinciden con su postura general sobre el tema en cuestión. Ha pasado a formar parte ordinaria de la estructura de un periódico, especialmente de los suplementos.
4. Análisis y fondo
Los artículos de análisis y fondo son trabajos más o menos extensos firmados por especialistas que colaboran habitualmente en algunas de las secciones de un periódico o revista. Dependiendo del tema, suelen aparecer en uno de los suplementos semanales con los que cuenta el medio de comunicación.
5. Opinión y reflexión
El artículo de opinión busca expresar un juicio sobre un tema cuestionable. El de reflexión pretende suscitar el considerar nueva o detenidamente algo. Suelen ser breves, concisos y firmados por personajes públicos importantes y en consonancia con la ideología del periódico. Algunas veces los columnistas son los autores de este tipo de artículos. Es parte integrante ordinaria de la estructura del periódico.
6. Investigación
Los artículos de investigación son los reportajes, más o menos extensos, sobre temas bien diversos encomendados a uno de los periodistas del medio en cuestión y en un área de su competencia.
E. La importancia de la lectura
Uno de los factores que determinan la calidad (estilística, sintáctica, morfológica, estética, comunicativa, etc.) de un artículo es la lectura. Se ha llegado a decir que un buen escritor es, ante todo, un buen lector. Y así es.Y es que del contacto de las letras hechas pensamiento que se introducen en nuestro yo más interno a través de los grandes vitrales de nuestros ojos se logran buenos productos como fruto de ese continuo roce entre lectura-escritura.
Así, no nos equivocamos al decir que la lectura es la fuente inmediata y pilar de apoyo del articulista y, en general, de todo escritor. Un repaso por la historia de la literatura universal nos lo confirma: desde los autodidactas hasta los formados en las mejores universidades, todos eran ávidos lectores.
F. Tipos de lectura
Si bien este trabajo está centrado en el artículo nos vamos a permitir un breve y general «excursus» sobre los tipos de lectura.
1. Lectura selectiva
Consiste en hojear y «ojear» para obtener una idea general de la publicación. No va a los detalles sino que se satisface con el repaso del título de los artículos, nombre de los autores, fechas, bibliografía, nombres de capítulos y subtítulos y, sobre todo, con las imágenes.
2. Lectura crítica
Consiste en evaluar la fuente (confiabilidad que se le puede dar al autor, si es experto en la materia o no, si es tendencioso, bibliografía en la que se apoya, etc.), definir el propósito del autor (informar, persuadir, instruir), identificar el lenguaje (objetivo, subjetivo, connotaciones, tono), reconocer los objetivos del autor, verificar el tema del que trata el texto, registrar las tesis o hipótesis central y las secundarias, analizar las contradicciones internas del texto en caso de que las haya, identificar si la argumentación es débil y reconocer si el texto es tendencioso.
3. Lectura de comprensión
Consiste en reconocer las ideas principales y saber exponer, aunque sólo sea mentalmente, el tema central y la tesis; abarca el distinguir cómo está organizado el texto, localizar los enunciados de apoyo y comprender las intenciones del autor (además de la argumentación).
4. La interpretación
Comprendida una obra, es decir, evaluado el propósito, tesis o hipótesis central y contradicciones internas y entendidos los contenidos del texto, se está en grado de proceder a su interpretación. La interpretación: a) evalúa la fuente, su veracidad, confiabilidad y actualización; b) identifica el propósito y objetivo del autor; c) descubre el tema; d) define la tesis o hipótesis central; e) evalúa los razonamientos con los que el autor argumenta su tesis (¿es confiable, verosímil o contradictoria? ¿Está basada en hechos, inferencias u opiniones?); y f) distingue las contradicciones internas.
Dicho todo lo anterior, penetremos al fin en el arte de la redacción de un artículo.
El artículo tiene tres momentos: uno anterior en el que está todo el contexto previo a su elaboración y le sirve de apoyo e impulso; el momento concreto de la confección (que es el centro de todo este trabajo) y uno posterior en el cual se da continuidad y fortalece.
I.Antes
A. ¿Tenemos algo que decir?
La primera prerrogativa de quien va escribir es tener algo que comunicar. De aquí se desprende todo lo demás. Sin un mensaje, el artículo, y toda la literatura, carece de sentido. Sin embargo no basta el mensaje por sí mismo sino la autenticidad e importancia de ese mensaje. En buena medida, el éxito y difusión de un artículo estriba no únicamente en la excelencia estilística cuanto en la importancia de lo comunicado. ¡Cuántos artículos hermosos, bien escritos, pero intrascendentes!
Por ello es justo preguntarse, antes de escribir sobre el tema que se ha elegido, si en realidad es de provecho. No cabe duda que cada autor tiene la facultad de escribir sobre lo que se le pegue la gana, pero como redacción no se puede separar de comunicación de la verdad, hemos de valorar detenidamente el tema de cara un impacto profundo y mayor.
B. Elegir un tema de especialización
Hay muchos que les interesa escribir pero no saben cómo empezar. Ven la redacción como un ideal inalcanzable o al que podrán llegar poco antes que se apague la luz de su existencia. Ninguna suposición más falsa que ésta. Quien quiera escribir necesita tener el gusto, la inclinación por hacerlo. Ese es el primer paso si bien insuficiente.
Es óptima la búsqueda de un tema de especialización que marque la ruta a seguir. De esta manera no sólo se tratarán de encontrar los momentos para escribir sobre aquello que nos gusta sino también sobre aquello que conocemos (facilitando además la inversión de tiempo en el producto que queremos lograr). Gusto por un tema y conocimiento sobre el mismo igual a posibilidad de artículo.
Para elegir el tema de especialización nos pueden ayudar algunas coordenadas:
1. Qué me gusta
Volvemos al gusto sin afán hedonista. Elegir el tema de especialización es como elegir el pastel que uno se quiere comer de entre una amplia variedad: se elige el que más nos gusta, el que mayormente capta nuestra atención, el que atrapa nuestro interés. Es verdad que no es suficiente pero sí es el primer paso.
2. Para qué soy bueno
El segundo paso es reconocer para qué soy bueno. Puede darse el caso en el que gusto y capacidades no armonicen (aunque a veces se pueden conciliar a base de muchas horas de empeño y fuerza de voluntad) y entonces es mejor considerar segundas, terceras o cuartas opciones. Obviamente, de cara a una mayor eficacia y menor pérdida de tiempo, tener otras áreas candidatas de especialización es una posibilidad que se contempla con anterioridad y no a posteriori.
3. Potenciarnos a partir del temperamento
Tanto el punto uno como el dos suponen el conocimiento que se tiene de sí mismo. Conocerse es la plataforma para superarse. Una de las áreas más importantes de nuestra existencia es el propio temperamento. Algunos temperamentos son más propicios a la redacción que otros y es un punto a explotar. Aquí no me alargaré demasiado pues en otra entrega el lector podrá leer mi teoría tocante a la relación temperamento-redacción, pero no está de más considerar las potencialidades naturales que confiere el temperamento a la hora de dedicar un momento a escribir y la excelencia del resultado del tiempo invertido.
Tampoco podemos minusvalorar el empeño que por formación ponen otros temperamentos menos dotados para estos menesteres cuyos frutos son iguales o mejores que el de aquellos que teniendo el don natural jamás se han esforzado por potenciarlos.
4. Beneficios de esta elección
Como colofón antes de pasar al siguiente apartado general, valoremos la importancia de los tres puntos anteriores. No es algo prescindible sino una base nodal de partida. Lo dice la experiencia de quienes hemos dedicado parte de la vida a este quehacer y lo corrobora el éxito humano de quienes así hemos procedido.
II. Durante
Llegamos al meollo de todo este discurso, al momento preciso en que el pensamiento se convierte en letras; a la prueba muchas veces temida y otras tantas ansiada del transmutar el mensaje en artículo. Consideremos aún algunos aspectos cardinales.
A. Cuatro aspectos a considerar
1. ¿Tenemos claro qué queremos comunicar? La proposición, la idea principal y las secundarias
Aunque hemos aludido a este punto líneas arriba, aún cabe preguntarse si se tiene claro lo que se quiere comunicar. En caso de no ser así se está perdiendo el tiempo. Sí, algunos siguen apelando a la inspiración, al intempestivo llegar de la musa que hará decantar el sentimiento en un texto concreto... Es justo que esperen aquellos adornados sobremanera con la virtud de la paciencia; los demás —que son la mayoría— podrán suplir la espera con la diáfana luz del saber por qué camino se quiere andar como resultado de un ejercicio mental que acusa inteligencia, voluntad y, por qué no, también corazón.
Para estar seguros de que sabemos qué queremos comunicar debemos preguntarnos si tenemos claro el tema general. Es el primer paso. De aquí viene lo demás.
Es igualmente importante formular tras el tema general, ya sea de modo escrito o mental, el anuncio de aquello que se quiere tratar a manera de enunciado: la proposición. De la relación tema-proposición vendrán naturalmente la idea principal y las ideas secundarias, es decir, la idea base que guía todo el artículo (tomando como analogía el árbol, el tema sería la raíz, la proposición el tipo de árbol, la idea principal el tronco y las ramas las ideas secundarias).
2. A quién va dirigido
El segundo aspecto a considerar es el auditorio al que se dirige el artículo. No es lo mismo escribir para niños que para jóvenes o adultos; y de entre ellos no es lo mismo escribir a jóvenes de 15 años que a jóvenes de 25. Dígase lo mismo para solteros o casados, para profesionistas que para amas de casa, para médicos que para arquitectos, para creyentes que para ateos.
Tener este faro de luz como guía ayuda bastante a apuntalar mejor los frutos de una eficaz y verdadera transmisión del mensaje. Los que saben dicen que, so pena de no caer en un extremismo al momento de especificar el público concreto al que se dirige el artículo, es recomendable ser lo más universales posibles. Esa universalidad de auditorio implica un uso concreto del lenguaje, nociones más universales, hacer más asequible la materia tratada, etc.
Trayendo a colación el punto de la especialización, es muy sano y enriquecedor tratar de compartir, con la adecuación pertinente al auditorio al que se dirige el artículo, el resultado de esa especialidad en la que nos hemos instruido. Constituye todo un reto y una fuente de progreso.
3. En dónde se puede publicar
En numerosas ocasiones se pasa desapercibido este punto. Si ya de por sí es grave escribir sin saber para qué o por qué, es inútil sin saber dónde se publicará lo que se escribe. No es falsa la apertura cada vez más amplia de lugares en que de una u otra forma se puede publicar, pero estar a la expectativa de encontrar el lugar más adecuado no parece ser una elección a posteriori sino anterior.
Tampoco basta la elección sino la certeza de que efectivamente alcanzaremos la publicación.
Lo anterior presupone que conocemos los medios de comunicación, las ideologías que promueven y la calidad y ética que les caracteriza. Hay portales en Internet ávidos de incluir cualquier contenido, pero de cara a posicionarse de un buen nombre, nada menos recomendable que dejarse llevar por la fácil publicación en sitios sin prestigio alguno.
4. El lenguaje utilizado
El lenguaje escrito es propiamente el vehículo por el cual se comunica el mensaje. De ahí que el lenguaje usado en el artículo deba poseer al menos cuatro cualidades, a saber: claridad, concisión, sencillez y naturalidad.
Lo opuesto a lo claro es lo oscuro. Un artículo es oscuro cuando el mensaje no se puede percibir no por falta de capacidad del receptor sino por culpa del emisor; cuando la sintaxis abjura, como resaca del modernismo, de la formación militar sujeto-verbo-complemento por otras maneras »más actuales».
Lo opuesto a la concisión es la larga extensión. Si bien es cierto que por línea de principio la extensión de un artículo depende del tema, la idea principal y la cantidad de ideas secundarias que se desean abordar (además del tipo de artículo, no es lo mismo un análisis que una opinión), el escritor debe ser capaz de economizar, sin detrimento de la claridad, al momento de agotar los argumentos. Nada más pesado y aburrido que leer «paja». El articulista, como el orador, debe decir lo que debe. Pero sólo lo que debe.
Lo opuesto a la sencillez es la exuberancia, lo barroco, lo complicado. Falta a la sencillez el escritor que utiliza un lenguaje rebuscado o demasiado técnico para un público que lo desconoce. La riqueza del uso del vocabulario gravita no en los retruécanos o reveses de la sintaxis, la morfología o de la lengua, sino en su sabio uso: en el momento adecuado y con las personas justas.
Lo opuesto a la naturalidad es lo artificial. Peca de artificial el autor que no se muestra como es, que pierde el norte de la propia espontaneidad, que es falso y no se presenta tal cual. Un articulista letrado en medicina podrá hablar de arqueología desde la relación que pudiese darse entre su área de conocimiento y la otra ciencia, pero jamás como un arqueólogo a menos que efectivamente lo sea.
B. La elaboración del artículo
Nos centramos ahora en el momento en que procedemos a la manufactura del artículo. Hay al menos tres maneras principales de comenzar, desplegar y sellar un artículo. La forma clásica inicia con una introducción al tema dejando entrever la proposición y la idea principal, prosigue con un desarrollo de las ideas secundarias siempre en relación con la principal y concluye con una recapitulación de lo dicho y la remarcación de la idea madre apoyada en la proposición.
Ciertamente es una forma válida pero dado que los artículos son de distintos tipos (ya lo hemos visto), me propongo ofrecer otras formas de desenvolvimiento dotadas, a mi juicio, de igual valor y hasta cierto punto análogas. Siempre presuponen todo lo hasta aquí visto.
1. Hechos, causas y consecuencias
Esta forma es sobre todo aplicable a los artículos de actualidad, análisis e investigación.
1.1 Hechos
Aquí se exponen sucintamente los acontecimientos o ideas más recientes relacionadas con el tema del que se va a hablar. Por ejemplo, si fuera a escribir un análisis sobre la situación política entre Israel y Palestina, mencionaría las últimas reuniones bilaterales, los acuerdos tomados, las revueltas que se han sucedido, etc. Si el tema fuera, sobre la actualidad de la literatura española, traería a colación el impacto de los autores de lengua española a nivel internacional agregando, en caso de tenerlos, datos de listas de ventas de estos en comparación con otros, características de su obra y pensamiento, etc. Además mencionaría quiénes son, dónde están, cuáles son sus obras...
1.2 Causas
Las causas nos llevan al antecedente del tema: lo justifican, explican sus orígenes y lo colocan en un marco. Volviendo a los ejemplos del apartado anterior, habría de acudir a la historia para explicar los motivos de la actual situación entre Israel y Palestina: por qué inició un conflicto entre ambos, a qué tiempo se remonta, cuáles fueron las causas, qué enfrentamientos más conocidos se han dado, cuántas víctimas hubieron, por qué se ha incrementado el odio... En el segundo caso, el de la literatura española, recurriríamos a los orígenes de la misma, a los primeros autores más conocidos, al por qué y al cómo de su expansión, a los autores que más han apoyado su «globalización».
1.3 Consecuencias
Toda causa tiene un efecto. Los hechos vienen a ser el término medio de algo que se aproxima, por ello en las consecuencias se expone lo qué puede suceder, positivo o negativo, de la situación o tema estudiados sobre los que se escribe el artículo. Es propiamente aquí donde el artículo puede tener la mayor carga subjetiva, pero mientras el autor se apegue lo más posible y de modo neutral a la realidad, a la verdad, de ahí derivarán los posibles y sanos corolarios.
Retomando los dos ejemplos antes dichos, el de las relaciones israelí-palestinas por ejemplo, se esgrimirá una solución pacífica, la inminencia de un Estado Palestino o la continuidad del conflicto dando las razones de ello. En el caso de la literatura se podrá vislumbrar un futuro aún más prometedor o un declive de acuerdo a la producción de libros de los muchos o pocos autores hispanoamericanos actuales; se podrá hablar de las consecuencias en la literatura mundial de la influencia del pensamiento de los autores, la validez de sus propuestas, etc.
En resumen: los hechos son el conglomerado de imágenes, colores, trazos y formas de una pintura, las causas son el marco y el porqué de la pintura y las consecuencias la valoración y proyección de los ahí plasmado. Los hechos hacen las veces de introducción, las causas de desarrollo y las consecuencias de conclusión.
2. A partir de interrogantes
Otra forma a partir de la cual se puede construir un artículo es apelando a la interrogación de manera que la redacción vaya tomando un curso más fácil. Es la forma más ágil de producir artículos y está en íntima relación con las otras formas antes expuestas de redacción (la clásica y la de hechos, causas y consecuencias). El artículo a partir de interrogantes se aplica con mayor soltura a las editoriales, columnas, opinión y reflexión.
2.1 Qué
Transporta al planteamiento: qué voy a decir, qué quiero comunicar, qué sucedió, de qué voy a escribir. Equivale a la introducción o a los hechos.
2.2 Por qué, para qué, de dónde
Conducen al desarrollo a la vez que lo justifica: por qué voy a escribir de lo que voy a escribir. Acto seguido escribo sobre ello. Equivale a las causas y al desarrollo.
2.3 Cómo, a dónde
Llevan al desenlace. Cómo entender todo lo anterior, a dónde nos lleva, cómo repercute. Equivale a la conclusión o a las consecuencias.
C. Enriquecer el artículo (inclusión de citas, comentarios, frases, etc.)
Con la práctica es más sencillo ir enriqueciendo nuestros artículos a la par que los vamos escribiendo. Para los principiantes conviene que tras la redacción trazada, al inicio, por un esquema, se vuelva a ella no únicamente para una relectura que permita reencauzar correctamente algunas expresiones no del todo adecuadas o corregir lo corregible, sino también para agregar datos, historias, imágenes, comentarios, bibliografía, citas, etc.
D. La extensión del artículo
La extensión del artículo está condicionada al tema. No existe, en el tema de la extensión, artículo modelo. Cada cual, según su especie, es único. Es verdad que se agradece más un artículo que en poco te diga mucho (sin caer en la falaz quimera de que en poco te lo diga todo), pero habrá muchas ocasiones en que amerite una extensión mayor dependiendo de hasta qué punto se quiere indagar y exponer.
Un artículo de corta extensión y bien hecho está adornado la mayoría de las veces por la armonía perfecta entre ideas claras, proposición directa, lenguaje adecuado, datos de interés, cultura general, citas apropiadas, reflexiones naturales y aplicaciones a la vida del lector. ¿Y se puede lograr todo esto en el mismo producto? ¡Claro que sí! Posiblemente no salga a la primera, pero la continuidad, el empeño en el trabajo nos ayudará muchísimo mientras haya interés por superarse.
No está de más recordar, según los expertos, que el lector medio no lee ordinariamente más de hoja y media (en Internet se traduce como lo que abarca de primera vista la pantalla) y que si en la primera frase no se logró captar su atención, abandonará la lectura del artículo.
III. Después
La continuidad
Un artículo no termina al poner el punto final. Un artículo no acaba aun después de una primera revisión del resultado. Un artículo tampoco finaliza incluso cuando ya ha sido publicado. Tras la redacción, la revisión y su publicación hay algo mucho más importante: la continuidad en el perfeccionamiento.
Es cierto que la práctica confiere una especie de enriquecimiento a fuerza de repetición estilística: un «habitus stilisticus». Pero nada nos asegura que el hábito será el mejor por el simple hecho de repetir acciones. Siempre debemos ir a más, no a lo que nos haga ir adelante sino a la cabeza. Y para ello mucho nos ayudará trabajar en la comunicación más original del mensaje.
En un planeta de billones de seres humanos no se puede caer en la pretensión de escribir sobre cosas nuevas, pero sí es de desear el comunicarlas de forma diferente: lo más universal posible. Cada autor tiene sus particularidades; de la originalidad y creatividad de esas particularidades dependerá que sus artículos sean unos más entre la inmensa gama de letras que a diario se escriben y publican para pasar a la gran sala de la indiferencia, o excelentes productos caracterizados por el atractivo del comunicar ideas que más o menos todos conocen, pero de una forma del todo diferente y logren posicionarse de un buen lugar en el mundo de las letras.
1. Profundizar en el tema de especialización
Profundizar en el tema de especialización es, sumada a la práctica, uno de los puntos medulares. Y es que para comunicar de un modo original hay que estar a la vanguardia de la actualidad de la materia. Es rarísimo el caso del médico que finalizada la carrera deja de actualizarse y profundizar en el objeto específico de su estudio o en la medicina general; sabe que de quedarse rezagado en lo estudiado pierde sentido lo aprendido y queda latente el riesgo de quedarse en la prehistoria de los avances más recientes. Pues igual para el escritor. No basta haber penetrado en alguna área específica de estudio sino prolongar ese contacto mientras dure la vida. De esa manera siempre habrá nuevas ideas que comunicar, novedades que transmitir e inquietud para mantener fresco todo lo aprendido.
2. La lectura de modelos
De mucho ayuda a posteriori la lectura de modelos. Modelos tanto de temas afines como de la prensa especializada. La lectura de modelos es como una prolongación de la continuidad en la especialización. Algo que confiere una visión más amplia, pautas prácticas a seguir con el ejemplo de buenos articulistas, maneras de comunicar «en vivo». Pero la lectura de modelos lleva el reto de identificar verdaderos modelos y no artículos cualquiera.
3. La lectura de la prensa
Vivimos en un mundo del que todos los seres humanos, por muy lejos que de nosotros estén (o por muy lejanos que nosotros de ellos estemos), somos inquilinos. Conocer la realidad del mundo que nos rodea es conocer las circunstancias de la vida de la humanidad. Desconocer el mundo es desconocer al hombre. Por eso la lectura de la prensa, su seguimiento, se impone para el articulista como materia prima de trabajo.
Bibliografía
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- Argudin Yolanda y Luna María, Aprender a pensar leyendo bien, Habilidades de lectura a nivel superior, Plaza y Valdés&Centro de didáctica UIA, México 1995
- Vivaldi Martín G., Curso de redacción, teoría y práctica de la composición y del estilo, Paraninfo, Madrid 1990
- Fernández Cristóforo, L.C., Algunas notas sobre el ensayo, CES Roma, Roma 1993
- Bastenier Miguel Ángel, Curso de periodismo, Aguilar&Ediciones El País, México 2001
- Escalante Beatriz, Curso de redacción para escritores y periodistas, Porrúa, México 1999
- Mújica Jorge Enrique, L.C., «Leer, conocer y juzgar la prensa» en http://www.conoze.com/doc.php?doc=7140
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