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René Guénon y Julius Evola: masonería, "new age" y neofascismo.
Un autor, poco conocido por el público en general, viene ejerciendo una notable influencia en ambientes tan distintos, aparentemente, como son los siguientes: sectores de la masonería, grupos ecologistas, estudiosos del simbolismo, seguidores de la llamada "new age", algunos católicos amigos de lo esotérico y ¡grupos neofascistas!
Son muy numerosas las librerías de temática esotérica existentes en España; además, apenas hay librerías de cierta entidad que no reserven un espacio a estas materias. Junto a estanterías que albergan todo tipo de textos de orientación esotérica y "ciencias" afines, suele figurar un espacio importante dedicado a la masonería: libros de todo tipo, estudios históricos, publicaciones internas y semioficiales de algunas obediencias. También es importante la presencia de textos de autores masones con prestigio en ciertas materias (caso de estudios de simbolismo).
Las corrientes "espirituales" que integran el fenómeno actual de la "new age" mantienen una estrecha relación con la masonería. No en vano, comparten una buena serie de principios comunes: subjetivismo moral, sincretismo religioso, individualismo, relativismo filosófico, reducción del cristianismo a "una religión más", deísmo, etc. Así, la "new age" constituiría, en el actual "supermercado espiritual", una vulgarización de los valores masónicos, integrando, en el plano religioso, el pensamiento "políticamente correcto".
A continuación vamos a realizar una rápida aproximación al pensamiento y obra de René Guénon, como concreción de las anteriores afirmaciones, al tratarse de una figura especialmente significativa cuya influencia puede encontrarse en medios muy dispares.
René Guénon.
Este escritor francés, nacido católico en 1886 y muerto musulmán en El Cairo en 1951, es autor de una compleja obra, de pretensiones metafísicas, cuya influencia sigue siendo notable entre masones, ecologistas, neofascistas (de la mano de su discípulo Julius Evola), los autodenominados "tradicionalistas guenonianos", adeptos de la "new age" de todo tipo, incluso entre algunos católicos (franceses en particular) interesados en el esoterismo.
Iniciado muy joven, perteneció a varias logias masónicas, tanto regulares como irregulares. Hermano "dormido" durante muchos años, hasta el final de sus días se consideró masón, conforme su propia interpretación de la "orden".
Según testigos cualificados, el propio René Guénon habría formado parte de una "maestría" secreta, integrada por titulares de grados superiores de la masonería, interesados en un trabajo iniciático y metafísico, alejados de toda pretensión política.
A su juicio, el "depósito iniciático y metafísico" del cristianismo se conservaba en la Orden del Temple hasta su disolución. Algunos templarios se refugiaron en Escocia, ingresando en la Gran Logia Real de Edimburgo. Allí transmitieron sus conocimientos, de donde pasaron a la masonería actual, percibiéndose su influencia en algunos grados de diversos ritos masónicos. Esta interpretación no es asumida por la mayoría de los estudiosos masónicos, que la califican de antihistórica. Pero los discípulos de Guénon hablan de la importancia simbólica e iniciática del "mito", más decisiva que su realidad histórica literal.
Para Guénon, la tradición iniciática (expresión de la que denomina Gran Tradición Primordial, uno de cuyos reflejos sería el fondo común de todas las religiones o Unidad Trascendente de las Tradiciones) de Occidente, sólo es posible rastrearla en la Iglesia católica que, a su juicio, ha perdido todo sentido esotérico (u oculto), y en la propia masonería. En ésta confluirían, siempre según Guénon, las grandes tradiciones esotéricas occidentales: hermetismo (cuya expresión más conocida sería la de los rosacruces), el pitagorismo (estudios de geometría y arquitectura desde una clave esotérica), el cristianismo (Orden del Temple, algunas prácticas ascéticas y simbólicas) y el judaísmo (la cábala).
En este contexto, la masonería constituiría una vía adecuada para el trabajo iniciático propuesto, de ahí que aprobara la creación de una logia de guenonianos, dentro de la Gran Logia Nacional Francesa, que optaron por esa vía: La Gran Tríada.
Julius Evola.
Uno de los discípulos más aventajados que desarrolla, a partir del anterior Maestro, una línea intelectual propia y de quien arranca una escuela con implicaciones políticas, fue Julius Evola.
Italiano, escritor prolífico, artista, desarrolla una peculiar interpretación del fascismo desde una perspectiva "tradicional", concibiéndolo como un intento desesperado —y no puro-- de retornar a un "orden tradicional", entendido a la manera de Guénon. Le proporciona, además de una estrategia, una base teórica elitista y aristocrática, enmarcada en una concepción cíclica de la historia. Sus textos "El fascismo visto desde la derecha", "Los hombres y las ruinas" y su opúsculo "Orientaciones", han sido la guía de muchos militantes radicales.
De ahí su atractivo para las jóvenes generaciones neofascistas de la posguerra, que todavía llega a Italia y otros países, en los ambientes de la llamada "tendencia nacional-revolucionaria". En España esta corriente también encontró algunos seguidores, barceloneses los más cualificados (en particular, los promotores de Ediciones Alternativa), entre diversos grupos de la "derecha nacional y radical".
Tanto Evola como Guénon (Ediciones Obelisco de Barcelona ha editado casi todas las obras del segundo autor en castellano) también han sido objeto de particular atención por los seguidores españoles de la "Nueva Derecha", alguno de ellos procedente del neofascismo nacional-revolucionario, al igual que por parte de sus demás correligionarios europeos.
Conclusiones
René Guénon y Julius Evola (éste desde una perspectiva más "política") son un ejemplo de voluntarismo intelectual y vital. Aparentemente coherentes, atractivos, sugerentes, proporcionan herramientas intelectuales para quiénes desean forjarse una cosmovisión "a la carta" de cierta consistencia.
Hasta aquí hemos encontrado, sobre todo en lo que respecta al primero de los autores mencionados, buena parte de los ingredientes serios de la "new age".
Para un católico, el camino, la verdad y la vida tiene un rostro concreto: Jesucristo. Y un lugar preciso: la Iglesia católica. Ese rostro y ese lugar son accesibles para todo tipo de hombres, mientras que la "vía Guénon" sólo es posible para unos pocos. La Tradición en la Iglesia es una, su compañía humana es una presencia carnal concreta, y el Magisterio una ayuda permanente. Para la "vía Guénon", cada persona puede ser su propio Maestro, salvo que, de forma que desconocemos, "contacte" con los "Superiores desconocidos" y desarrolle su propio camino como discípulo.
De nuevo, la Iglesia es un espacio de humanidad y racionalidad, frente a la soledad y al camino —poco humano-- que nos proponen René Guénon y demás inspiradores de la "new age".
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