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Y ahora... el ciberacoso
El bullying vuelve a estar de moda. Prueba de ello es el éxito que obtuvo recientemente la película «Cobardes», dirigida por José Corbacho. Si no la han visto, se la recomiendo, merece la pena verla, pues trata el asunto de forma muy real e invita al diálogo y a la reflexión.
Hace poco participé en un programa de televisión en donde trataban este tema. Claramente se veía la preocupación de los padres y docentes hacia este fenómeno. La prensa contiene noticias al respecto prácticamente todos los días. Los docentes salen a la calle reclamando sus derechos, pidiendo el respaldo que se merece su autoridad. Y ahora, por si fuera poco, aparece un nuevo tipo de acoso: el e-bullying. Hace unos días salía en la prensa la noticia sobre unos estudiantes que fueron chantajeados por unos compañeros. Habían sido grabados por sus webcams habiéndolas hackeado.
Noches de messenger, horas navegando por internet... ¡con qué facilidad los jóvenes de hoy en día se exponen ante el escaparate abierto del mundo ciberespacial! Los que chatean poseen su propio lenguaje, una jerga que resulta incluso a veces difícil de comprender. Hay quienes se han convertido en unos verdaderos filólogos del chat, aún a costa de suspender todo tipo de exámenes de ortografía. A lo que puede ser una simple conversación entre amigos se puede añadir la posibilidad de verse las caras, a través de las webcams que se han puesto de moda. El problema del tiempo que se puede emplear en ello es preocupante, pero más alarmante es cuando uno se expone ante desconocidos. Bajo falsos nicks hay aprovechados que intimidan a jóvenes para conseguir finalidades poco nobles. Sus métodos de persuasión, la manera de enredar a sus víctimas, son tan sugestivas que fácilmente logran sus propósitos. En un informe reciente de carácter educativo se anunciaba el dato que el 44% de los menores que navegan en internet se han sentido alguna vez acosados.
Hace poco vino a verme un estudiante que decía sentirse atormentado. Tras una larga conversación acabó explicándome como, haciendo uso de su webcam, mantenía relaciones con otras personas mostrando imágenes sexuales. Lo que en un principio parecía un simple juego, se estaba convirtiendo en un verdadero vicio. No pasaba noche sin conectarse, siempre a escondidas de sus padres, claro. Además del vicio en si mismo, la inquietud estaba en que la mayoría de veces ni siquiera sabía quienes eran sus contactos, y que en muchas ocasiones él mostraba a cambio de nada. Situaciones como la anterior, real como la vida misma, no son nada excepcionales. Hay quienes acaban haciendo uso de los chats como una conducta de exhibición sexual.
Los padres y educadores no podemos quedarnos indiferentes, y debemos darnos cuenta de lo importante que es educar en el buen uso de internet. Si ponemos la cabeza, atendiendo a la idiosincrasia propia de cada familia, seguro que seremos capaces de encontrar posibles soluciones. Se pueden pactar horarios, orientar en el modo de buscar referencias, fortalecer la curiosidad ante páginas innecesarias. Existen también filtros que restringen la información, aunque también es cierto que algunas se los saltan. Colocar el ordenador en un sitio visible de la casa facilitará el buen resultado de muchas de las medidas que se adopten. La tecnología avanza y hay que aprovechar sus grandes beneficios, pero no caer en el dominio de los que se aprovechan de ella.
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