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Recíproca misión
Cuando, tras el descubrimiento de América, el cristianismo fue a ser difundido por aquellas tierras situadas más allá del Atlántico tuvo, sin duda, una casa grande donde morar. La evangelización de la llamada América Latina era importante por la causa de Dios y, sobre todo, para que el conocimiento de Jesucristo ensanchara los corazones que, hasta entonces, habían permanecido atados a costumbres paganas.
Es bien cierto que sin el conocimiento del único Dios verdadero también se puede hacer el bien y ser, lo que se dice, bueno. Sin embargo, saber cuál es la causa de tal actuar, la razón de la misma y su fin no deja de tener importancia.
Por eso, la Buena Noticia de Jesucristo fue llevada a aquel inmenso continente. Pero ahora, algunos siglos después, aquella América sigue siendo un "continente de misión".
El 2 de marzo se ha celebrado tal realidad espiritual sin la cual no se entendería el mismo ser del cristiano porque hacer que todos sean uno como tú y yo somos uno ("para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti" dice, exactamente, el evangelista Juan en su Evangelio, en 17, 21) para, más adelante, en el versículo 23, decir que "para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí" es una realidad que sigue siendo prioridad para todos y de cada uno de nosotros.
En la sesión inaugural de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, el 13 de mayo del pasado año 2007, dijo algo que resulta crucial para el caso del que tratamos. En concreto, "están en juego el desarrollo armónico de la sociedad y la identidad católica de sus pueblos". Y esto, que parecería exagerado según los parámetros con los que la sociedad actual juega y cuenta, no lo es tanto, ya que "La fe en Dios ha animado la vida y la cultura de estos pueblos durante más de cinco siglos. Del encuentro de esa fe con las etnias originarias ha nacido la rica cultura cristiana de este Continente expresada en el arte, la música, la literatura y, sobre todo, en las tradiciones religiosas y en la idiosincrasia de sus gentes, unidas por una misma historia y un mismo credo, y formando una gran sintonía en la diversidad de culturas y de lenguas. En la actualidad, esa misma fe ha de afrontar serios retos"
Por lo tanto, la Fe en Dios Creador ha resultado fundamental para el desarrollo de las tierras americanas y decir lo contrario o apoyarse en esto para oponerse a tal realidad supuesta la imposición espiritual es ir no demasiado lejos sino muy cerca en cuanto a una mala apreciación de las cosas.
Sin embargo, no es de pensar o, mejor, no hay que sacar la conclusión de que es España quien acude a América a evangelizar. Dadas las circunstancias por las que pasa la Fe en Dios en nuestra patria más bien podemos concluir que también se produce lo que es, al fin y al cabo, una recíproca misión.
Por tal causa, la Pontificia Misión para América Latina titulaba un Mensaje, para la celebración del Día de Hispanoamérica en las Diócesis españoles en el año 2005 de forma bien significativa de lo que, actualmente, pasa: "América recibe y nos envía misioneros". Dada la "escasez de obreros" que, en España atiende a la mies del Señor nada mejor que, venidos de las tierras americanas, vengan a llevar a cabo la evangelización que, por desgracia, falta en nuestra patria (véase, aquí, tanto sacerdotes como religiosos y religiosas)
Y todo esto, es decir, la necesidad de llevar a cabo la misión evangelizadora que vaya desde España a América y desde América a España viene expresada en el Decreto "As Gentes". Dice tal Decreto que "El Santo Concilio invita a todos a una profunda renovación interior» (AG 35) Tal forma de hacer nuevo, de traer, de nuevo, la fe a nuestros corazones (en evitación del anquilosamiento del mismo) es obligación de cada uno de los creyentes y nos decimos, sentimos, hijos de Dios.
Sobre el tema de la Evangelización y de la importancia que, en ella, tiene América Latina, cuando Benedicto XVI llegó a Brasil para la celebración de la Conferencia citada arriba, digo que aquella parte del continente cuya raigambre es española y portuguesa "custodia valores radicalmente cristianos que jamás serán cancelados".
Tales valores, a los que tan poca importancia se les quiere dar hoy día, no han de ser olvidados ni dejados en el cajón de la historia como si no tuvieran importancia. Por eso "para el futuro de la Iglesia en Latinoamérica y el Caribe es importante que los cristianos profundicen y asuman el estilo de vida propio de los discípulos de Jesús: sencillo y alegre, con una fe sólida arraigada en lo más íntimo de su corazón y alimentada por la oración y los sacramentos. En efecto, la fe cristiana se nutre sobre todo de la celebración dominical de la Eucaristía, en la cual se realiza un encuentro comunitario, único y especial con Cristo, con su vida y su palabra" (Discurso del Santo Padre Benedicto XVI a los participantes en la Plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina, el 20 de enero de 2007)
Si extendemos lo dicho por el Santo Padre a sus hermanos en el Episcopado procedentes de las naciones americanas, a España, tendremos trazado un puente de unión entre situaciones y entre necesidades. Recíproca misión en estado puro.
Y como una forma de acabar este artículo sobre la importancia de la misión en América, ha de ser, a la fuerza espiritual, una oración de Benedicto XVI sobre tal realidad.
Oración para la III Congreso Americano Misionero
Señor, que nos llamas a seguirte como discípulos,
vivifica nuestra generosidad,
para que respondamos con amor a tu llamada.
Que cada cristiano, cada Iglesia particular en América,
viva con radicalidad la misión ad gentes que Tú le has confiado.
Haz que nuestras comunidades cristianas en América "estén contigo",
vivan el misterio de tu Amor,
irradien la Luz de tu perdón y de tu misericordia.
Concédenos ser discípulos verdaderos y fieles
para llevar tu Evangelio, tal como lo has entregado a tu Iglesia,
a todos los pueblos de la tierra.
Danos fortaleza para superar las dificultades
que como cristianos y misioneros encontraremos.
Sabemos que Tú estás siempre con nosotros
y que envías incesantemente tu Espíritu Santo.
Haznos obedientes a tu mandato de evangelizar,
haz que siempre echemos las redes del Evangelio
llenos de gozo y esperanza,
sabiendo que el fruto será abundante, pues depende de Ti.
Suscita vocaciones misioneras en tu Iglesia en América.
Manda sacerdotes, religiosos, religiosas,
fieles laicos, familias misioneras,
para aquellos que, dentro y fuera de nuestro continente,
atienden el anuncio de la resurrección de tu Hijo Jesucristo.
Te lo pedimos por intercesión de la Santísima Virgen María,
Madre tuya y Madre nuestra.
Con ella te seguimos como discípulos y con ella caminamos
hacia todos los pueblos, como misioneros de tu Palabra.
Benedicto XVI
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