» Ciencia y Fe » Persona » Vida Interior

Iglesia y sociedad

En la hora actual hay un poderoso esfuerzo de la Iglesia contra todo lo que en nuestro mundo es contrario a la justicia. Algunos quieren relegar a la Iglesia a la sacristía, e impedirle toda intervención en las cosas sociales o políticas. La Iglesia no acepta esta imputación, porque el destino del hombre del que es responsable ante Dios, se realiza también a través de las cosas sociales y políticas. No se trata de una política partidista, se trata de la obediencia a Dios.

Toda actividad profesional, social, política, tiene un carácter moral y la Iglesia tiene la obligación de recordar sus exigencias. Los llamados de ella a los cristianos para que combatan de manera más activa, a fin de hacer reinar la ley de Dios en el mundo contemporáneo, todavía aguardan ser escuchados.

Hay otros que reprochan a la Iglesia no ser demasiado exigente en el plano social, pero esos mismos le reprochan de serlo demasiado cuando se trata de cuestiones sexuales. Se la acusa de permanecer adherida a concepciones viejas, de no tener en cuenta los progresos biológicos y las condiciones demográficas. Hasta se dice que esto apartará a muchos de la fe... Yo les contestaría nada más que esto: la valentía que demostró la Iglesia con la encíclica Humanae Vitae, frente a la moderna degradación del amor, fue para mí un motivo más de amor a la Iglesia.

Todos conocemos los problemas que viven muchos hogares. Pero también valoro que en la forma en como se viva el amor y el matrimonio hoy en día, es esencial para una civilización. Todos somos conscientes de cómo en el mundo moderno los valores del amor y del matrimonio están envilecidos y degradados. La Iglesia, al mantener sus exigencias, defiende los valores humanos más preciosos. Ella no puede ser cómplice de un mundo despreciable, y ésta es su mejor defensa del hombre.