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La importancia de tener voluntad
Esta no es una cuestión metafísica: Sea la voluntad una facultad propiamente dicha, sea solamente una manifestación de la actividad del alma humana, resultara siempre, desde el punto de vista de la moral, el poder que el alma tiene para determinarse con conciencia y reflexión, a un acto libremente escogido. En esto consiste precisamente el arte de educar la voluntad: en saber desarrollar la facultad de dirigir sus actos, delimitando la esfera del impulso mecánico y el imperio del capricho, para que sea el alma completamente dueña y señora de todas sus energías. El hombre posee tanta mas fuerza de voluntad cuanto mejor sabe sustraerse al dominio de las fuerzas exteriores y mas perfectamente gobernar los impulsos vitales que nacen del interior de su ser.
Los hombres, generalmente hablando, se dividen en dos grandes grupos: apáticos y violentos. En los apáticos el impulso interno es casi nulo; las fuerzas vitales permanecen sepultadas en la inacción, y su actividad es tan débil e insuficiente, que no llega casi nunca a ponerse en consonancia con lo que exige de ellos el deber. En los violentos, lo que todos somos en determinada ocasiones bajo la influencia de la pasión, el impulso es por el contrario, excesivo y desordenado. Ni los unos ni los otros podemos decir que tienen dominio de su voluntad. Serán dueños de su voluntad, aquellos que durante las horas de apatía, sepan despertar sus energías amortiguadas, utilizando la fuerza que disponen para determinar el impulso conveniente, y que, en los momentos de excitación desordenada, apacigüen y refrenen sus pasiones, dirigiendo por el camino del deber las actividades que en sus almas pueden desbordarse.
Tener dominio de la voluntad es, regular la producción y el gasto de la actividad, reanimar la vida cuando se apaga y moderar la llama cuando se aviva.
Y como la conquista de sí mismo exige mayor esfuerzo que la conquista de los demás, el desenvolvimiento de la personalidad entraña el poder de acción y el imperio de la influencia sobre los demás hombres. «Beati mites, quoniam ipsi possidebunt terram» (Matth V, 4 ) . Gobernaran la tierra y poseerán el mundo, aquellos que hayan tomado antes posesión de sí mismos, haciéndose dueños de sus actos.
Todo se doblega ante una voluntad firme. Gracias a la perseverancia en el trabajo y a la tenacidad en los proyectos, la naturaleza revela a la voluntad humana sus secretos y recursos, por eso mismo se ha dicho que el genio es la paciencia sufrida y perseverante y que la voluntad tiene junto al talento, partes iguales en los más admirables descubrimientos y en las más atrevidas empresas.
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