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El sentido moral y el sentido religioso

El sentido moral es distinto del sentido religioso; los diversos sistemas morales están en relación con las religiones que para el público en general le resulta muy difícil distinguir uno de otro.

Para el sentido popular de nuestro mundo occidental, tanto vale religión como moral. De hecho, las morales que proporcionan reglas de conducta al mayor número, son morales religiosas.

Las religiones se basan en la creencia de un Dios único y trascendente. Dios es el perfecto; el hombre no puede agradarle más que siendo a su vez perfecto, por lo tanto, el servir a Dios no se concilia con la falta moral. El deber moral es servicio divino: el bien moral radica, de una u otra manera, en Dios. La perfección del hombre está en la unión con Dios. Por consiguiente, la moral forma parte de la religión en cuanto la religión manda observar la moral; y al mismo tiempo, la religión forma parte de la moral en cuanto la moral manda servir a Dios y las relaciones entre el hombre y Dios están regidas por la moral.

El sentido moral conduce a lo religioso, porque uno de sus aspectos fundamentales es que todo sentido moral tiene sentido de lo absoluto, y éste se impone en la acción. El objeto de lo moral es establecer las condiciones por las que el hombre se hace digno de este absoluto y capaz de unirse a él. La búsqueda de este absoluto se realiza en Dios y constituye el objeto de la actividad propiamente religiosa. La religión sanciona una moral que existe, que trata como preexistente y que da por conocida. Incluso cuando la religión promulga un código moral, no es una revelación de principios que el hombre no conocería, sino sólo un llamamiento solemne.

Moisés recibe el decálogo. Los diez mandamientos son la carta magna de la religión judía y en cierta medida de la moral cristiana. Moisés lo recibe de Dios; el asesinato de Abel a manos de Caín es presentado como un crimen, aunque el decálogo había sido promulgado. Cuando los hijos de Noé faltan el respeto a su padre, su hermano los reprende y todavía no había un cuarto mandamiento; la impureza de los habitantes de Sodoma y Gomorra aparece igualmente estigmatizada.

¿De dónde procedían estas reglas morales que no habían sido reveladas? Del juicio espontáneo de la conciencia, del sentido moral. Los acontecimientos en los que vemos aplicadas estas reglas morales testimonian un juicio indiscutido, de una conciencia moral como un dato que se impone a la conciencia, y que forma parte del bagaje cultural con que Dios ha equipado a la naturaleza humana. La moral sigue brotando de la conciencia moral, mientras que la religión depende de las prescripciones de vida.