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«Ideoligizar» los problemas impide su solución

El «sentido común de lo verdadero y de lo falso, del bien y del mal», empieza a ser algo que escasea en el mundo contemporáneo. A partir del siglo XVII, con el desarrollo del «racionalismo», identificado en su origen con Descartes, se somete todo el conocimiento humano al rigor de la comprobación matemática.

Es más, con la desafortunada frase: «pienso, luego existo», se estableció el inicio de lo que un día llegó a ser el «idealismo filosófico», que pasando por Kant y Hegel, llegó a Marx. A partir de entonces, la «civilización moderna» ya no se interesa por el ser, sólo por el devenir. Ya no hay verdades, sólo hay fuerzas en movimiento, y si están en contradicción, mejor.

Se dió entonces auge al mundo de las ideas por encima del mundo de las realidades. Se construyeron las teorías políticas con base en esta nueva mentalidad, y así surgieron las «ideologías» que pretenden explicar los «problemas» humanos y proponer las aparentes «soluciones» a los mismos, prescindiendo de los datos que proporciona la realidad.

Aparecieron toda suerte de ideologías socialistas, que luego Marx llamó «socialismos utópicos»: Moro, Campanella, Fourier, Saint Simon y Proudhon, para luego él poderse autocalificar como «socialista científico».

Su propuesta superó con creces la frase cartesiana. Para ello lanzó otra más completa: «No es la conciencia de los hombres la que determina su existencia; es, por el contrario, su existencia la que determina su conciencia».

La doctrina dejó de existir, siendo sustituida sólo por las guías para la acción. Así llegaron las «ideologías» para quedarse. De ahí se nutrieron los postulados políticos de Lenin, Trotzky, Stalin, Tito, Mao, Kruchev, Breznev, Pol-Pot, Castro, Guevara y Allende, luego sometidos a un «revisionismo» durante la «revuelta parisina del 68».

Fue este «movimiento estudiantil» el que expandió los niveles de la «lucha dialéctica» más allá del estrato marxista de la «lucha de clases obrero patronal», para lanzarlo y proyectarlo a todo lo que fuera susceptible de ser confrontado, dividido, enfrentado y nuevamente subdividido, para chocar y destruir familias, razas, sexos (hoy dicen géneros), naciones, religiones, generaciones, etc.

Es la misma «ideología» ahora repetida y reproducida por Chávez, Marulanda, Morales, Ortega, Correa, Humala, López, etc. Son los mismos procesos de contradicciones que se «activan» para producir el «progreso». Misma mentalidad que avasalló a los «socialistas-democráticos», los «eurocomunistas», los «socialistas-cristianos», los «nacionalistas-revolucionarios», y otras versiones más recientes, como los «socialistas-alternativos», los «socialistas-intersticiales», los «estructuralistas», los «antisistémicos», los «deconstructivos», etc.; y, por supuesto, los impulsores del «nuevo socialismo del siglo XXI», tan malo como el del siglo XIX y el siglo XX.

Veamos dos ejemplos de «ideologización» actual, A.- en la vida política internacional, y B.- en la nacional:

A.- Con el fin de la «Guerra Fría» y el advenimiento de la «Globalización», los ideólogos ataquistas de la nebulosa-globalifóbico-altermundista —concretamente Ignacio Ramonet—, fabricaron mentalmente lo que se llamó «el pensamiento único», definido como «la idea prevaleciente entre la primera Guerra del Golfo Pérsico y la Guerra del Kosovo, en el sentido de que la política se expresa en la democracia y la economía en el mercado».

A este tipo de pensamiento, el mismo Ramonet le opuso otra fabricación mental, llamada el «pensamiento crítico», elaborado inicialmente por la «escuela de Frankfurt», concretamente Jurgen Habermas, expresado ya no en el «marxismo con la gabardina de embajador soviético», sino con los atuendos del seductor intelectual globalifóbico, de «corbata gramsciana», «bufanda habermasiana», «loción althusseriana», «carnavalesca porto alegrina guerra social», asociada a la «mitra autóctona» y a la «capucha marquista».

De ahí han derivado una serie de contradicciones ideológicas: «pensamiento crítico vs pensamiento único»; «consenso de Porto Alegre vs consenso de Washington»; «Foro Social Mundial de Porto Alegre vs Foro Económico Mundial de Davos»; «Internacional Attac vs Comisión Trilateral»; «Socialismo Alternativo vs Imperialismo Global»; «Guerra Social vs Guerra Preventiva Permanente».

B.- Con la necesidad de actualizar la legislación mexicana en torno a los problemas del abastecimiento energético, los ideólogos del PRD y de Andrés López, fabricaron mentalmente «la gravedad, peligro y traición a la patria, por la privatización de PEMEX», de la que nadie había hablado hasta ese momento.

Luego «fabricaron mentalmente» un debate nacional y/o una consulta nacional a realizarse en plazo perentorio, para oponerse a su «imaginaria privatización», además de haber organizado «el asalto al recinto legislativo».

Queda en evidencia que es sólo un truco dialéctico, de una «ideologización» que lo único que obtendrá es no resolver el problema real del suministro de los energéticos necesarios para ser competitivos en el desarrollo nacional y en el global.

Es una vergüenza que tantos medios de comunicación hayan caído en el engaño de esta «nueva ideologización» de un problema real, que no será resuelto. A estos «iluminados de Macuspana», sólo les interesa hacer chocar a las personas y a los grupos sociales para ¡acelerar las contradicciones de la historia!

Por su parte, «se divierten» con las aportaciones de fantásticos «ideólogos» como Arnaldo Córdova y Rolando Cordera, que escribieron en el libro «La Disputa por la Nación»: «En México, el nacionalismo no procede del sustantivo nación, sino del verbo nacionalizar» (sic), o se regodean con las «ideologizaciones festivas» del poeta y biógrafo de Fidel Castro, el dominico brasileño Frei Betto, quien ha venido construyendo un «silogismo ideológico» admirable: «Vamos a construir el 'socialismo alternativo', que producirá al 'hombre nuevo', producto del matrimonio místico entre Teresa de Ávila y el Che Guevara; este socialismo es el nombre político del amor» (re-sic). ¡«Ideologizar» los problemas siempre impide su solución!