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No me considero «miembra»
El diccionario de sinónimos contempla varios para el vocablo «miembro» y no para «miembra» porque no existe como tal según el diccionario de la Real Academia de la Lengua; por ejemplo, para no redundar en su significado podemos utilizar «extremidad, órgano, sección, parte, elemento, o componente», entre otros. Quizá la ministra Bibiana Aído no estuvo tan desafortunada con el uso de «miembra» y lo que le ocurrió es que le traicionó su subconsciente. Me explico: si la ministra por la igualdad considera que la mujer es una extremidad del hombre o un componente de de la masculinidad, entonces su afirmación no es tan descabellada, pero eso sí, completamente falsa.
La mujer es un miembro de la sociedad, porque la palabra «miembro» es un genérico y alude a la humanidad, formada por hombres y mujeres; la mujer es igual al hombre en sus derechos, en sus obligaciones y en sus oportunidades laborales, y complementaria en las funciones porque no es lo mismo ser madre que padre, ni genéticamente tampoco. Eso es así desde la época de Adán, a pesar de que ahora el rodillo intelectual socialista, en plan totalitario, pretenda confundir a los españoles,- españolas y españoles-, y sembrar una serie de dudas sobre lo que somos, lo que debemos ser y lo que debemos conseguir.
Lo que debemos hacer los miembros,-mujeres y hombres que somos personas, no biología-, es algo tan sencillo de entender como esto: tomarnos en serio nuestra identidad, como mujer y como hombre; activar los resortes personales para comportarnos como miembros responsables y actuar para conseguir los objetivos que cada uno se proponga; y entender que ser miembro activo de una cámara legislativa, de una asociación, de una institución oficial o privada, etc., consiste en servir a la sociedad desde el puesto de trabajo; desde la defensa de los derechos humanos, especialmente los relacionados con la dignidad de la persona humana y la defensa de la vida desde su inicio hasta su muerte natural; y desde una educación planteada por los padres, no por el Estado, para formar a los futuros miembros de la sociedad en los valores que forjan las personalidades fuertes, con norte, esas que son capaces, de recoger el testigo de las generaciones anteriores y construir una sociedad sin violencia, sin agresividad, sin imposiciones ideológicas y en aras de una convivencia pacífica y solidaria. Sra. Ministra, Vd. es un miembro del gobierno, un miembro de la sociedad española y especialmente de la andaluza, no una hembra (a eso me suena «miembra»), y su responsabilidad pasa por utilizar mejor los conceptos y la lengua española.
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