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¡Te conocimos Señor! Más historias de conversos y creyentes

Manuel García Morente, ese gran converso español de mediados del siglo pasado, lo definió como «el hecho extraordinario». Agnóstico militante, su paso a la fe, y posteriormente al sacerdocio católico, conllevó la humillación y el desprecio de muchos de sus conocidos. Pero la realidad de lo vivido, de esa presencia real y cercana del Dios que le había salido al paso, fue mayor que cualquier otra seguridad. Esa bondad que le había impulsado a la conversión también le dio la fuerza para mantenerse firme cuando todo lo demás le hacía tambalear y a veces amenazaba derribarlo.

En ese sentido, el siglo XXI no es muy diverso a 1940. El que se declara creyente o da el paso a la fe sigue siendo objeto de burlas y menosprecio. Pero la seguridad que da la amistad con Cristo es el mayor aliciente para saberse seguros, acompañados y fortalecidos.

El rockero mundialmente conocido, Lenny Kravitz, podría parecer la antípoda del hombre de fe. Pero en medio de conciertos, cámaras, flashes y entrevistas, sabe en Quién tiene puestas sus esperanzas: «Lo llevo grabado en mi espalda, mi corazón pertenece a Jesucristo», declaró en abril de 2008 al ser entrevistado en Madrid durante la presentación de It is time for a love revolution, su último material discográfico. Ya en enero de este año había sorprendido a medio mundo al afirmar en la revista Maxim que había dejado de practicar el sexo porque estaba dispuesto a vivir el celibato hasta que encontrara esposa.

Otro famoso que se reconoce creyente, aunque éste corredor de autos, es el campeón de Fórmula 1 polaco, Robert Kubica. El pasado mes de junio de 2008, Kubica ganó el GP de Canadá, justo en la misma pista donde hace un año estuvo a punto de perder la vida tras la colisión del coche de carreras en el que conducía a más de 280 kilómetros por hora. Robert, de 23 años, lleva en su auto una foto dedicada de Juan Pablo II y a él atribuye el que no haya perdido la vida en 2007.

Lewis Hamilton, también corredor de Fórmula 1, con la escudería McLaren, confesó que desde cuando era muy pequeño, iba cada semana a la iglesia, «Pero cuando empecé a competir no podía, porque tenía carreras. No sólo mi familia inmediata, también mis tías, mis primos, somos muy religiosos. Y siento mi fe como algo muy cercano, especialmente estos últimos dos años. Por eso habló de ella tan libremente» (Cf. El País Semanal, 24 de agosto de 2008). Y añade: «Siempre he sido religioso y soy católico». Y se nota. No por nada valora el papel de su familia, como buen creyente: «Mi familia tiene un papel crucial en mi vida y siempre lo ha tenido. No podría estar ni un día sin ellos. Son mi equipo de apoyo, me ayudan, me cuidan y me liberan de parte del estrés que produce ser piloto de Fórmula 1».

La vida de Ingrid Betancour no es menos conocida que la de muchos otros famosos aunque, ciertamente, el motivo de su fama sí es distinto. La ex política franco-colombiana, premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2008, estuvo secuestrada seis años por la guerrilla de Colombia. Tras un pequeño lapso de tibieza y abandono de su fe católica, causado por la incomprensión de lo que le estaba sucediendo, logró crecer en la visión sobrenatural de los acontecimientos al grado de abrazar con mayor fuerza e ímpetu su credo inicial. A un semanario católico francés declaró: «El 1 de junio escuchaba yo Radio Católica Mundial, y me enteré de que en junio se celebra el mes del Sagrado Corazón. Pues bien. La última vez que vi a mi padre, estábamos sentados en su habitación, bajo una imagen del Sagrado Corazón. Papá me tomó de la mano, observó la imagen y dijo: «Sagrado Corazón, cuida de mi corazón, cuida de mi hija». Así que cuando hablaron del Sagrado Corazón presté atención (...) Sabía que los que se consagraban al Sagrado Corazón recibían bendiciones. Me acuerdo de una en particular, en que Jesús prometía tocar los corazones duros que nos hacen sufrir. Entonces oré: Jesús mío, nunca te he pedido nada porque eres tan grande que me da vergüenza pedirte. Pero aquí te voy a pedir una cosa muy concreta. No sé exactamente lo que significa consagrarse al Sagrado Corazón, pero si me dices, a lo largo de tu mes, el mes de junio, en qué fecha seré liberada, seré toda tuya». Ingrid no tuvo que esperar demasiado tiempo. El 27 de junio le anunciaron que sería liberada. «He vivido el milagro, Jesús cumplió su palabra», señaló Betancour.

Un deportista, medallista de oro olímpico en Beijing 2008, que dejó patidifusos a muchos colegas fue el boxeador dominicano Félix Manuel Díaz Guzmán quien declaró a NoticiaCristiana.com que «Cuando uno pone a Dios delante de todo, Dios hace lo demás».

Joe Esteras, el guionista y creador del thriller erótico, ha dado un giro de 180 grados a su vida. Conocido por películas como Show Girls, Instinto Básico o Jagged Edge (de explícito contenido sexual y violencia al por mayor) y antiguo editor de la revista Rolling Stone, ha relatado su conversión al catolicismo en el libro Crossbearer: A memoir of faith (Portador de cruz: un recuerdo de fe). De origen húngaro, Esteras creció en un campo para refugiados después de la Segunda Guerra Mundial hasta que llegó a Estados Unidos. Se desempeñó como reportero de casos policiales y de violencia, lo que marcó su línea como guionista. En 2001 le diagnosticaron cáncer en la garganta por lo que fue sometido a intervención quirúrgica y se vio en la necesidad de dejar el alcohol y el tabaco. Acostumbrado a un estilo de vida «ligero», Joe, de 56 años, describe que un día infernalmente caluroso caminaba por una avenida cuando percibió que su vida había tocado el fondo. «Me estaba volviendo loco. Estaba muy nervioso. Temblaba. No tenía paciencia para nada. Cada terminación nerviosa demandaba un trago y un cigarrillo...». Se tiró al suelo, lloró y, sin saber cómo, comenzó a rezar: «Por favor, Dios mío, ayúdame». ¡La última vez que había rezado era cuando era un niño! «No podía creer lo que había dicho. No supe por qué lo había dicho. Nunca antes lo había dicho», subraya. Fue el inicio de una paz que le sobrecogió. Dio el paso de la duda a la seguridad que da la fe, y así comenzó su camino de regreso a la Iglesia católica. «La Eucaristía y la presencia del cuerpo y sangre de Cristo está en mi mente y es una experiencia sobrecogedora. La comunión es poderosa y es casi un sentimiento celestial», confiesa Esteras. Aunque sigue recibiendo ofertas para redactar guiones sobre los que alguna vez escribió, Joe afirma que «Mi vida cambió desde que Dios entró a mi corazón. No me interesa la oscuridad. Tengo cuatro hijos hermosos, una esposa a la que adoro, adoro estar vivo y gozo cada momento de mi vida. Mi visión se ha iluminado y no quiero regresar a ese lugar oscuro».

Luis Fernando Pérez Bustamante es el actual director-coordinador de Religiónenlibertad.com, uno de los portales sobre religión más visitados en España y Latinoamérica, y en sintonía plena con el Magisterio de la Iglesia católica, para más datos. Pero el itinerario de este buen amigo mío no fue siempre el del hombre de fe católica que muchos conocemos hoy. Durante la adolescencia perdió la fe y deambuló luego pon la new age y el cristianismo evangélico. Tertuliano de cariz anticatólica en foros de internet, fue profundizando y llegó a la iglesia ortodoxa para luego dar el paso definitivo a la plenitud de la Verdad en el catolicismo. Hoy por hoy, es uno de esos «reversos» que han reconocido y ahondado en la fe de los apóstoles, y por eso la defiende y promueve a través de los modernos medios de comunicación.

«Nací en una familia que no cree en Dios. Mis padres estaban bautizados y se casaron en la Iglesia católica, pero, en realidad, no tenían fe. Decidieron no bautizarme, y nunca me hablaron de Dios». Son palabras de Abraham Cruz, un joven español de 29 años quien gracias al testimonio de vida de varios de sus compañeros y jefes scouts, conoció, ahondo y abrazó la fe a los 12 años. «Pero no fue solo el juego lo que me fascinó. Resulta que al inicio de cada reunión se recitaba una especie de poesía a un «señor» que yo no sabía quién era. Se trataba de la oración de san Francisco de Asís y se dirigía a Jesucristo». «Me bauticé con 12 años y desde ese momento, jugando y viviendo la aventura scout, fui descubriendo más y más de Dios». Pero no todo ha quedado ahí. Abraham ha pasado de una familia sin fe, al sacerdocio: «Estoy haciendo nueva mi antigua promesa scout de servir de servir a Dios y a la Iglesia, esta vez con todo mi ser, con toda mi alma, con todo mi entendimiento... y para siempre».

La historia del enfermero valenciano, Antonio Escobedo García, también es conmovedora. Luego de sufrir una grave lesión lumbar, aceptó acompañar a su esposa al santuario mariano de Lourdes, pero «no porque pensara que me iba a curar, sino simplemente por salir y ver los robles y tejos que hay en la zona, ya que me gusta mucho los árboles y la naturaleza», declaró a la agencia AVAN. Ese fue el punto de partida de su conversión. En el libro «¡Qué alegría!», donde narra cómo le ayudó María a volver a la fe, señala que «la peregrinación no curó físicamente mi lesión en la zona lumbar, pero sí me reportó una paz como nunca antes había sentido, lo que hace que día a día pueda afrontar mis dolores con alegría y serenidad». A sus 51 años, Antonio promueve ahora el rezo del Rosario y acude diariamente a misa.

Otro español que ha dejado al mundo político boquiabiertos por sus declaraciones, es el nuevo presidente del Consejo General del Poder Judicial. Miembro desde hace muchos años de la Adoración Nocturna, Carlos Dívar declaró a la revista Alba que ser adorador le ha enseñado que «lo verdaderamente importante en la vida es Jesús en el Santísimo Sacramento del altar». Y también ha dejado claro: «No puedo dejar de creer porque tenga un cargo público, mi vida es una unidad. Antes de abandonar a Dios, abandonaría mi trabajo, sin hacer ningún ruido. Dios está tanto en mi vida pública como en la privada y yo no puedo renunciar a Él ni en una ni en otra. Jesús dijo: «Quien se avergüence de mí yo me avergonzaré de él delante de mi Padre».

Las vidas de estos hombres y mujeres invitan a poner de manifiesto la fe en la vida pública, a estar orgullosos de ella. Son testigos valientes de esa bondad divina que les ha impulsado a la conversión (Cf. Rm 2,4) y que les da la fuerza para perseverar en ella. Cada uno, en un momento puntual de su existencia, ha sido sujeto de ese «hecho extraordinario» que no es sino el encuentro con Dios que les ha salido al paso y por eso se saben libres, en paz, seguros y con fuerzas. Ya lo decía el profeta Isaías «Por la conversión y calma seréis liberados, en el sosiego y seguridad estará vuestra fuerza» (Cf. Is 30, 15)

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