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Sobre regeneraciones morales

Tras el asesinato, el pasado día 21, del brigada Luis Conde de la Cruz, se sucedieron las correspondientes condolencias por parte de las más diversas autoridades que en España existen.

También se produjeron actos puramente religiosos en recuerdo del fallecido.

Por ejemplo, y entre ellos, el Cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela, dijo que «solamente estaremos en condiciones de eliminar las raíces del terrorismo si nos proponemos sin tardanzas ni vacilaciones la regeneración moral con una educación cristiana»

Por tanto, si es que queremos acabar, de una vez por todas, con los males que aquejan a la sociedad española y, seguramente, con los generales que afectan a la humanidad toda, ya podemos ir pensando que se hace necesario regenerar moralmente hablando y cómo se puede llevar a cabo tal regeneración moral.

Necesidad de regeneración

El arzobispo de Madrid, cardenal Antonio María Rouco Varela, y sus obispos auxiliares, monseñor César Franco, monseñor Fidel Herraez y monseñor Juan Antonio Martínez Camino recordaron, tras la muerte de don Luis Conde, que «Solamente estaremos en condiciones de eliminar las raíces del terrorismo si nos proponemos sin tardanzas ni vacilaciones la regeneración moral y la atención a los niños y jóvenes con una educación cristiana que les conduzca al encuentro con el Dios vivo, que es Amor y plenitud del hombre».

La Conferencia Episcopal Española, el 20 de noviembre de 1990, presentó un documento titulado «La Verdad os hará libres» relativa a la «conciencia cristiana ante la actual situación moral de nuestra sociedad» en la que se hace mención tanto de la necesidad de regeneración como a los medios, formas, de llevar a cabo tal regeneración moral.

Por tanto, no cabe duda que se hace necesaria, quizá más que nunca, un volver a generar una sociedad en la que el comportamiento acendradamente moral sea el ordinario y no una excepción que confirme la regla.

Apuntan, los obispos, en la Instrucción citada arriba, los casos objetivos de falta de moral que, actualmente, se dan en nuestra sociedad. Estos son, a saber:

1. Eclipse y deformación de la conciencia moral
2. Pérdida de vigencia social de criterios morales fundamentales
3. "Moral de situación'' y ''doble moral''
4. Tolerancia y permisividad
5. "El fin justifica los medios''
6. Función social ''versus'' convicciones personales
7. Reto a la moral ''tradicional''

Los citados puntos, cada uno apuntando hacia un espacio muy concreto de la sociedad actual, vienen a demostrar que, en realidad, regenerar moralmente la sociedad será el mejor antídoto contra la perdición absoluta de la misma.

Por tanto, algunas formas habrá de tal regeneracionismo.

Formas de regeneración

Uno de los aspectos más considerablemente positivos que tiene la doctrina de la Iglesia católica es que, como sucede con las Sagradas Escrituras, tiene validez y, por tanto, aplicación, en cualquier tiempo después de haber sido, digamos, fijada. Por eso, aunque hayan pasado casi 18 años desde la Instrucción a la que nos referimos aquí, no cabe la menor duda que tanto el diagnóstico de la situación moral como a las «Recomendaciones» son exactamente aplicables a hoy día.

Así, como diversos son los ámbitos sociales que deberían ser regenerados en su comportamiento moral, diversos son los que refieren los obispos:

a) La comunidad cristiana

«Es preciso que se avive en los creyentes y en las comunidades la experiencia de la fe y de la gracia en su autenticidad y originalidad, que vivamos desde el reconocimiento efectivo de la soberanía de Dios y de la esperanza de la vida eterna, de modo que la moral cristiana se muestre como depuración y ensanchamiento de la inclinación humana hacia el bien y como afirmación de la felicidad profunda a la que los hombres aspiramos« (51)

De aquí que sea necesaria la adopción de los valores evangélicos como algo nuestro y eminentemente práctica.

b) Familia y escuela

«Llamados a formar personas, los educadores han de seguir, sin desánimo, en estas circunstancias proporcionando criterios y valores éticos para orientar responsablemente el comportamiento humano en los diferentes campos de la vida. La Iglesia se siente muy cercana a estos educadores que, por la grave crisis ética de nuestra sociedad, no están siendo suficientemente reconocidos en su tarea educadora» (55)

De aquí que sea necesaria una educación rica en valores cristianos y cuajada de la visión humana de Cristo.

c) Los medios de comunicación social

«Pero el responsable de la comunicación no puede escudarse en lo que suele llamarse la imposible objetividad. Si es difícil una objetividad completa y total, no lo es la lucha por dar con la verdad, la decisión de proponer la verdad, la práxis de no manipular la verdad, la actitud de ser incorruptibles ante la verdad» (58)

De aquí que se necesaria la existencia de unos medios de comunicación donde los valores cristianos sean su verdadero libro de estilo.

d) Los poderes públicos

«Sin una conciencia y sin una voluntad éticas, la actividad política degenera, tarde o temprano, en un poder destructor. Las exigencias éticas se extienden tanto a la gestión pública en si misma como a las personas que la dirigen o ejercen. El espíritu de auténtico servicio y la prosecución decidida del bien común, como bien de todos y de todo el hombre, inseparable del reconocimiento efectivo de la persona humana, es lo único capaz de hacer "limpia" la actividad de los hombres políticos, como justamente, además, el pueblo exige» (61)

De aquí que sea una exigencia real, hacia la clase política, de que se lleve a cabo un comportamiento basado en los valores cristianos que, sin duda alguna, conforman una sociedad mejor y más humana donde ciertos egoísmos no tienen (o no deberían tener) lugar.

Por tanto, no cabe duda que la regeneración moral planteada por los obispos madrileños después del último asesinato de la banda terrorista ETA no es nada ilusorio sino necesaria, urgente y reclamada, incluso sin decirlo, por la propia sociedad.