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La crisis argentina (III)

Toda modificación del orden social y político que no incluya una valorización de la familia como ámbito de formación espiritual y como cuna de valores, está llamado a tener poca vida. Si no se fortalecen los fundamentos de la moral y si no se solidifica el sentimiento de lo humano, si no hay una cultura seria, la ansiada resolución argentina, yo no la veo o será frágil y efímera.

La historia ha demostrado que fracasan todos los ciclos cuando la humanidad se inclina hacia el vacío existencial. La caída de los imperios tuvo siempre como causa la debilidad moral de sus pueblos.

Hoy como ayer están vigentes las palabras que hace más de cincuenta años dijera Leopoldo Lugones sobre la Argentina: «Urge por encima de todas las cosas la espiritualidad del país». Se dice que las crisis traen oportunidades. La dura adversidad de los tiempos actuales debe servirnos para empezar a construir una Argentina diferente. Para eso, hay que volver a las raíces de nuestras exigencias. Un ex presidente de nuestro país viajó una vez a visitar al Papa y él le dijo una cosa que todos los diarios callaron: «No niegue sus raíces, las raíces de su país». Y las raíces de nuestro país son la Fe, la Esperanza y la Caridad.

Fe como la que tuvo San José en la Virgen María y Fe como la que tuvo la Virgen María en el mensaje del Angel. La Fe en Dios no es una recta para que yo disfrute personalmente. La Fe en Dios debe vivirse, en el encuentro con los otros, enseñando al que no sabe, corrigiendo al que se equivoca. No achicarse ante la prepotencia de los que mandan. Por eso dice San Juan que «el que dice que ama a Dios a quien no ve, y no ama a su hermano, al que ve, ese es un mentiroso». El primer encuentro tiene que ser entre los esposos entre sí, el de ellos con sus hijos y el de sus hijos con sus padres y hermanos. La familia es la célula de la fe auténtica. Pero se exige una fe humana entre el esposo y la esposa para que pueda florecer a posteriori la fe sobrenatural, pero si falla esa fe humana no va a haber nunca nada.

Esperanza: toda fe activa debe proyectarse hacia la vida y ésta hacia el futuro. Nada más estéril e inútil que quedarse parado lamentándose del pasado. Miren Europa, en la feroz Guerra Civil Española, lo que sufrió Alemania... En dos o tres años, se cerró el libro y se puso la vista en el futuro, lo mismo que en Japón, y hoy son grandes países. Mientras nosotros sigamos mirando para atrás tratando de odiarnos o mantener el odio como sistema de vida, no iremos a ninguna parte. Es tiempo de cerrar y mirar para adelante, no perder mas el tiempo en lo que ya es irremediable. Es la única manera. La historia se hace aquí y ahora y con intención hacia un futuro mejor.

La Caridad o el amor, porque es el título de la perfección. San Pablo dice que el amor todo lo puede, todo lo dedica, todo lo comprende, no es interesado, no es egoísta. La familia es el único camino auténtico para la plena realización del hombre como individuo y como sociedad.

Empecemos a poner los cimientos para la reconstrucción de la familia, que es la base moral que despierta nuestra sede de sentirnos mejores y ser cada día más humanos. Si logramos cambiar lo esencial, las transformaciones económicas dejarán de ser un desafío para nosotros.

Buscando el Reino de Dios y su Justicia, todo lo demás se nos dará por añadidura. Si formamos y nos esforzamos por crear una familia cristiana seria y sólida, todo lo demás va a venir nada mas que como consecuencia natural de ello. Que la Sagrada Familia nos haga reflexionar, valorar, tomar conciencia y obrar en consecuencia. Ojalá así sea.

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