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El mito de la nueva cristiandad

Esta nueva cristiandad parece hacer tabula rasa de los 2.000 años de vida de la Iglesia.

Hace ya más de medio siglo el entonces catedrático de Lógica de la Complutense, Leopoldo Eulogio Palacios, publicaba un penetrante ensayo con este preciso título a propósito de ciertas tesis recién aportadas por el gran Maritain. No vamos a entrar aquí en los términos de aquella polémica que al menos nos enseñaba que al mundo católico y sus pensadores, mucho importaban cuestiones como la naturaleza sobrenatural de la Iglesia y su Vicario y la necesidad de los sacramentos, por ejemplo. Era como si tuvieran bien presente que muchos predecesores en la Fe se habían dejado matar por tales cuestiones, incluido algún Canciller de Inglaterra muy ilustrado pero que sabía el significado del sentire cum Ecclesia en llegado el caso, que llegó.

Mucho ha llovido desde esos días porque en los tiempos que corren esta expresión parece describirnos el síndrome que aqueja a varios ambientes católicos parroquiales, catequéticos e intelectuales. Imbuida de una suerte de "adanismo católico" esta nueva cristiandad parece hacer tabula rasa de los 2.000 años de vida de la Iglesia, excepción hecha de las primeras comunidades cristianas que son presentadas sin sombra de pecado. Como si el mundo no fuera mundo en los inicios del Cristianismo y se hubiera alcanzado aquí el ideal evangélico. Que se lo cuenten a San Pablo y a los primeros pontífices si no.

El problema es que uno no está muy seguro de que un católico —y menos la Iglesia— pueda prescindir del pasado así como así, o entenderlo al modo hegeliano que subyace en esta interpretación mítica de la nueva cristiandad con su Tesis (primeros cristianos), Antítesis (todo lo demás) y Síntesis superadora (de ahora en adelante, nosotros). Y no puede sin grave riesgo por una razón bien sencilla al tiempo que misteriosa: el pasado es el lugar de la Iglesia donde el Espíritu Santo va conformando la Tradición que resulta ser ni más ni menos que una de las dos fuentes de la Revelación con la Escritura.

Confesaba hace algunos años el entonces Cardenal Raztinger a Vittorio Messori que la gran crisis que carcome hoy la estabilidad del edificio entero de la fe católica es la crisis del concepto de Iglesia. Y gran razón tenía viendo este mito de la nueva cristiandad tan extendido que lleva subrepticiamente a despreciar la Tradición y su magisterio, entendido ya como mero diktat jerárquico. Julien Green se imaginaba muy en serio y con tristeza el futuro del catolicismo como un puñado de fieles reunidos en torno a un anciano vestido de blanco, obispo de Roma. Eso sí, acusados de papistas por esta nueva cristiandad católica añadimos nosotros al comprobar la falta de respeto a la Iglesia en el seno de la Iglesia misma.