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¿La familia en peligro?

Ninguna sociedad ha podido suprimir la institución, entendiendo como tal una madre, un padre, los hijos.La familia tradicional está recibiendo embestidas desde el punto de vista de la filosofía política en España y fuera de España.

El domingo pasado, monseñor Rouco congregó una multitud de fieles en la plaza de Colón de Madrid. Pronunció una misa solemne, y recitó luego una homilía en defensa de la familia. ¿Era esa defensa necesaria? ¿Está, realmente, la familia en peligro?

Según los plazos que se tengan en cuenta. Hasta ahora, ninguna sociedad ha podido suprimir la familia, entendiendo por tal una madre, un padre, los hijos y aderezos cambiantes de acuerdo al tiempo y lugar. Estoy seguro de que la institución continuará vigente, mientras no ingresemos en un mundo al estilo del Brave New World de Huxley. A la vez, es un hecho que la familia tradicional está recibiendo embestidas desde el punto de vista, por así decirlo, de la filosofía política, en España y fuera de España. El reconocimiento de la familia monoparental pone en cuestión el modelo recibido; lo hace la introducción del divorcio exprés; y completa el desafío la legalización del matrimonio entre homosexuales, seguida por el derecho de éstos a la adopción. Esto significa que durante unos años entrará en turbulencias el connubio según lo practicaron nuestros abuelos y los abuelos de nuestros abuelos.

Los antropólogos observan que el fenómeno no es nuevo, y que esta cultura o la de más allá nos deparan combinaciones extravagantes y por supuesto, respetables. La tesis de los antropólogos no rige para Occidente. Las relaciones homosexuales, sí, fueron plenamente aceptadas en la era clásica, hasta el punto de que Plutarco escribió un panfleto argumentado que el amor heterosexual no tenía por qué ser menos hermoso que el homosexual. Pero la homosexualidad se superponía al matrimonio fértil, no entraba en competencia con él. Se aprecia el caso, con claridad meridiana, repasando el vetusto ciclo troyano. En la obra de Homero, Aquiles se retuerce histéricamente por el suelo al conocer la muerte de Patroclo. Trasciende, a primera vista, que los dos héroes eran algo más que compañeros de campaña. En otra serie del ciclo, descubrimos, no obstante, que Aquiles tiene un hijo, Neoptólemo. Neoptólemo arroja muralla abajo al retoño de Héctor y se queda con Andrómaca, su mujer, a la que fecundará más tarde. Se conduce, en fin, como un perfecto león macho, cuando toma el mando de la manada. Para los griegos, y los romanos, el amor era una cosa, y la reproducción, la herencia y los derechos de propiedad, otra. No había interferencia.

El mensaje que los progresistas nos están enviando ahora, es que no sólo debe haber interferencia, sino, incluso, confusión, por mucho que los homosexuales no puedan reproducirse. La doctrina progresista es una rareza, y además, una cursilada. El curso natural de las cosas la pondrá en su sitio, como lo ha hecho con las colas excesivas de algunas especies de pavo real.