» Baúl de autor » Eleuterio Fernández Guzmán » Eleuterio - 2008

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Hoy día, en este siglo XXI ya iniciado, los modos de evangelizar de los que puede valerse la Iglesia católica han cambiado bastante.

Muy a pesar de que es evidente que, desde Pentecostés, los discípulos de Cristo, agrupados en la Iglesia, han desarrollado una labor, su misión esencial, de transmitir la Palabra de Dios a lo largo y ancho del mundo, no es menos cierto que, teniendo en cuenta, los cambios tecnológicos producidos en la actualidad, la evangelización ha de buscar, por así decirlo, nuevas formas de expresión.

Encontrarse y buscarse en internet es, ahora mismo, obligación insoslayable de la Iglesia católica.

Por ejemplo, Jesús Colina, director de Zenit (www.zenit.org), ha dicho que internet «(Signi?có) un cambio totalmente radical porque, a nivel católico al menos, había una especie de trauma hace 10 años por ver que el medio de exposición era la TV y en ese campo la Iglesia católica tenía medios muy modestos».

Además, también dijo que «presenta un formato que se adapta muy bien a la forma de 'evangelización' de la Iglesia porque, entre otras cosas, permite la comunicación inter-personal, un 'ida y vuelta' necesario en el proceso religioso».

Antes de esto, en enero de 2001, Juan Pablo II Magno vino a decir que «Los que predicaron el Evangelio antes que nosotros, nunca habrían podido imaginar un público tan vasto», refiriéndose a internet. También alabó, de la red de redes, la «capacidad para transmitir informaciones y enseñanzas de carácter religioso por encima de las barreras y las fronteras».

Por tanto, eso suponía, entonces (y ahora) que «la futura tarea de la Iglesia«, dijo el Papa polaco, era la que ahora tenemos ante nuestros ojos.

Por lo dicho antes, y ante la necesidad, evidente, de intervenir en la red de redes, el 22 de febrero de 2002, el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, publicó el documento titulado «La Iglesia en internet» en el que fijaba, por así decirlo, tanto la necesidad de cumplir con el mundo como el cómo hacer tal cosa.

Así, el número 1 del citado documento, manifiesta lo que es reconocido por todo aquel que no quiera estar ciego ante la labor de la Iglesia católica: «El interés de la Iglesia por Internet es una expresión particular de su antiguo interés por los medios de comunicación social. Considerándolos como un resultado del proceso histórico científico por el que la humanidad 'avanza cada vez más en el descubrimiento de los recursos y de los valores encerrados en todo lo creado', la Iglesia ha declarado a menudo su convicción de que los medios de comunicación son, como dice el Vaticano II, 'maravillosos inventos de la técnica', que ya hacen mucho para afrontar las necesidades humanas y pueden hacer aún mucho más».

Algunos años antes, concretamente, el 18 de mayo de 1971, y para la V Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, la Pontificia Comisión para los medios de comunicación social publicó la Instrucción Pastoral «Communio et Progressio».

La citada Comisión tuvo una visión grande sobre la importancia que tienen, hoy día, los medios de comunicación social para la Iglesia católica. Por eso dijo que «Los instrumentos de comunicación social, aunque directamente se dirijan al individuo, afectan y mueven realmente a toda la sociedad, llevan rápidamente el conocimiento de la vida del mundo de hoy a muchos hombres, mostrando el estilo y mentalidad de nuestro tiempo. Por eso han de ser juzgados como necesarios para las estrechas y cada vez más intensas relaciones y tareas de nuestra sociedad»

Bien podemos darnos cuenta que, a tenor de los documentos aquí citados (y otros más que se podrían citar) la Iglesia católica ha de actuar en internet como un sujeto activo más sin pérdida de tiempo alguna.

Por ejemplo, de lo dicho supra sobre la evangelización, transmitir la Palabra de Dios a través de internet resulta, de todo punto, esencial, para que la misma llegue a lugares donde, de otra forma, no llegaría.

Es muy posible que, en nuestra opulenta sociedad occidental, resulte un poco extraño esto dicho aquí porque, en realidad, cualquiera puede tener acceso a la Palabra de Dios haciendo poco esfuerzo. Sólo hay que querer (y esto, por otra parte, no siempre se cumple, ni siquiera entre nosotros).

Sin embargo, no es menos cierto que en muchas ocasiones y, sobre todo, en muchos lugares del mundo, no resulta tan fácil acceder a conocer la Palabra de Dios y, por tanto, el tesoro que contiene, no puede ser gozado por multitud de personas que, de no ser por internet, quedarían vacías de las divinas sílabas inspiradas, por Dios, a los hombres.

Llegados a este momento y habiendo hecho referencia tanto al reconocimiento, por parte de la Iglesia católica, de la importancia de internet para llevar a cabo su labor como de la misión encomendada por Cristo a la misma (transmitir la Palabra de Dios; es decir, evangelizar) tan sólo quedaría animar a que la Esposa de Cristo cumpla con esta nueva visión que el Creador le ha puesto como reto.

Por eso decir www.iglesiaeninternet.com no deja, ahora, de tener sentido que no es otro que el de hacer posible que las manos de Dios abarquen, aún más y mejor, a la humanidad entera y que se dé cuenta, ésta, de que así es.