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Levantada la excomunión a los cuatro obispos lefebvrianos: explicamos punto por punto
Siguen ejerciendo ilícitamente como tales; "conversarán" con Roma sobre doctrina
El pasado día 21 el cardenal Giovanni Battista Re, prefecto para la Congregación de los obispos, por encargo del Papa y con su autoridad, firmaba el decreto que levanta la excomunión a los 4 obispos ilícitamente ordenados por el arzobispo Marcel Lebebvre en 1988. La noticia se filtró por el blog de Francisco José de la Cigoña (que mantiene fluidas relaciones con el cardenal Re), y el sábado 24 el Vaticano lo confirmaba mediante una nota de prensa. El decreto oficial que levanta la excomunión puede leerse aquí en italiano:
¿Quiénes son los excomulgados y por qué lo estaban?
En junio de 1988 y contra la voluntad expresa de Juan Pablo II, el arzobispo Marcel Lefebvre consagró como obispos a cuatro sacerdotes de la Sociedad San Pío X (SSPX): Bernard Fellay (suizo), Bernard Tissier de Mallerais (francés), Richard Williamson (inglés) y Alfonso de Galarreta (español).
El Código de Derecho Canónico (apartado 1382) decreta claramente que "el obispo que confiere consagración episcopal sin mandato pontificio, así como quien la recibe, incurre en excomunión latae sententiae", es decir, automática, sin necesidad de sentencia pública. Pero para que no hubiera dudas, Juan Pablo II mediante un "motu propio" llamado "Ecclesia Dei" decretó su excomunión mencionando a los prelados.
¿Qué ha hecho ahora el Papa Benedicto XVI?
El Papa ha confirmado que aquella excomunión fue válida (cosa que los lefebvrianos niegan), pero la levanta porque el actual líder lefebvriano, Bernard Fellay, lo pidió en una carta del 15 de diciembre de 2008, asegurando que "siempre hemos estado firmemente determinados en nuestra voluntad de permanecer católicos", "aceptamos las enseñanzas de la Iglesia católica romana con piedad filial" y "creemos firmemente en el Primado de Pedro y sus prerrogativas".
El Papa, dice el decreto, levanta la excomunión "paternalmente sensible" y "confiado en el empeño expresado en esa carta de no ahorrar esfuerzos para profundizar en la necesaria conversación con las Autoridades de la Santa Sede".
Por lo tanto, Benedicto XVI ha sido generoso: ya hace más de un año permitió la misa por el misal de 1962 en todo el mundo, como pedían los lefebvrianos, ahora ha levantado estas 4 excomuniones y además se muestra abierto a seguir las conversaciones.
¿Cómo han respondido los lefebvrianos?
Bernard Fellay hizo público un comunicado como superior de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, que agrupa a los sacerdotes lefebvrianos, en el que apunta que «nosotros siempre negamos» la excomunión de 1988. Eso sí, Fellay expresa «nuestra gratitud filial al Santo Padre por este acto», que, en su opinión, «representará un beneficio para toda la Iglesia».
A continuación, ofrece los servicios de la Fraternidad para «ayudar siempre al Papa a remediar la crisis sin precedentes que sacude actualmente al mundo católico», crisis que usando palabras de Juan Pablo II, califica de «apostasía silenciosa». El líder tradicionalista también se congratula de que el decreto «juzgue necesarias la realización de reuniones con la Santa Sede», las cuales permitirán a la Fraternidad lefebvriana «exponer las razones doctrinales de fondo que la Fraternidad estima ser el origen de las dificultades actuales de la Iglesia». El comunicado finaliza expresando su «firme esperanza de arribar pronto a un reconocimiento de los derechos de la Tradición católica».
¿Cuál es la situación actual de los lefebvrianos?
El arzobispo Lefebvre, que murió en 1991, sigue excomulgado. Los cuatro obispos "desexcomulgados" son reconocidos como miembros de la Iglesia católica. Su ordenación fue ilícita, pero válida. Realmente, han recibido el poder del Espíritu Santo para convertir a un hombre en un obispo (un sucesor de los apóstoles) o en un sacerdote (con poder para convertir pan y vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristio, y de perdonar los pecados). Tienen ese poder: pero no tienen permiso para utilizarlo.
El estado de los cuatro obispos lefebvrianos (y el de sus 490 sacerdotes) se parece al del clero de la Iglesia patriótica china. No están en comunión ni obediencia real con Roma y actúan sin permiso. Aún falta bastante para su pleno retorno a Roma.
¿Cuáles son los puntos de roce entre Roma y los lefebvrianos?
Pese al liderazgo claro de Bernard Fellay, dentro de la SSPX y entre sus feligreses hay muchas tendencias. La nota de Fellay ha sido cuidadosamente redactada. Por ejemplo, escribir "creemos en el Primado de Pedro" no significa admitir que Benedicto XVI sea realmente el heredero de Pedro. Algunos lefebvrianos pueden defender que el Papa actual no es válido, aunque probablemente la mayoría sí admiten a Benedicto XVI. Casi todos son muy hostiles al Concilio Vaticano II, afirmando que estableció herejías o enseñanzas erróneas. Otros lefebvrianos prefieren decir que las enseñanzas del Vaticano II no eran magisterio de la Iglesia, sino sólo consejos pastorales opcionales y, en cualquier caso, confusos.
Especialmente conflictiva es la enseñanza respecto a la salvación eterna de aquellos que no son católicos. ¿Salva Jesucristo a aquellos que no se han acogido a los sacramentos que Él estableció? Otro tema de roce es la liturgia: todos los lefebvrianos creen que el misal de 1962 es "el mejor", pero muchos van más allá y creen que la misa a la que van el 99% de los católicos actuales es inválida. De esto tendrán que hablar con el cardenal Antonio Cañizares, que como Prefecto de la Congregación para el Culto Divino es la mayor autoridad de la Curia en temas de liturgia.
Por último, está por ver en qué condiciones la SSPX y sus seguidores se integran en la organización de la Iglesia. Declaran "aceptar las enseñanzas de la Iglesia católica romana con piedad filial" pero... ¿aceptarían, por ejemplo, jurar fidelidad o acatar las enseñanzas del Concilio Vaticano II? Alguien que ha ejercido de obispo o de sacerdote en la SSPX en cisma con Roma ¿debe seguir ejerciendo como tal al volver a la plena comunión?
¿Todos los tradicionalistas son lefebvrianos?
No, con los años muchos tradicionalistas han ido abandonando los entornos lefebvrianos. En 1988, el mismo año que eran excomulgados los cuatro obispos cismáticos, doce sacerdotes y muchos seminaristas seguidores de Lefebvre decidieron seguir unidos con Roma. Juan Pablo II los acogió como Fraternidad Sacerdotal de San Pedro, con el carisma específico de ofrecer los sacramentos según la liturgia de 1962. Así, durante 20 años, se ha demostrado que era posible ser católico tradicionalista y ser fiel a Roma y el Papa.
Con un seminario en EE UU y otro en Alemania, cuentan hoy con 200 sacerdotes y más de cien seminaristas en 50 diócesis de todo el mundo. Celebran la misa según el ritual de 1962 en 168 templos distintos y 11 parroquias les han sido encomendadas bajo la fórmula de «parroquias personales», la última en Roma el pasado marzo. Tienen a su cargo obras misioneras en África, organizan grupos de jóvenes «scouts» y ordenan una docena de sacerdotes cada año. En una nota publicada el 24 de enero expresan su alegría por los pasos que se están dando hacia el retorno pleno de los lefebvrianos. Y hay otros grupos más pequeños con los que ha pasado algo similar.
Todos los católicos deberían alegrarse de los pasos que se dan para la vuelta a la comunión plena de los lefebvrianos, pero no parece muy justo tratar igual a los tradicionalistas que han estado 20 años en cisma que a los que se han mantenido fieles dentro de la Iglesia, a veces pese a la incomprensión de obispos locales "progresistas" o simplemente hostiles al "uso antiguo".
¿Son antisemitas los lefebvrianos?
No tienen por qué. Creen que los judíos deberían convertirse al cristianismo y aceptar a Jesús como Dios y Señor, pero eso es una enseñanza común desde los Apóstioles, no antisemitismo. El obispo lefebvriano inglés, Richard Williamson, en una reciente entrevista en la televisión pública de Suecia, dijo que él no cree que los judíos exterminados en el Holocausto fueran 6 millones, sino que piensa que fueron unos 300.000 y que no se usaron cámaras de gas. Esto puede ser mala historia, pero no es motivo para la excomunión, igual que no lo es opinar que la tierra es plana o romboide.
Mientras la prensa mundial sacaba fotos de manifestantes acusando a Israel de nazismo por bombardear Gaza, hay sectores del judaísmo progresista interesados en sacar portadas como la de El País del 26 de enero: "El Papa reabre la herida judía" y "retira la excomunión a un obispo que niega el Holocausto". La estrategia de acusar de antisemitismo al Papa alemán (vía lefebvrianos, en este caso) hace años que se viene dando. Hay cierta izquierda israelí o judía (y también pseudocatólica) interesada en decir "genocidio no es Gaza, sino la Iglesia Católica", y para ello usan falsas historias sobre Pío XII, sobre Benedicto XVI, lefebvrianos o lo que haga falta.
Por lo pronto, una nota oficial de los lefebvrianos en inglés ya ha negado todo racismo o antisemitismo, recuerda que tienden adherentes de todas la etnias en varios continentes y que se adhieren plenamente a la enseñanza antirracista de Pío XI en su encíclica "Mit Brennender Sorge", dirigida contra el racismo nazi.
¿Son muchos los lefebvrianos?
Se calcula que el movimiento incluye a 1.128 clérigos, entre sacerdotes, seminaristas, monjes y monjas, incluyendo algunos de ritos orientales (por ejemplo, hay 30 seminaristas católicos ucranianos de rito bizantino). Si se incorporaran plenamente a la Iglesia, ésta se reforzaría con 491 sacerdotes, 215 seminaristas, 117 monjes, 164 religiosas y 5 conventos carmelitas. Sería un apoyo en 31 países, con 6 seminarios, 2 universidades, 88 escuelas y 159 prioratos. En su entorno quizá sólo habría unos 100.000 feligreses, pero siendo un clero dedicado y con vocaciones, la unión con Roma permite prever un florecimiento de comunidades y fe, especialmente en países descristianizados como Suiza, Francia o el Reino Unido. Por otro lado, es posible que muchos no quieran seguir a Fellay hacia la reunificación o que se empeñen en no aceptar las condiciones de Roma. Quizá muchos vuelvan a la comunión con la Iglesia mientras otros siguen en el cisma.
¿Por qué Benedicto XVI pone tanto empeño en ellos?
En cierto sentido, además de su deseo como Padre y Pastor de buscar la unidad, lo que pase con los lefebvrianos es un campo de pruebas. Las soluciones litúrgicas y disciplinarias que se adopten con ellos, afectan a otros casos.
Por ejemplo, a los 400.000 fieles de la Comunión Anglicana Tradicionalista que en 2008 pidieron su unión con la Santa Sede. Son anglicanos conservadores, que mantienen el rito latino antiguo, de antes de Trento, pero en inglés. ¿Pueden aceptarse sus obispos como obispos católicos sólo por pedirlo? ¿Y sus sacerdotes, y su liturgia? En cualquier caso, no podía hacerse antes con fieles llegados del anglicanismo que con tradicionalistas que han insistido durante décadas en ser católicos.
Y está el camino de cercanía hacia los ortodoxos. El caso ruso está lejos, incluso si sale elegido Kiril de Smolensk como nuevo Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Pero hay casos mucho más cercanos a la amistad y comunión con Roma: los armenios, los georgianos, algunas Iglesias de Oriente Medio... No se les podía ofrecer un itinerario claro hacia la unidad sin antes resolver el caso lefebvriano.
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