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Los católicos, ¿somos mayoría?
La encuesta de febrero pasado del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) pregunta, como todos los meses, cómo se definen los encuestados en materia religiosa. En principio, parece un dato positivo que 76,6% se defina católico pero si se examina el cruce de la respuesta con el dato de edad, se comprueba cómo se va erosionando esta situación, resultado de la constante influencia descristianizadora sobre las nuevas generaciones. Mientras los mayores de 65 años se definen como católicos el 93,8%, los grupos comprendidos entre 64 y 18 años van reduciendo el porcentaje hasta el 62,4%.de los que tienen entre 18 y 24 años.
Pero si examinamos la pregunta siguiente de la encuesta en la que preguntan, a los que se han definido como creyentes, sobre la frecuencia que asisten a misa, nos encontramos que sólo el 13,8% manifiesta asistir «casi todos los domingos y festivos». Desglosado este porcentaje por sexo corresponde el 18,3 a las mujeres y el 8,5 a los hombres. Por edad va desde el 28,8% de los mayores de 65 años, al 3,3 de los comprendidos entre 18-24 y el 2,9 entre los 25-34.
Está claro que aunque el 76,6% se consideren católicos, la mayoría de ellos lo serán más bien de nombre, de tradición o de influencia cultural, pero en modo alguno formando parte activa y real de la Iglesia Católica. Lejos de posturas triunfalistas, la situación exige de los católicos más conscientes, un estudio serio de la forma en que estamos transmitiendo la fe, especialmente desde las familias.
Podría esperarse que a esa mayoría que se define como católica les preocupara la crisis de valores de nuestra sociedad en la que la corrupción, la avaricia, la mentira, la violencia, el aborto o la promiscuidad sexual de la juventud, están presentes de forma permanente en los medios de comunicación. Pero lejos de ello solo el 0,6% de los encuestados indican que el principal problema de España es la crisis de valores, el 0,3% que es la corrupción y el fraude, el 0,2% los problemas relacionados con la juventud y el 0,1 la violencia contra la mujer.
Es lógico que el principal problema de España en este momento son: el paro, como señala el 53,6% de los encuestados y los problemas de índole económica el 25,9%, pero no parece observarse ninguna conexión entre estos problemas indudables y la crisis de valores que los ha producido o al menos favorecido.
Cuando dentro de poco llegue la Semana Santa podremos ver auténticas multitudes presenciando los desfiles procesionales que muestran la pasión y muerte de Cristo y los dolores de la Virgen, lo que puede interpretarse como prueba del catolicismo de esa mayoría de nuestra sociedad, pero no podemos engañarnos. Estas manifestaciones populares son como fuegos de artificio, pasajeras, sin trascendencia. Después de aplaudir a las imágenes y a sus costaleros y piropear a las Dolorosas ¿queda algo?
Quizás habría que aplicar el recuerdo que hace Jesús de la profecía de Isaías, en el evangelio de Marcos: este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí, dice el Señor. Este pueblo que se dice católico, en su inmensa mayoría no sigue a Cristo, no ama a su Iglesia, no se siente pecador ni necesitado de perdón, busca con egoísmo los bienes materiales y los placeres, no se plantea su destino más allá de la muerte, no busca el bien ni la verdad... ¿Sirve de algo esa mayoría de católicos en España?
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