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El celibato sacerdotal, en Austria y en Vietnam
En estos días casi han coincidido las visitas de dos episcopados a Roma. De una parte, el cardenal Christoph Schönborn y otros representantes de la Iglesia en Austria tuvieron dos días de reuniones con Benedicto XVI y miembros de la Curia Romana. Poco después, los obispos de Vietnam realizaron su visita ad limina. Dos visitas que han servido para tomar el pulso a dos iglesias en situaciones muy distintas: los problemas de una iglesia europea en cuarto menguante desde hace tiempo; y los problemas de crecimiento de una iglesia asiática cada vez más pujante.
El cardenal Schönborn presentó al prefecto de la congregación para el Clero un memorándum surgido de una «iniciativa de laicos austriacos» en la que se proponen una serie de reformas para remediar la escasez de clero cada vez más alarmante en Austria. Aun sin compartirlas, el arzobispo de Viena se había comprometido con los promotores a transmitirlas a Roma.
No hay novedades: supresión del celibato sacerdotal, readmisión al ejercicio del ministerio de los sacerdotes casados, ordenación de los llamados «varones probados», ordenación diaconal de mujeres. En Austria, al menos desde 1995, se repiten cíclicamente manifiestos o plataformas populares de grupos que se han autoerigido en representantes de los laicos católicos y cuyas peticiones se refieren siempre al celibato sacerdotal, la moral sexual y los divorciados vueltos a casar.
Este clima reivindicativo es inversamente proporcional a la vitalidad de la Iglesia. Los números oficiales dicen que el 72% de los austriacos son católicos, aunque según el European Social Survey de 2005 los austriacos que así se reconocen bajan al 63,9%, mientras que la práctica dominical ronda un escueto 10%.
Cada año miles de personas "abandonan" oficialmente la Iglesia católica, para no pagar el impuesto del 1,5% de sus ingresos con el que se financia la Iglesia. En 2006 fueron 36.645 las que se fueron. El número de sacerdotes ha disminuido al menos un 12% desde 1997.
El declive es innegable. Lo discutible es la interpretación. Unos, como los promotores del memorándum, repiten que la rigidez doctrinal aleja a la gente; hay que adecuarse más a lo que pide la sociedad. Para otros, por el contrario, las cifras confirman que la falta de fidelidad en la doctrina lleva al fracaso pastoral; la Iglesia no interesa cuando deja de distinguirse del medio ambiente.
Para ver si es la doctrina actual de la Iglesia la que dificulta la evangelización, es interesante confrontar la situación de la Iglesia en Austria con la de Vietnam. Ambos tienen un número de católicos similar: 5,7 millones en Austria, un país de teórica mayoría católica; 6, 1 millones en Vietnam, donde los católicos son el 6,8% de la población. En retroceso en el primero, en constante alza en el segundo. Un país europeo donde la plena libertad religiosa no encuentra más limitaciones que las presiones de grupos organizados dentro de la iglesia; y un país asiático bajo gobierno comunista, donde la libertad religiosa hay que ganársela cada día frente a los controles del poder. Un país europeo rico, donde la Iglesia cuenta con una financiación asegurada para sostener sus estructuras y su burocracia; y un país asiático que lucha por salir de la pobreza, en el que la Iglesia perdió escuelas, hospitales y otras instituciones confiscadas por el gobierno comunista.
También los seminarios estuvieron cerrados unos años tras la guerra, y cuando se reabrieron solo podían admitir un número limitado de candidatos, fijado por el gobierno. Hoy esas limitaciones han desaparecido y las vocaciones son numerosas: 2.186 seminaristas mayores, con un aumento del 38% respecto a 2002. Hay seis seminarios mayores interdiocesanos, y otro en preparación. Su problema no es la falta de seminaristas, sino la necesidad de aumentar los formadores.
Los sacerdotes diocesanos han aumentado más de un 34% en el mismo periodo, y hoy son 2.877, más que en Austria (2.629) y sin duda de una edad media mucho más joven.
En Vietnam el celibato sacerdotal no parece ser un problema para llenar los seminarios, ni nadie se plantea la necesidad de ordenar a hombres casados.
¿Están hechos de distinta pasta los vietnamitas de los austriacos? Un dato evidente es que la vitalidad espiritual de la comunidad católica en Vietnam es vibrante. La asistencia a Misa es muy alta los domingos (80-90%) y en torno a un 15% entre semana. Hay gran interés por el estudio del catecismo y el conocimiento de la Sagrada Escritura. En todas las parroquias hay organizaciones de apostolado laical, aunque no parece que se dediquen a redactar memorandos. Pero sí apoyan decididamente a sus obispos, también cuando hay que resistir a las presiones del poder. Ese es el caldo de cultivo de las vocaciones sacerdotales.
Cuando una iglesia se enfrenta a la escasez de vocaciones, lo primero que debería plantearse es qué reformas debe hacer en sí misma para elevar su temperatura espiritual. En Europa, entre 2000 y 2007 el número de seminaristas ha descendido un 17%; en Asia, ha aumentado un 20%. Y lo que se pide a los sacerdotes no varía según los continentes. Tal vez los católicos austriacos podrían enviar una comisión de estudio a Vietnam para ver cómo lo hacen.
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